Cartas desde el gallinero: Por una academia que siga siendo de todos

Carlos Troyano es dramaturgo, gestor cultural y miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España. Ha sido programador del Palacio de Festivales y creador de programas como La Cultura Contraataca.
Tiempo de lectura: 2 min

Cuando Roberto Álvarez me propuso acompañarle en su candidatura a la Junta Directiva de la Academia de las Artes Escénicas, no dudé ni un instante. Su emoción, su conocimiento del sector y su programa me transmitieron una ilusión que merecía ser correspondida.

En la primavera de 2022, recibí una llamada de Cayetana y Eduardo Galán en la que me solicitaban ayuda para hablar con nuestro vicepresidente, Pablo Zuloaga, y salvar la IV edición de la Escuela de Verano. Por aquel entonces, seguíamos arrastrando los problemas que para nuestro sector derivaron de la epidemia del COVID-19 y programas como La Cultura Contraataca, con el que conseguimos que el Palacio de Festivales fuera el primer teatro de Europa en reanudar la programación escénica, nos habían posicionado como los cómplices idóneos para salvar la Escuela.

Comenzó ahí una colaboración constante que me hizo dejar de verla Academia como algo lejano y elitista, para descubrir en ella un espacio imprescindible de encuentro, reflexión y futuro. Un espacio que se mostraba abierto a la diversidad de voces que conforman nuestro sector, acompañando a las nuevas generaciones sin perder de vista la memoria de quienes han construido el camino antes.

Mi trayectoria profesional ha oscilado entre grandes proyectos de gestión cultural y un compromiso férreo con la escritura, la producción y la mediación dentro de una compañía estable de creación, en un contexto periférico no siempre visible. Esa doble mirada me hace tener una voz distinta, conocedorade las dificultades, y a la vez de  las enormes fortalezas, de nuestro ecosistema escénico.

Me presento porque comparto con Roberto la convicción de seguir trabajando por una Academia inclusiva y descentralizada, que mire más allá de losfocos y atienda no solo a los grandes números, sino también a la esencia de nuestro arte. Una Academia que escuche tanto como habley  donde las artes escénicas no solo se celebren, sino queademás, se piensen, se cuiden y se defiendan.

Creo profundamente en la implicación en las tareas colectivas y en que el futuro de nuestros escenarios solo puede construirse desde un trabajo basado en la colaboración y los lazos afectivos, como tan bien recoge nuestro programa. Por eso quiero agradecer a Roberto y a todas las personas que nos acompañan en esta ilusionante aventura la oportunidad de formar parte de este abrazo común.

 

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