Entre la saturación, la necesidad de coordinación y la implicación de la población local: la Institución Libre de Enseñanza recupera su legado barquereño para analizar los retos de Oyambre
Los pliegues de la historia están haciendo que la Institución Libre de Enseñanza (la ILE), aquel descomunal y no finalizado empeño educativo, vuelva a uno de sus escenaros de referencia: no sólo la Cantabria en la que se fraguó este proyecto de renovación pedagógica, de la mano de Francisgo Giner de los Ríos y el investigador ambiental cántabro Augusto González de Linares, sino a la San Vicente de la Barquera en la que se desarrollaron las Colonias Escolares, iniciativa que hacía convivir a los escolares con la naturaleza y que la ILE mantiene vivas e intensificará en el que fue, también, su pueblo.
No es el único surco de los tiempos que se dobla y desdobla en torno a la costa barquereña estos días: la Institución homenajeaba recientemente a uno de sus colaboradores más destacados, el naturalista Jesús Garzón, ya fallecid, y una de las figuras claves en la declaración del Parque de la Naturaleza de Oyambre –el espacio donde estaban las colonias– mediados los 80, el que fue el primer parque creado en la comunidad.
Y lo fue por una mezcla de empuje reivindicativo activista y de soporto académico desde la universidad, como recordaban este jueves en San Vicente Santos Casado, moderador de una mesa redonda organizada por la Institución en San Vicente para abordar el pasado, presente y futuro del parque, y con el primer director del organismo, Emilio Flor, entre los ponentes.
Ese pliegue, el de la reivindicación, cruzaba pasado y presente, ya que justo este viernes está convocada la presentación en sociedad de la plataforma Salvar Oyambre, creada ante el proceso de saturación que vive ahora este entorno natural oficialmente protegido, y cuyo portavoz, Jesús Vélez, estaba entre el público, logrando así el cruce entre conocimiento y acción que movió al legado institucionalista.
Por conectar, y nos ponemos con la charla, resulta que sigue la importancia del medio ambiente, en torno a la que giraron las colonias o la actividad del prestigioso institucionalista y cántabro Augusto González de Linares, cuya estación de biología marina fue el germen del Instituto Español de Oceanografía, encaramándonos por ese surco hasta el reto climático actual y la lucha contra la ignorancia que, nuevamente, estuvo en la base del nacimiento de la centenaria institución.
La sesión comenzó con la intervención de la alcaldesa de San Vicente de la Barquera, Charo Urquiza, que subrayó la historia común entre San Vicente de la Barquera y la Institución Libre de Enseñanza, mientras que Celia Armenteras, directora de Coordinación de la ILE, destacaba el inicio de esta nueva etapa en San Vicente, recordando emocionada que la propia charla se celebraba en el mismo faro que era objeto de las visitas de los chavales asistentes a las Colonias Escolares.
El moderador, Santos Casado, situó el debate en un marco más amplio y evocó la “heroica creación del Parque de Oyambre”, reivindicando el papel central de la educación en la defensa del medio natural y recordó una tensión persistente: la existencia de muchas figuras de protección pero pocos recursos reales.
Algo que corroboró a Emilio Flor, que fue director general de Medio Ambiente de Cantabria y primer director del Parque Natural de Oyambre, creado por Ley en 1988 tras una fuerte reivindicación y en un contexto en que las políticas ambientales apenas se estaban diseñando. Junto a ellas, y en unos tiempos en los que todo se aceleró por la entrada en la Unión Europea, empezó a implantarse la educación ambiental, campo para el que admitió que anora mismo no son «buenos tiempos» pese a los problemas globales que hay que aforntar, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la escasez de recursos.
Para la existenca de figuras como estas de protección es clave, explicó, que «lo viva y lo disfrute «la población local», con la que se debe trabajar para conseguir no sólo que no vean un parque natural como una traba a su desarrollo, sino que incluso encuentren algún tipo de retorno, sino económico, en clave de percepción de las ventajas de contar con un espacio natural.
De aquel primer parque creado, con pocos recursos y personal, se pasó a una amplia variedad de figuras de protección auspiciadas desde la Unión Europa, como la Red Natura o los LIC, según enumeró José Antonio Juanes, biólogo marino del IHCantabria (Instituto de Hidráulica Ambiental –centro de investigación nacido de la UC y que está trabando una fructífera relación con la Institución Libre de Enseñanza–.
El problema que vino ahí, le añadió su predecesor en la palabra Javier Flor, fue la «poca costumbre de trabajar de forma coordinada y transversal» entre administraciones, incluso entre comunidades autóbomas –y en ocasiones hasta dentro de la misma institución– que aqueja al sector público español, donde no sólo no se fomenta la colaboración, sino que hasta se ponen «zancadillas» y eso a pesar de que si algo está claro es que el medio ambiente que afecta a todos es, en consecuencia, «competencia de todos».
A eso y la falta de medios para desarrollar las figuras de protección ya existentes en las que abundaba Juanes, quien insistía en que en los últimos tiempos se está sumando otro problema, la «avalancha» de un uso intensivo turístico –fruto en parte de un mayor interés por visitar espacios naturales a raíz de la pandemia– que está causando daños a estos entornos.
A esa presión aludía desde el público el representante de la plataforma reivindicativa que se presenta en sociedad este viernes, que apelaba al conocimiento científico y a la necesidad de un mayor control. En este sentido, la alcaldesa de San Vicente, Charo Urquiza, cerraba el acto corroborando que en el municipio se ven «tensionados» y «presionados”, por la mezcla de presión turística y las exgencias de conservación que supone a los ayuntamientos –no es sólo el barquereño el que está en zona Oyambre–. «Aquí ya no cabe la prevención”, sentenciaba, apelando a un diagnóstico real y un plan de acción real que estén basados en la generosidad, la comunicación y transversalidad.