Una cafetera humea en la barra en lo que podría parecer una cafetería más en Revilla de Camargo, en una barriada enfrente de UVESCO.

Al fondo, tras el cristal que separa la sala de la cocina, un grupo de personas trabaja con masa de roscón, da forma a croisants y se esmera con las tostadas de Navidad o torrijas.

Es la semana de Nochebuena y eso en el Obrador El Lambión significa que todo el mundo a la sala de máquinas.

Lo más importante no es el nivel de calidad conseguido por sus turrones, bollos, tartas, roscones, pan, mazapanes o (novedad de hace escasas semanas) su chocolate: detrás hay un proceso de inserción laboral para jóvenes con algún tipo de dificultad de inserción laboral, bien por formación, por origen u otras circunstancias.

Este obrador, promovido por la Fundación Cuin, forma parte de una red de empresas de inserción social en Cantabria, donde personas en riesgo de exclusión acceden a un trabajo con contrato, salario y acompañamiento personalizado. En el caso de Lambión, ese empleo se da en forma de formación repostera, atención al cliente y tareas de cafetería. Pero su valor va mucho más allá de las habilidades técnicas: ofrece una experiencia laboral real que puede marcar un antes y un después en la vida de quienes participan.

Pedro, uno de los responsables de Fundación Cuin, lo resume así: «Intentamos ayudar a nuestros chavales y a personas que tienen una difícil empleabilidad a aprender un oficio mientras que trabajan, porque están contratados y cobran».

Cada participante se incorpora a un itinerario de hasta tres años durante el cual desarrolla habilidades, se forma en un oficio concreto y, después, se le acompaña en la transición al empleo ordinario. En la actualidad, el equipo lo integran 14 personas en inserción.

«No es un negocio, pero tiene mucho alma», añade Pedro, que insiste en que el propósito no es el beneficio económico sino la generación de oportunidades con sentido. Esa filosofía se nota también en el producto: todo lo que se vende en el obrador está elaborado a mano, con materias primas de cercanía y desde cero en el propio local. «Lo hacemos todo elaborado aquí. De hecho, se ve por la ventana», explica, subrayando la transparencia del proceso y el contacto directo con la fiel, constante y abundante clientela.

Repostería con dimensión social

A cargo del obrador está Nuria, pastelera de referencia y formadora del equipo. Cada campaña de Navidad se convierte en un reto de producción que combina tradición, calidad e innovación. «Ahora es un periodo muy especial y hacemos muchísimas cosas: turrones, mazapanes, tartas especiales, troncos de Navidad y muchos roscones», relata.

El más solicitado es el rosco relleno de nata, aunque este año se han incorporado nuevas versiones como el rosco Lambión, una masa tipo croissant rellena de almendra, además de otras variantes con trufa o crema pastelera.

Recientemente (pero recientemente recientemente) se ha incorporado una línea de bombonería artesanal, en la que se está formando la propia Nuria. «Hace un mes hemos empezado con el chocolate, hemos empezado a hacer bombones», explica Pedro. A pesar de ser una experiencia reciente, los resultados son prometedores: «todo lo que se ha hecho se ha vendido».

El proyecto incluye también una cafetería abierta al público, con desayunos, tostadas, tortillas y pinchos servidos por el propio equipo en formación. Una terraza exterior completa el espacio, que se ha convertido en un punto de encuentro habitual en la zona, desde visitantes que acuden expresamente a  gente de paso a desayunos o el café de media mañana de puntos de trabajo cercanos (como la sede de la Fundación Laboral de la Construcción, donde se imparten cursos) o un vecindario que ha acogido con cariño este proyecto.

Al otro lado del cristal

Javi es uno de los trabajadores del obrador. Tiene menos de cuatro meses de experiencia, pero su entusiasmo es evidente. «Muy contento… intentando aprender el oficio y entrar en el mundo laboral para tener un futuro más o menos ya asegurado», explica, mientras remueve las rodajas de pan que se convertirán en tostadas o torrijas. Antes de llegar aquí, nunca había tenido un empleo. Fue un educador quien le propuso la oportunidad, y desde entonces su rutina ha cambiado por completo.

Asegura que «la Navidad ya ha llegado para la gente» y describe con humor el ritmo del servicio en barra: «venía aquí la gente a desayunar a tutiplén». Del trabajo diario dice que «ni fácil ni difícil», aunque reconoce que lo más complicado es «madrugar». Destaca especialmente el apoyo que recibe de Nuria: «se te hace todo más fácil porque te guía».

Lucía, otra de las trabajadoras, lleva ya dos años en el obrador. Su tarea principal es la atención al público. «Damos desayunos, tartas, ofrecemos tostadas… soy dependienta», cuenta. Tiene 20 años y llegó al proyecto tras terminar la ESO y un grado medio que no le convenció. Valora el buen ambiente de trabajo y el compañerismo: «me ayudan mucho, hay muy buen ambiente», y subraya que «la gente es muy amable y sabe cómo es la empresa».

Si tuviera que elegir un producto, lo tiene claro: «a mí me gusta la crema… el rosco de crema». Aunque matiza, entre risas: «todo está muy rico; aquí tenemos la mejor pastelera».

Qué es una empresa de inserción

Las empresas de inserción son una figura reconocida legalmente dentro del marco de la economía social, regulada por la Ley 44/2007, y tienen como objetivo facilitar el acceso al mercado laboral de personas en situación de exclusión.

Entre los colectivos que pueden participar en estas empresas se encuentran personas jóvenes sin experiencia, personas migrantes, paradas de larga duración, mayores de 45 años o víctimas de violencia de género. Los contratos deben tener una duración mínima de seis meses, y los proyectos deben asegurar un acompañamiento socio-laboral para facilitar la transición posterior al empleo ordinario.

Según datos de la Red de Empresas de Inserción, estas iniciativas tienen una tasa de inserción laboral en el mercado ordinario cercana al 40 %, y contribuyen también a fomentar el consumo responsable y local.

Fundación Cuin: inclusión desde lo cotidiano

La Fundación Cuin es una entidad sin ánimo de lucro que trabaja desde Cantabria con personas en situación de vulnerabilidad, especialmente jóvenes, a través de proyectos de formación, empleo y acompañamiento socioeducativo. El Obrador en Lambión es una de sus líneas de acción más visibles, pero también desarrollan programas de apoyo en el ámbito residencial, educativo y de ocio, con una perspectiva comunitaria.

En su página web (fundacioncuin.org) se puede consultar el conjunto de sus proyectos y su enfoque de trabajo, que pone el acento en el desarrollo personal y en generar entornos seguros y estructurados desde los que construir futuros.

Su apuesta por la economía social como herramienta de transformación se concreta en propuestas como El Lambión, donde el aprendizaje de un oficio va acompañado de experiencia laboral real, referencias laborales, vínculos personales y autoestima. No solo se enseña a hacer repostería: se aprende a ser parte de un equipo, a gestionar la presión, a tener hábitos, a proyectar un futuro.

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