Cuéntame cómo empezó- 1

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¿Palestinos? No sé lo que es eso” declaró en una ocasión Golda Meir, primera ministra que fue del Gobierno de Israel. Y esta negativa suya a no aceptar la realidad: Sí, Palestina está y estuvo siempre habitada por el pueblo palestino haría, como es lógico, correr ríos de sangre. Pero no detendría la historia.

Desde su instauración (Mayo de 1948) gracias a las malas artes del Imperio colonialista Británico la política oficial del Estado de Israel se ha basado siempre en simular que los palestinos eran jordanos, egipcios, sirios o libaneses que se habían vuelto locos y se creían palestinos que pretendían, para colmo, volver a ocupar las tierras que voluntariamente habían abandonado en 1948 o que les habían sido robadas – no tan voluntariamente – en fechas como 1917,1948, 1956, 1967 y sucesivas.

Inútil que estos argumentos hayan sido desmantelados por la historia: Israel es un mentiroso compulsivo, puro Occidente y en Occidente (véase nuestra historia) la mentira ha circulado siempre haciéndose pasar por la verdad hasta el día en que se vuelve militarmente insostenible. Los hebreos no tienen ni han tenido nunca del derecho de primogenitura a estas tierras. Los hechos son tozudos. Las fechas también:

Hace 2800 años el reino de Israel fue abatido por los asirios. Hace 2600 años el reino de Judá fue liquidado por los babilonios y ya en el año 70 de nuestra era, los romanos arrasaron Jerusalén. Estos son los precedentes históricos. Estos, sus títulos de propiedad sobre Palestina. Ahora bien, títulos análogos fundados en la invasión persa del siglo VI antes de Cristo podrían ser alegados por Irán. Y ya puestos, también por Grecia que podría recordar que Alejandro ocupó Palestina el año 331.O incluso, por el Papa de Roma que podría acordarse de que en el año 1099 los cruzados católicos fundaron el reino de Jerusalén. Y más y más

Con la destrucción de Jerusalén – o eso dicen – empezó. La diáspora judía, la dispersión. Desde entonces, según la leyenda moderna, el judío anduvo errante por el mundo esperando volver a Palestina. ¿Cuántos volvieron realmente? Historiadores ingleses afirman que en el siglo XVI vivían en Palestina menos de 4000. En el siglo XVIII, eran 5000, y a mediados del siglo XIX eran unos 10.000. Es a finales de este siglo cuando algunos judíos empiezan a plantearse el retorno masivo, y cuando este retorno asume una forma política y una ideología: el sionismo. ¿Por qué?

Es en Rodolfo Walsh, donde vamos a encontrar una de las respuestas más acertadas al enigma. Walsh dice que la respuesta a esta pregunta surgió del campo de concentración nazi de Auschwitz. Al parecer la escribió en 1944, su último año de vida, un judío marxista de 26 años llamado Abraham León: “El sionismo – escribió – que pretende extraer su origen de un pasado dos veces milenario, es en realidad el producto de la última fase del capitalismo”

Bingo.

En esa fase todos los nacionalismos europeos habían construido ya sus estados y no necesitaban ya de la burguesía judía que ayudó a construirlos, pero que, en esa fase, resultaba ya un competidor molesto para el capitalismo nativo. “Repentinamente” surge en esos países el chovinismo antisemita, y se convierten en extranjeros indeseables los judíos que habían estado integrados durante siglos y que no tenían ningún interés en volver a Palestina.

Eso dicho, recordar también que las persecuciones del siglo XIX afectan. Mas a la clase media judía que a la clase alta, cuyos representantes notorios iban a lograr una nueva integración a nivel del capital financiero internacional.

Aquellos judíos europeos perseguidos que descubrieron en el capitalismo la verdadera causa de sus males, se integraron en los movimientos revolucionarios de sus países de nacimiento. El sionismo evidentemente no lo hizo y se configuró como ideología de la pequeña burguesía, alentada por banqueros como los Rotschild que venían venir la ola y querían que “sus hermanos” se fueran lo más lejos posible.

La ideología sionista encontró su profeta en un periodista de Budapest, Teodoro Herzl; su programa en las resoluciones del Congreso de Basilea de 1897; y su herramienta en la Organización Mundial Sionista.

El retorno a Palestina tropezaba sin embargo con un pequeño escollo: El país estaba ocupado por una población – 500.000 habitantes – que desde la conquista islámica del siglo VII era árabe.

Pero semejante detalle no iba a detenerlos: Negaron el problema.

Las crónicas dicen que, un día, el escritor francés Max Nordau se encontró con Herzl y le comentó  asombrado: “Pero en Palestina hay árabes” y después agregó “Vamos a cometer una injusticia”.

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