«Esperábamos que las potencias mundiales promovieran la justicia, no que apoyaran la ocupación y la opresión»

Entrevista a un joven jordano que estudia en Cantabria. Jordania es tierra de acogida palestina con fuertes lazos con Gaza. La agenda de esta semana viene marcada por la huelga general, laboral y estudiantil del miércoles 15 de octubre en contra del genocidio en Palestina, asi como una concentración promovida por Amnistía Internacional el jueves 16.
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Justo la semana en la que comienza la entrega de prisioneros israelís dentro de la primera fase del ‘Plan de Paz’ de Donald Trump, seguimos hablando en clave de «guerra». Este marco conversacional instaurado en todos los medios internacionales que, como cuenta Issa, un joven jordano que estudia en Cantabria, desvía la atención para no referirnos por su nombre a lo que es en realidad un «tremendo genocidio».

Iraq Al-Ameer, en Jordania, pueblo de Issa

Issa Al-Mahameed, jordano de madre palestina, tiene 26 años y acaba de terminar su máster en Jordania. Sus estudios lo llevaron a comenzar su viaje a Cantabria el pasado mes de junio para realizar un doctorado en Ingeniería Civil en la Universidad de Cantabria (UC),ya que, según cuenta en declaraciones a El Faradio, «siempre soñé con venir aquí a estudiar el doctorado, sobre todo porque el programa que quería en ingeniería civil no existía en mi país, y porque siempre quise visitar España».

Su vida en Amán (Jordania) «era maravillosa», rememora Issa, «siempre pasaba tiempo con mi familia y amigos», pero, aunque no vivieran en Palestina, el joven afirma que «en Jordania hay una herida que nunca se nos cura: el sufrimiento de mis amigos y del pueblo de Gaza». «No soy gazatí, pero tengo a mi madre y abuelos palestinos, y casi todo el mundo tiene amigos o familiares que han huido o están ahí», relata.

Issa explica que, personalmente no ha sufrido ninguno de los ataques, pero que las consecuencias de la masacre hacia el pueblo palestino repercuten enormemente en la gente de Amán, en el barrio donde vivía. De hecho, rememora que en el pueblo de origen de su madre, Al-Majdal Al-Sadiq, «ella era muy feliz». Se trataba de un lugar precioso, lleno de historia y ruinas antiguas, pero todo fue destruido en un solo día y se vieron obligados a huir a Jordania», describe Issa.

Aún en la distancia, Issa no deja de pensar en la situación en Gaza día tras día, porque, incluso con este supuesto plan de «paz», «la gente sigue corriendo muchos riesgos», indica. Entre ellos, que la potencia mediática y propagandística de la alianza Israel-Estados Unidos acabe dando la sensación de que la mera presentación del plan Trump supone de por sí mismo la paz, cuando, de hecho, el genocidio continúa, con nuevos bombardeos cada día a la extenuada población gazatí. Este mismo fin de semana, era asesinado un periodista palestino que trabajaba sobre el terreno.

El otro gran riesgo es el olvido, y es que, como en muchos otros procesos colonialistas, se puede caer con este plan de «paz» en que el ansiado fin del genocidio implique que se deje de recordar la responsabilidad de Israel en los bombardeos de hospitales, en los ataques al reparto de alimentación y ayuda humanitaria, y, el origen de todo, la ocupación de un territorio que no era suyo. Y el más inhumano de todos, que esta primera fase conlleve otras siguientes hasta toparnos con aquel vídeo realizado con Inteligencia Artificial hecho realidad: el espacio concebido como un resort, una suerte de Riviera gazatí.

Así, Issa refresca estos días las noticias para ver cómo evoluciona la entrega de los prisioneros en manos de Hamás, concretamente 48, de los que la mitad están muertos. Como contrapartida se liberarán unos 2.000 presos palestinos, entre los cuales no se encuentra el destacado líder de Fatah, Marwan Barghouti.

«En Jordania no hay censura real pero, lamentablemente, gran parte de los medios de comunicación internacionales no reflejan toda la verdad. Las redes sociales se han convertido en nuestra principal fuente de información sobre lo que ocurre sobre el terreno en Gaza y Cisjordania», explica, y añade que para todos ellos «es desgarrador y profundamente frustrante todo este proceso de paz de EEUU». «Esperábamos que las potencias mundiales promovieran la paz y la justicia, no que apoyaran la ocupación y la opresión. Como vecino, como árabe y simplemente como ser humano, siento dolor e ira por el silencio de aquellos que podrían detener esto, pero deciden no hacerlo», confiesa.

El joven jordano añade que «todo el mundo debería unirse y ejercer presión para detener esta guerra de una vez por todas. La gente está desempeñando un papel muy importante, pero los gobiernos también deben actuar, y los de la Unión Europea podrían ejercer más presión». Con todo ello, Issa recela del embargo de armas de España a Israel pero también señala que «no deja de demostrar la humanidad y la compasión del pueblo español, una nación que valora la vida y que es de los pueblos que más nos están ayudando».

Por otro lado, también han sido rehenes de Netanyahu durante unos días los activistas de la Summud Flotilla y la Flotilla de la Libertad, dentro de la que viajaba Greta Thunberg, de una edad muy similar a la de Issa. Este joven ha querido poner en valor la presión de la ciudadanía más joven a la que muchas veces se le achaca cierta pasividad, mientras que, para él, «muchos jóvenes activistas están haciendo todo lo posible y el poder de los movimientos juveniles es enorme. Tampoco van a poder solos, si nos unimos a nivel mundial, podemos hacer que los gobiernos nos escuchen y presionar para lograr un cambio real».

Finalmente, el estudiante jordano, que sigue de momento en Cantabria, anima a acudir a todas las manifestaciones (recopiladas en el enlace de abajo), hacer boicot o donaciones a las organizaciones humanitarias que trabajan en Gaza para proporcionar alimentos y medicinas. «También es fundamental apoyar la reconstrucción de viviendas y ayudar a las familias a regresar, especialmente después del acuerdo de alto el fuego, pero presionando para que puedan reconstruir sus vidas en su tierra», concluye Issa.

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