El ‘Cuarteto para el fin de los tiempos’ cruza el tiempo desde el campo de prisioneros alemán en que se compuso hasta el Palacio de Festivales

En 1940, su compositor fue capturado por las tropas alemanas durante la invasión de Francia y deportado al campo de prisioneros Stalag VIII-A, donde escribió y estrenó su obra
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En enero de 1941, en medio del crudo invierno europeo, cuatro prisioneros de guerra interpretaron una obra inédita dentro del campo alemán Stalag VIII-A, en la ciudad de Görlitz (hoy Zgorzelec, Polonia). Uno de ellos era el compositor y pianista francés Olivier Messiaen, que había escrito la pieza semanas antes utilizando los únicos instrumentos disponibles en el recinto: violín, clarinete, violonchelo y piano.

La obra, titulada ‘Cuarteto para el fin de los tiempos’, es uno de los grandes hitos de la música del siglo XX. Más de 80 años después, esa misma partitura resonará el próximo martes, 28 de octubre en la Sala Pereda del Palacio de Festivales de Cantabria, interpretada por cuatro figuras internacionales: Isabelle Faust, Jean-Guihen Queyras, Jörg Widmann y Pierre-Laurent Aimard.

El soldado que compuso entre alambradas

Olivier Messiaen (1908–1992) fue movilizado por el ejército francés como auxiliar médico en 1939, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En mayo de 1940 fue capturado por las tropas alemanas durante la invasión de Francia y deportado al campo de prisioneros Stalag VIII-A, donde estaban internados más de 30.000 soldados aliados.

Allí, en un contexto de hambre, frío y vigilancia militar, Messiaen comenzó a escribir una de sus obras más espirituales y radicales. Con la ayuda de un oficial alemán que admiraba su música, consiguió papel pautado, lápices y algo de tiempo. Comenzó entonces a trabajar con otros prisioneros músicos: Henri Akoka (clarinete), Jean Le Boulaire (violín) y Étienne Pasquier (violonchelo). Juntos formarían el cuarteto original.

La pieza está inspirada en el versículo 10,6 del Apocalipsis: “No habrá más tiempo”, frase que da sentido tanto a la estructura musical —que rompe con la métrica tradicional— como al estado emocional en el que fue concebida: una meditación sobre el fin del tiempo humano y la eternidad.

El estreno ante 400 prisioneros

La primera interpretación del cuarteto tuvo lugar el 15 de enero de 1941, en el propio campo, ante un público formado por soldados y prisioneros. El piano estaba desafinado y las condiciones eran precarias, pero el impacto fue profundo. Messiaen recordaría más tarde que “nunca se había escuchado música con tanta atención y silencio”.

Poco después, gracias a gestiones del mismo oficial alemán, Messiaen fue liberado y pudo regresar a Francia. Publicó la obra, que rápidamente fue considerada una pieza mayor del repertorio contemporáneo, tanto por su contenido espiritual como por su innovación formal. La partitura desafía las reglas del tiempo y del ritmo tradicionales, emplea escalas inventadas por el propio Messiaen y propone un lenguaje sonoro que es, a la vez, místico y terrenal.

Una obra entre la fe y la modernidad

Profundamente católico, Messiaen veía la música como una forma de revelación. Su lenguaje combinaba elementos de la liturgia, la naturaleza —especialmente el canto de los pájaros, que transcribía nota por nota—, la música griega, india y balinesa, y una rítmica avanzada que rompía con el sistema tonal dominante en Europa.

Fue también un influyente pedagogo, profesor del Conservatorio de París y maestro de figuras como Pierre Boulez, Iannis Xenakis o Karlheinz Stockhausen. Su influencia marcó la evolución de la música contemporánea europea durante décadas.

Entre sus obras más conocidas se encuentran ‘Turangalîla-Symphonie’, ‘Catalogue d’oiseaux’ y ‘Saint François d’Assise’, ópera monumental compuesta en los años ochenta. Pero ninguna como el ‘Cuarteto para el fin de los tiempos’ ha condensado de forma tan intensa su mensaje: la posibilidad de la belleza, incluso entre ruinas.

De Görlitz a Santander: una interpretación única

La versión que se podrá escuchar en el Palacio de Festivales el martes 28 de octubre a las 19:30 horas contará con intérpretes de primer nivel. Isabelle Faust es una de las violinistas más solicitadas del circuito internacional; Jean-Guihen Queyras combina con rigor la música antigua y contemporánea; Jörg Widmann, clarinetista y compositor, ha estrenado obras en todo el mundo; y Pierre-Laurent Aimard, pianista francés, fue discípulo de Messiaen y colaborador de Boulez.

 


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