Ocho claves del nuevo modelo del Hospital Valdecilla: ¿Eficiencia o negocio?

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Diego sigue no inaugurando Valdecilla

Ignacio Diego y Sáenz de Buruaga, en la no-inauguración de Valdecilla.

Ferrovial ha entregado las obras a la Gerencia del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Ha cumplido con los plazos – a nueve días de las elecciones- aunque todavía hay operarios con los remates. Y le ha facilitado al Gobierno que le adjudicó el megacontrato una bonita carta electoral: poder presentar antes del 24 de mayo la finalización del hospital de referencia, el símbolo de la salud de los cántabros.

Valdecilla terminado, después de una década y un lustro empantanado en obras, molestias que el personal ha llevado con una paciencia infinita, impagable por parte de todos y cada uno de los cántabros que alguna vez hemos tenido que pasar por sus manos.

Pero el debate ha estado muy marcado estos últimos cuatro años por los mensajes excesivamente sentimentales (no es una cuestión de modelo público vs. privado), la falta de rigor en los discursos políticos y dudas razonables sobre la necesaria evaluación de las medidas que se han emprendido, como lamentan constantemente los expertos.

1.- 15 AÑOS DE OBRAS

15 años han durado las obras del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV), desde el terrible accidente de la fachada oeste el 2 de noviembre de 1999, en el que perdieron la vida cuatro trabajadores, cuando ni siquiera estaban transferidas las competencias a la comunidad autónoma.

Los sucesivos gobiernos, desde José Joaquín Martínez Sieso (PP), en el que residió la decisión de mantener el hospital en la misma finca que cedió el Marqués de Valdecilla para su construcción, en 1929, hasta el actual de Ignacio Diego (PP), pasando por los ocho años de Miguel Ángel Revilla (PRC-PSOE), han ido acumulando proyectos, obras y sobrecostes para la finalización definitiva del centro de referencia nacional.

Con el PSOE en el Gobierno, se sentaron las bases de la Fase III que acaba de recibir terminada la gerencia del HUMV. Pero un desacuerdo con la UTE adjudicataria (Ascan-OHL) tenía paralizadas las obras al término de la segunda legislatura PRC-PSOE.

El actual Gobierno del PP decidió rescindir el contrato y emprender un nuevo concurso: la vicepresidenta, María José Sáenz de Buruaga, puso el nuevo modelo de Valdecilla en marcha.

2.- EL DIÁLOGO COMPETITIVO

Amparado en un punto de la reforma de la Ley de Contratos que dejó aprobada Zapatero poco antes de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy (20 de noviembre de 2011), el concurso para la finalización de Valdecilla estableció una fórmula, por primera vez para la adjudicación de obras en un el Sistema Nacional de Salud (SNS): la fórmula del diálogo competitivo.

En resumen, el Servicio Cántabro de Salud (SCS) creaba una mesa de diálogo competitivo a la que estaban invitadas una preselección de empresas interesadas y en ese ámbito podían proponer mejoras al pliego inicial, sugerencias que se irían incorporando al pliego definitivo.

De todas las empresas interesadas, al final del proceso sólo quedó una: Ferrovial, a través de su sociedad para gestión de servicios, Ferroser.

De esta manera, se adjudicaba a una de las grandes del Ibex-35 el megacontrato de Valdecilla, un documento que regula para los próximos 20 años la relación de la empresa con la administración, por un importe superior a los 900 millones de euros (IVA incluido).

3.- EL NUEVO MODELO DE VALDECILLA ES MÁS CARO

El nuevo modelo de Valdecilla es una modalidad de colaboración público privada enmarcada en las PFI (private finance iniciative o financiación de iniciativa privada).

En este tipo de colaboraciones, la empresa privada adelanta la financiación necesaria para la construcción de infraestructuras sanitarias y recibe a cambio la gestión de los servicios, en principio los que no son de bata blanca, los servicios no sanitarios.

Antes del megacontrato de Valdecilla, cerca de 40 servicios estaban subcontratados a distintas empresas; ahora será Ferrovial la que se encargue de la gestión de todos aquellos, a los que se han añadido otros nuevos como la informática y las historias clínicas.

Ferrovial recibirá del Gobierno de Cantabria del orden de 38 millones de euros cada años durante las dos próximas décadas, de los cuales cinco se corresponden con el precio de la finalización de la Fase III del Hospital, y el resto (33) con el precio acordado para la gestión de los servicios.

Por los servicios no sanitarios, la factura para el Gobierno, antes del megacontrato, era de 28 millones de euros. Por lo tanto, el nuevo hospital será más caro.

ramonpelayo

Protestas en la calle contra el nuevo modelo

En su recurso administrativo, el PSOE denunció que no había informes de la consejería de Economía ni del SCS que justificaran la necesidad de este nuevo modelo para la gestión de Valdecilla.

Desde casi todos los partidos de la oposición se ha criticado que esta gestión de todos los servicios no sanitarios otorga un poder desorbitado a la empresa privada en el funcionamiento del hospital público.

Incluso, desde los movimientos sociales han sugerido que el megacontrato abre la puerta a la privatización de servicios de bata blanca, no sólo en Valdecilla, sino en todo el SCS.

4.- ¿LO PAGA EL GOBIERNO DE ESPAÑA?

Aquí reside la gran contradicción del nuevo modelo de Valdecilla emprendido por el Gobierno del PP en Cantabria.

Por el momento, el Gobierno de España ha destinado dos partidas de 28 millones de euros para el hospital cántabro, lejos todavía de los casi 100 millones que han costado las obras.

En caso de que estos convenios se mantengan en próximos ejercicios, hasta cumplir con el compromiso de pagar las obras de Valdecilla, el Gobierno de España asumiría el coste. Pero entonces: ¿Qué necesidad había de ligar todos los servicios del Hospital a la gestión de una sola empresa por 20 años, que son cinco legislaturas?

5.- DÉFICIT QUE NO COMPUTA PARA EUROPA

La fórmula del PFI, la iniciativa de inversión privada, tiene ventajas e inconvenientes, según destacan los expertos en economía de la salud.

Su principal virtud es que, al asumir la empresa la financiación necesaria para las obras, la administración regional no se endeuda más, en tiempos en que la estabilidad presupuestaria se mira con lupa desde Bruselas.

Por el contrario, esos gastos financieros – acudir al banco para pedir crédito- son superiores para la empresa privada que para la administración pública, de manera que, teóricamente, el coste de la obra es mayor que si la iniciativa hubiera sido pública.

Y ese precio superior no lo asume la empresa privada; por supuesto que se lo repercute en el megacontrato a 20 años.

6.- UN DEBATE SENTIMENTAL E IRRACIONAL

Todos estos factores han quedado eclipsados en los últimos cuatro años por un debate totalmente sentimental, de confrontación entre el modelo de la sanidad pública tradicional y este nuevo, bajo la falsa premisa de la privatización de Valdecilla.

El nuevo modelo de Valdecilla da más poder y responsabilidad a la empresa privada en el funcionamiento del hospital, pero desde luego no es una privatización como el del denostado modelo Alcira; se parece mucho más a un concierto: la empresa pasa la factura cada año a la administración regional.

En cualquier caso, este mismo modelo que ahora comenzará a regir Valdecilla tiene riesgos, sobre todo relacionados con la premisa de la empresa privada de nunca perder dinero. Y siempre queda la duda, en ese caso, de que el Gobierno tenga que acudir al rescate, con un gasto superior de dinero público al inicialmente planteado.

Al final, en caso de conflicto, la administración no tiene capacidad de negociación frente a la empresa privada, en un asunto tan sensible como la salud de los cántabros, que siempre han valorado con nota muy alta Valdecilla y, en general, la sanidad pública en Cantabria.

7.- CONSTRUCTORAS A POR EL NEGOCIO DE LA SALUD

También llama la atención, en el contexto económico español de pinchazo de la burbuja inmobiliaria, cómo las grandes empresas del sector de la construcción han creado divisiones de gestión de servicios, para hacerse con contratos en sectores tradicionalmente públicos, como Sanidad y Educación.

Tampoco es la primera vez, porque ya lo hicieron al calor de la burbuja de las renovables, pero en este caso las grandes empresas inmobiliarias se han lanzado al negocio (es la palabra que emplean los defensores de modelos como el de Valdecilla como César Pascual, el director del hospital) de la salud y la educación pública.

8.- SIN CULTURA DE EVALUACIÓN

Lo cierto es que, por desgracia, las decisiones en materia de salud (en realidad, en todos los ámbitos de la vida pública) se adoptan sin evaluación alguna de los resultados y tienen mucho más que ver con el coste/beneficio político que con cualquier otro factor.

Por eso, no hay evidencia científica e independiente en España que avale que este nuevo modelo de Valdecilla será más eficiente que el anterior. Y tampoco lo contrario.

Políticamente, lo valoraremos no en las elecciones del próximo 24 de mayo, sino dentro de cinco campañas electorales. Porque 20 años dan para mucho y darán y quitarán razones.

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1 Comentario

  • Victoriano
    17 de mayo de 2015

    Excelente análisis, como siempre. Dos comentarios que pueden arrojar alguna luz:
    – la decisión de abordar este modelo viene después de una bofetada del gobierno de la nación, adjudicando 1 millón de euros para 2013 a Valdecilla. El puñetazo sobre la mesa de Diego debió de ser de aúpa. http://www.aquiconfidencial.es/es/notices/2013/07/la_aportacion_estatal_de_un_millon_para_valdecilla_indigna_a_prc_y_psoe_39256.php

    – la Valdecilla que cuesta 28 MM no es la misma que la Valdecilla que costará 33 MM. Aquí seguimos sin comparativas homogéneas, que nos permitan identificar la eficiencia económica del modelo.

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