Jazz del bueno, excelente Ballet Nacional español y un “Pedro y el lobo” de cine animado con música en directo. Tres propuestas que llenaron salas

Hay semanas en que la abundancia de actos culturales, conciertos, audiciones y propuestas atractivas hace que tengas que elegir, con una recompensa añadida: puedes pasar de un ballet de altos vuelos a un guitarrista con sombrero y estética gipsy de un día para otro. También puedes encontrarte con la escenificación de la suite musical “Pedro y el lobo” de Sergei Prokófiev: cine, música y narradora todo a la vez. Crónicas breves, alguna paradójica.
Tiempo de lectura: 4 min

Fotografias: Merche Burgos

Ballet Nacional de España – Afanador – Sala Argenta – 13 diciembre – 19:30 horas

El director artístico del ballet -Marcos Morau (Onteniente, 1982)- invitaba a entrar en el mundo de “Afanador” como en un sueño, abandonándose a los sentidos, reconociendo lugares, personas, paisajes que sabemos que hablan de nosotros. Un sueño fue: alterado, con escenarios cambiantes, en blanco y negro, con versátiles formas, cantes profundos y un cuerpo de baile rítmico, cadencioso, con un esfuerzo técnico y físico notable. Un prodigio de danza moderna con una estética que recordaba e insistía en el mundo fotográfico de Ruven Afanador (Bucaramanga, Colombia, 1959) y su pasión por el flamenco.

Escenografía que simulaba un estudio fotográfico donde sonaba y resonaba una música que golpeaba al público y generaba perpetuos movimientos entre los bailarines. Los momentos más calmados vinieron de los cantes de Gabriel de la Tomasa, con las guitarras de Enrique y Jonathan Bermúdez y la percusión de Roberto Vozmediano. Homenajes al cine, a Camarón, al amor y a la vida. Una mezcla de sensaciones que avasalla y hacen del espectáculo algo único. Su director -Rubén Olmo (Sevilla, 1980)- aparece al final en un solo a recordar. Excelencia total: ballet, música, dramaturgia, vestuario y un diseño general impresionante.

 

Samson Smitt Trio – Jazz Manouche – Auditorio Centro Botín – 12 diciembre – 21:00 horas

“Bonsoir. Buenas noches” fueron las primeras palabras de un guitarrista francés especialista en jazz manouche, esa música que también llaman jazz gitano desde que un guitarrista como Django Reinhardt asombró por su dominio de la guitarra con sonido acústico y una improvisación melódica veloz en la década de los pasados años 40. Heredero de su estilo, Samson Smitt (Creutzwald, Mosela – 1979), está en gira española y norteamericana “muy contento de estar aquí en Santander”. Pocas palabras más; para él habla su guitarra que empezó solista con un bolero –Manouche attitude– y siguió con una mezcla de temas conocidos, homenajes a su padre (Dorado Smitt, guitarrista aussi) y al jazz sin fronteras de estilos: Hello, Dolly o el cierre Automn Leaves.

El sonido fue perfecto, sus solos impetuosos y rápidos (esa mano izquierda que no descansaba, lo mismo que su pierna) en compenetración con su trio, lleno de espíritu gitano muy francés. Hubo momentos virtuosos que Samson iba sacando de su chistera (sombrero en su caso). Buen acompañamiento al contrabajo de Gino Roman y eficaz en esa guitarra rítmica percusiva Francko Mehrstein. Una propina final tras doce temas fue la guinda de una noche que se hizo corta junto al mar.

 

Pedro y el lobo Live – OSCAN con narradora – Sala Pereda – 13 diciembre – 17:00 horas

Pocos espectáculos para niños se programan en el Palacio de Festivales santanderino. Por eso, la apuesta por la recreación del cuento musicado por el compositor soviético Serguéi Prokófiev (1891-1953) contado en imágenes por Suzie Templeton, cuyo corto fue el ganador del Premio Oscar en 2007, parecía éxito asegurado; un cuento increíblemente bien animado donde la técnica del stop-motion aporta un realismo extraordinario. La sala se llenó con niños “a partir de 4 años” no muy preparados para treinta y tres minutos de imágenes impactantes que se alejan del cuento ruso original, actualizando la historia en una ciudad gris con coches Lada y llenando de violencia muchas escenas (episodio de captura y volcado del pequeño Pedro por dos paramilitares dentro de un contenedor lleno de suciedades). Estos cazadores de niños y lobos vuelven a aparecer; puede que al personal infantil tuviera más miedo del lobo y sus fauces, pero a los adultos presentes el miedo tenía que ver con esos dos crueles personajes.

Antes del visionado del corto -con la orquesta presente- una narradora dio unas explicaciones previas entre grititos, gracietas y un tono que parecía tratar a los niños/as como iletrados (por no usar palabras más fuertes). Gritos por aquí, gritos por allá y una presentación de los personajes con sus instrumentos: Pedro era un violín y toda la cuerda, el abuelo un fagot, el pájaro una flauta, el pato un oboe, el gato un clarinete, el lobo un corno francés y los cazadores unos timbales. Se podría haber hablado con precisión de temas musicales y no llamar “conciertino” al concertino. Si lo didáctico de la tarde era esta presentadora -la tataranieta de Prokofiev 😊-, alguien no había estudiado Pedagogía.

Luego la orquesta respondió, con unos solistas que lucieron. Sus nombres: Álvaro, Isabel, Isa, Javi Cereceda, Rebeca, Doris, José… y toda la cuerda. Dirigiendo Paula Sumillera. Resumen final: un “Pedro y el lobo” descafeinado por alguien que no se conoce dónde le pusieron el título de narradora para poder ejercerlo así -mal- y con un corto que es y no es el cuento original.

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