Satie pintado por Suzanne Valadon

Centenario de Erik Satie – “Vexations” – 1 y 2 de julio 2025 – Fundación Gerardo Diego

Érase una vez un compositor francés llamado Erik Satie (1866-1925) poco proclive a enamoramientos hasta que un 14 de enero de 1893 propone matrimonio a la pintora y modelo Suzanne Valadon (1865-1938) la noche de su primer encuentro. No hubo boda, pero fueron seis meses de intensa locura amorosa en una relación que parece haber sido la única que tuvo el músico en toda su vida, y sólo una más de las muchas de la pintora. Satie estaba obsesionado con la artista, de la que describía que le gustaba «todo su ser, sus hermosos ojos, sus dulces manos y sus pequeños pies». Romper con ella a los seis meses le dejó “sin nada, excepto una helada soledad que llena el cerebro de vacío y el corazón de tristeza». Y algo más: una partitura con el título de “Vexations” (vejaciones) que el dolido músico compuso poco después en un momento de improperios al piano contra sí mismo: “He sido capaz de tocar todo en mí”. El “pobre” Erik tenía 27 años.

Partitura y sus 152 notas

En esos momentos de desengaño y enojo escribe 152 notas en una partitura a la que añade “para tocar este motivo 840 veces seguidas, será bueno prepararse de antemano, y en el mayor de los silencios, por medio de serias inmovilidades”. Lo escribió en francés, idioma en el que tampoco se entiende del todo la frase. Descubierta a su muerte en el fondo de una estancia en desorden máximo (un piano desvencijado debajo de otro en uso adecuado) no es hasta 1949 cuando otro compositor (John Cage, 1912-1992) imprime la hoja y catorce años más tarde la interpreta adecuadamente en Nueva York con otros pianistas en 18 largas horas.

18 horas y 48 minutos ha sido el tiempo en que los pasados martes y miércoles se han tocado las “Vexations” en Santander. 55 pianistas sin un momento de parón musical en una esquina de la Fundación Gerardo Diego habilitada para que todo fuera acompañado de un montaje videográfico de catorce minutos continuado: bucle visual, bucle satienesco. Agrupadas en repeticiones de 6, 9, 12 o 15 (cada pianista hizo su aportación diferente), las “vejaciones” dejaron de ser poco amorosas para evocar momentos tranquilos, sueños repetitivos, relatos entrecortados, cierta paz interior y exterior.

Cada pieza duraba en torno a 1 minuto y 20 segundos, con un metrónomo digital que invitaba a mantener un pulso de corchea 78. Unos adelantaron, otros retrasaron, otros terceros recuperaron y al final se superó el tiempo estimado de la performance, alias las “840 variaciones”. Los oyentes -y espectadores- asistimos embelesados a la caída de una partitura nueva cada repetición hasta acabar formndo una montaña “notable” (llena de notas). Los pianistas estaban “asombrados” en el doble término de admirados y llenos de las sombras que su perfil proyectaba sobre una pared que parecía el muro del tiempo: relojes inverosímiles, mecanismos, caídas de instrumentos a cámara lenta, metrónomo estallando y unas velas que volvían a aparecer cada 14 minutos alargando la figura «asombreada» del/de la pianista.

Satie no se imaginó la que estaba liando con sus vejaciones. 132 años después el “lio” llegó a Santander de la mano de Esteban Sanz Vélez, Luis Aracama y la Fundación Gerardo Diego. Felicidades a todos, en especial a los esforzados 55 pianistas que han soñado durante muchos días con un material armónico complicado de memorizar (algunos decían que imposible). SATIEsfechos.

Organizadores sobre 840 partituras: Andrea Puente, Esteban Sanz, Luis Aracama