Es posible (incluso en Navidad): distintos proyectos permiten compras éticas y con valores
Cuando fuimos a la Filmoteca a ver el estreno de los cortometrajes de ‘Solidaridad en el foco’, el proyecto de Cine en comunidad, nos quedamos con una sensación calentita: es posible. Frente a una imposición artificial y machacona del egoísmo, lo natural, lo real y el sentido común es el apoyo mutuo, la ayuda, el estar ahí. Por eso algunos invierten tanto dinero y energía en cambiarlo, porque saben que en el fondo su visión del mundo y la convivencia es profundamente antinatural y nadie la aceptaría sin esa machacona carga de propaganda, violencia y dinero.
En días de acumulación de gente bolsa en mano, de una ‘alumbrada’ guerra publicitaria entre ciudades en la que todo es un recurso extractivo y de una economía hiperacelerada y concentrada en la que los fondos, casi invisibles pero omnipresentes, ya son los nuevos dueños de sectores claves, resulta que también hay proyectos que permiten que el dinero que tanto nos cuesta ganar pueda tener un uso más ético que engrosar los beneficios de los grandes entre los grandes.
Puede que no sea masivo ni hegemónico, pero desde luego es más que una anécdota y demuestra que es posible a base de osadía, colaboración e insistencia. Como cada vez que se da un primer paso de algo.
INSERCIÓN SOCIAL
Uno de los ejemplos más consolidados es el de las agendas solidarias del taller Dínamo, impulsado por ACCAS (Asociación Ciudadana Cántabra Antisida), que este año han incorporado los nuevos dietarios con un nuevo tipo de papel. Están elaboradas con papel reciclado y materiales sostenibles, y su venta permite financiar programas de acompañamiento a personas con VIH o en situación de exclusión social. Las podéis encontrar en su sede o en La Vorágine.
También en el ámbito de la inserción, Campus Diversia de AMICA ha puesto en marcha la venta de cestas solidarias con productos ecológicos y de proximidad, como vino, aceite o miel. Lo recaudado apoya la contratación de personas con discapacidad en entornos agrícolas. Este año, su finca en Valencia ha debido enfrentarse a la recuperación tras la DANA.
Cestas solidarias del Campus Diversia de AMICA: productos ecológicos con impacto social
Desde Revilla de Camargo, el Obrador El Lambión, promovido por Incluye Cantabria y Fundación Cuin, produce bollería, pan, tartas o mermeladas –y tiene bar para tomar café o desayunos– al tiempo que forma a jóvenes en riesgo de exclusión. Es un ejemplo de empresa de inserción basada en la economía social y la sostenibilidad y una gran opción para roscones o turrones, frente a las grandes cadenas que maltratan a su plantilla.
O la nueva tienda-restaurante ‘Comida con propósito’ de APTACAN en Camargo, que ofrece un espacio real de aprendizaje y atención al público para personas adultas con autismo, promoviendo la inclusión laboral con el acompañamiento de profesionales especializados.
El proyecto textil Berris, impulsado por la Asociación Nueva Vida, combina la producción ética de moda con procesos de formación y empleo para mujeres que han vivido contextos de prostitución o trata. Las prendas, serigrafiadas con mensajes sociales, se elaboran en Cantabria y forman parte de iniciativas de economía social con impacto.
En el mismo campo actúan las tiendas de ropa de segunda mano de Cáritas, a través de la red Moda re- y Koopera Store, que reutilizan prendas donadas, crean empleo para personas en situación de vulnerabilidad y reducen el impacto ambiental del sector textil.
MEDIO AMBIENTE Y REUTILIZACIÓN
Hablando de reutilizar y reducir, los mercadillos de segunda mano en Cantabria también han ganado peso. Iniciativas como las del Centro Social Smolny en Santander, la Asociación Cultural Octubre en Torrelavega, La Central en Navajeda o los mercados mensuales organizados desde el Ayuntamiento de Riotuerto ofrecen productos reutilizados a precios asequibles, fomentando la economía circular y el consumo sostenible.
En Riotuerto ha abierto además una Objetoteca, donde se pueden prestar herramientas o electrodomésticos, evitando compras innecesarias y reforzando el uso compartido de recursos como estrategia de sostenibilidad local.
COOPERACIÓN
En el ámbito de la cooperación internacional, la tienda de Comercio Justo de Oxfam Intermón, miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGDS, en Santander (calle Cervantes) ofrece productos que garantizan condiciones laborales dignas en los países de origen.
También la librería solidaria AIDA Books&More, gestionada por voluntariado, vincula la venta de libros con el apoyo a proyectos de cooperación internacional de AIDA, que trabaja en Guinea Bissau y es miembro de la Coordinadora Cámtabra de ONGDS. A ellas se suma 14 Kilómetros –la distancia entre Europa y África-, con productos de artesanía africana disponibles en su sede y en la tienda Giralibro.
Además, la organización Treball Solidari, con presencia en Cantabria, impulsa el autoempleo y la creación de cooperativas de trabajo como herramienta de inclusión y regularización administrativa, especialmente para personas migrantes. A través de programas como Renova, que fomenta el relevo generacional en zonas rurales, ofrece formación, asesoramiento y microcréditos solidarios, promoviendo proyectos sostenibles con impacto social y arraigo territorial.
LA BATALLA DE LA ENERGÍA
En el ámbito energético, la cooperativa cántabra Solabria Renovables es ya veterana en el impulso a un modelo de producción y comercialización de energía 100 % renovable y gestionada de forma democrática. Además de su actividad comercial, trabaja mucho en la ‘evangelización’ sobre las nuevas formas de hacer economía.
CULTURA INDEPENDIENTE EN TIEMPOS DE CONCENTRACIÓN
Desde la cultura, la librería y espacio asociativo La Vorágine defiende que comprar libros puede ser un acto ético. Su modelo cooperativo y comunitario, con herramientas como bonos regalo o su caja de resistencia para lectores, refuerza circuitos independientes frente a los gigantes del sector.
La Vorágine cumple 12 años agitando la cultura crítica y el trabajo asociativo desde Santander
EL (BUEN) IMPACTO DE LA ECONOMÍA
Algunas propuestas se sitúan en el marco de la economía de impacto, como el trabajo de centros como CISE o Yunus, o experiencias rurales como Pas Coliving, todo un primer año ya funcionado, o el reciente Espacio Ubuntu en Villegar de Toranzo, que apuestan por modelos cooperativos, vida comunitaria y arraigo territorial frente a fenómenos como la despoblación.
Y NOSOTROS, SÍ
Permitidnos incluirnos a nosotros mismos en esta lista: en el campo de la comunicación, y desde hace ya 13 años, existe un periodismo distinto, que no sólo da cobertura a todas estas iniciativas de economía social, impacto o valores, sino que en sí misma supone un modelo distinto:
frente al minuto a minuto de la nada, un ritmo más pausado en sus textos de investigación o en sus entrevistas a referentes intelectuales; frente al clickbait, tono didáctico; frente a la búsqueda de audiencias masivas, un periodismo cercano, vecino, cotidiano y, por qué no, pequeñito; frente al malismo generalizado, empatía con las víctimas de aquí y el mundo –y sí, hay un genocidio en Gaza–; frente a las torres de marfil, contacto con asociaciones, coletivos, movimientos y la gente que se mueve; frente a las agendas impuestas, vigilancia al poder y preocupación por las cosas importantes: el trabajo, la vivienda, la igualdad, la vulnerabilidad; frente al bulo como estrategia, talleres de formación contra el discurso de odio; y frente al capitalismo en vena, proyectos de colaboración y apoyo en la propia comunidad lectora: puedes hacerte socia por 8 euros al mes. Como decíamos al principio, resulta que es posible.
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