Cuéntame cómo empezó- 2

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La idea del Estado Judío surgió a fines del siglo pasado, como el último proyecto de un estado europeo cuando ya no existía en Europa lugar para un nuevo estado. De ahí, por supuesto, que le incluyan en las ligas deportivas Europeas, en Eurovisión etc… como uno más). Y como no había sitio en Europa, el lugar elegido resultó ser el Oriente Medio después de barajarse lugares como la Patagonia, Kenia… lugares que pillaban un poco más a trasmano. La contradicción de que esos estados estuviesen habitados o que, ya que estamos, la población europea judía no tuviera ningún arraigo en Él, me refiero al Oriente, fue “resuelta” inmediata mente a través de la ideología – el sionismo – , una ideología que se justificó a si misma buceando en los mitos bíblicos y en la simulación (¿?) de que Palestina era u n país deshabitado.

Estas comeduras de coco fantasiosas, estas construcciones mentales envenenadas producen, claro está, muchas víctimas. En 1900 había en Palestina 50.000 árabes y 30.000 judíos. Y si en 2025 son ya 8 millones de hebreos no hace falta preguntarse dónde están los legítimos propietarios de esas tierras (aunque su número alcanza ya los 7 millones entre los que viven dentro de Israel, los que viven en Cisjordania y los que viven en Gaza sin contar por supuesto a los muertos y a los refugiados).

Recordemos pues – porque esta es la cuestión de fondo – cómo se producen ese trasvasamiento sin precedentes en que la población original de un país se ve desplazada por otra.

Pero a los Palestinos les ocurrió lo mismo que, en su día había ocurrido a las poblaciones indias del Este de EEU cuando vieron llegar al Myflower cargado de emigrantes europeos: Después de recibir a los recién llegados con parabienes, se llevaron un chasco (para más información véanse las películas del Oeste).De la misma manera, aquellos primeros sionistas llegados a Palestina NO provocaron la desconfianza de los árabes y ya en 1883 fueron recibidos con estas palabras: “Desde tiempos inmemoriales hemos sido hermanos de nuestros vecinos, los hijos de Israel y seguiremos viviendo con ellos como hermanos”. Ocho años después, sin embargo, los notables de Jerusalem estaban ya pidiendo al imperio otomano (que todavía gobernaba Palestina) que prohibiera la entrada a estos inmigrantes venidos de Europa.

Pero a pesar de las prohibiciones oficiales, la inmigración continuó, aprovechando la corrupción de los funcionarios turcos y la de los terratenientes árabes que no tenían ningún inconveniente en vender sus tierras al mejor postor.

En 1907 se estableció el primer kibutz o granja colectiva que, desde el primer momento, excluiría a los trabajadores árabes y en 1914, la Iª Guerra mundial daría al sionismo y a Inglaterra su gran oportunidad. La oportunidad de mostrar al mundo que, después de todo, el colonialismo tenía sus ventajas pues le daba la oportunidad de mostrar al mundo generosidad regalando a otro una tierra que no era suya (Palestina) porque ya no sabía qué hacer con ella.

Foreign Office, Noviembre 2, 1917

Querido Lord Rotchild:
Tengo mucho placer en transmitirle, de parte del gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía con las aspiraciones Judías Sionistas que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.

Y sigue
El gobierno de Su Majestad contempla con simpatía el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío

Firmado: Lord Balfour.

Dos años después este pisaverde ( y lo digo sin ningún respeto) aclararía lo que quería decir: “El sionismo, bueno o malo, es mucho más trascendente que los deseos y prejuicios de los 700.000 árabes que ahora habitan esa antigua tierra… En Palestina no pensamos llenar siquiera la formalidad de consultar los deseos de los actuales habitantes del país”.

Por si quedaba alguna duda.

A partir de ese momento la inmigración creció inconteniblemente, organizada por la Agencia Judía que formaba parte de la administración británica. En 1936 se produciría la primera rebelión palestina contra los ingleses, cómplices y siervos, que duró tres años y se saldó con millares de muertos (en su mayor parte, palestinos).

Eran tiempos revueltos: En 1917 David Ben Gurión afirmaba que “en un sentido histórico y moral (¡que sabría él de moral!) Palestina era un país sin habitantes”. También por aquel entonces, según relata Fanon, los profesores franceses de la Universidad de Argel enseñaban que los argelinos eran más parecidos a los monos que a los hombres mientras Teodoro Herzl, fundador del sionismo, escribía:

La Edificación del Estado Judío no puede hacerse por métodos arcaicos. Supongamos que queremos exterminar los animales salvajes de una región. Es evidente que no iremos con arco y flecha a seguir la pista de las fieras como se hacía en el siglo XV. Organizaremos una gran cacería colectiva, bien preparada, y mataremos las fieras lanzando entre ellas bombas de alto poder explosivo”

¿Les suena de algo?

La mentalidad colonial marcó desde el principio y muy profundamente el establecimiento de la inmigración judía en Palestina. Aún a nivel de la clase obrera se instala una perversión de la conciencia que convierte al trabajador árabe, primero, en competidor del inmigrante, después, en enemigo y, finalmente en víctima. La Histadrut, central sindical judía de la única democracia fake del Oriente Medio, NO los admite en su seno, los boicotea, prohíbe a las empresas judías que compren materiales trabajados por los árabes.

David Hacohen, miembro de la Histadrut y años después parlamentario israelí, recuerda las dificultades que tuvo para explicar a otros “socialistas” ingleses que en su país – es decir en Israel – “se adoctrina a las amas de casa para que no compren nada a los árabes, se piquetean las plantaciones de citrus para que ningún árabe pueda trabajar en ellas, se vuelca petróleo sobre los tomates árabes, se ataca en el mercado a la mujer judía que ha comprado huevos a un árabe y se los rompen dentro de la misma canasta...”

Pero, claro está, los socialistas (¿?) ingleses oyeron todas estas confesiones como el que oye llover permitiendo que la soberbia racial – que al parecer ellos detentaban también en un alto grado – fuese moldeando la sociedad israelí en el más puro aislamiento, como si todos los ghettos del mundo se hubiesen juntado en un ghetto más grande, pero esta vez, deliberadamente encerrado en sí mismo.

En fin. Si es ceguera no ver lo que existe, a esa ceguera debe atribuirse la sangre que ha corrido y, desgraciadamente, no dejará de correr en Palestina.

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