La revista clandestina que creó Santiago Ontañón cuando estaba refugiado ve por primera vez la luz
Entre los muchos imperdonables olvidos que tiene la memoria en general, y la cántabra en particular (no ha sido hasta esta década en que hemos podido conocer que Santander tuvo un campo de concentración en La Magdalena o que el Barrio Obrero sufrió un bombardeo, mientras la llama de figuras como las de Luciano Malumbres sobrevive a duras penas, por citar algunos ejemplos) está la de Santiago Ontañón.
Cualquier comunidad, cualquier ciudad, hubiera dedicado un espacio escénico, un premio, un homenaje recurrente, un conjunto de investigaciones al santanderino que fue escenógrafo de La Barraca, la compañía de teatro universitario itinerante dirigida por Federico García Lorca (el paso por un proyecto tan pionero del que todavía sigue la huella sería suficiente, pero la trayectoria de Ontañón fue más allá). Para otro momento quedará otro olvido, el de su hermana Sara, integrante de La Barraca, la primera mujer montadora de cine de España.
El olvido, el auténtico borrado de la historia, llegó incluso a una publicación que es la que se rescata ahora, la revista que editó mientras se refugiaba en la embajada de Chile en Madrid junto a otras personas que huían de la garra del bando que había dado el golpe de Estado contra la II República.

Santiago Ontañón con Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente
(Foto: margaritaxirgu.es)
Se llamaba, la revista, Luna, y al valor en sí mismo, documental -y creativo– por haberse editado desde un refugio por un creador de referencia mientras sonaban las bombas hay que sumarle el de ser la primera publicación crítica con el franquismo, pero hasta ahora no había ‘salido’ del refugio.
Eso es lo que verá la luz en ‘Noctambulandia. Compás de espera en treinta Lunas’, un libro editado por La Vorágine y coordinado por Esther López Sobrado – esta investigadora es autora de un libro sobre su vida, que suma a, entre otros legados, la recuperación de los frescos antibelicistas del pintor santanderino Luis Quintanilla–.
Esther López Sobrado ha escrito una introducción a los textos escritos por Ontañón en la revista Luna y un Álbum biográfico que sitúa su vida y obra.
El trabajo de investigación y divulgación de Esther López Sobrado nos permite acercarnos a los textos publicados en Luna por Santiago Ontañón y a muchas de las 150 ilustraciones y de las 30 portadas dibujadas por él.
La presentación de este trabajo será este sábado a las 19.30 horas, y será más que la presentación del libro, ya que el acto se concibe como un homenaje que incluirá una lectura dramatizada y animaciones audiovisuales.
Además de la presentación editorial, el acto incluirá una lectura dramatizada a cargo de Esther López Sobrado, Gema Pérez y Pedro María Díaz Pedrosa, que interpretarán fragmentos de los textos de Ontañón. La actividad se completará con las animaciones de Laura Ibáñez López, que recuperan su universo visual y lo trasladan al presente. La entrada es libre hasta completar aforo.
SANTIAGO ONTAÑÓN
Santiago Ontañón nació en Santander en el año 1903. Su familia se trasladó a Madrid durante su infancia. Desde muy joven mostró inclinación por el arte, frecuentando las tertulias madrileñas de los años veinte y relacionándose con figuras como Federico García Lorca, Rafael Alberti o Luis Buñuel, lo que situó su formación en un ambiente cultural activo y vanguardista.
Durante su estancia en París, hacia 1923, trabajó como ilustrador y realizó su primera escenografía para un ballet del bailarín ruso Boris Kniaseff en el teatro Gaité Lyrique. De regreso a España en 1927, dio sus primeros pasos como escenógrafo profesional para zarzuelas como Las golondrinas y La revoltosa.
Durante la Segunda República, Ontañón destacó en el mundo del teatro y de la ilustración. Colaboró con la compañía La Barraca de Federico García Lorca –que tenía como secretario a Rafael Rodríguez Rapún, enterrado en Ciriego–, diseñando decorados y figurines para piezas como Bodas de sangre (1933). También desarrolló publicaciones gráficas, ilustraciones y trabajos de escenografía que le consolidaron en su ámbito profesional.
Durante la Guerra de España colaboró con la causa republicana, sobre todo a través del teatro itinerante dirigido por María Teresa León. Al terminar la guerra, y tras 18 meses asilado en la embajada de Chile en Madrid, abandonó España y se exilió en Chile, Uruguay, Perú, Argentina y otros países. En Chile fundó junto a Margarita Xirgu una escuela de teatro.
Tras su retorno a España, Ontañón mantuvo una activa labor artística. Participó como actor en numerosas películas – entre ellas El verdugo (1963) de Luis García Berlanga – y diseñó cerca de cien escenografías en su trayectoria. Su legado se extiende al ámbito del cine, del teatro, del diseño escénico y de la ilustración. Falleció en Madrid a los 85 años de edad. Le dio tiempo a contar su vida y las personas a las que conoció en su biografía, ‘Unos pocos amigos verdaeros’.
ESTHER LÓPEZ SOBRADO
Esther López Sobrado nació en Burgos. Doctora en Historia del Arte, desde 1987 reside en la comarca de Las Merindades. Ha compaginado siempre su labor docente con la investigación de artistas cántabros, sobre los que versó su tesis doctoral y sobre los que ha publicado diversos libros, destacando su trabajo de recuperación de las figuras de Luis Quintanilla, Ricardo Bernardo, Rufino Ceballos o Santiago Ontañón.
Entre sus libros destacan: Ricardo Bernardo. Evocación de una vida truncada por el exilio (2025), Las pasiones de Santiago Ontañón (2022), Ricardo Bernardo, pintor (1987), Rufino Ceballos, vida y obra de un pintor (1997).
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