Lugares sin memoria

Tiempo de lectura: 5 min

por JOSÉ ELIZONDO

Día de viento sur en la Magdalena. Día de Agosto, quizás Septiembre, de Sol, turistas, y de viento… Algo mas de setenta y seis años separan estos versos de otros ya olvidados, parecidos pero para nada iguales, escritos el 3 de Marzo de 1939 en la península de la Magdalena.

Y es que tras las palabras se esconden los rostros que las dieron vida, la experiencia de quien las hizo suyas. Desconocer lo que hay detrás, es vaciarlas de sentido. Y en un recipiente vacío cabe de todo, incluso el Olvido.

Verano de 2015. De camino a un seminario de Historia, impartido en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, decido subir en un tren para turistas al que familiarmente llaman “Madaleno”. Me hace gracia esta adaptación local para nombrar algo tan común.- Y sin embargo es normal, pienso para  mí.

Cada lugar, cada objeto posee un “significado emocional” que le hace diferenciarse de otros aparentemente similares y cobrar  así una singular identidad.

Se nota que el verano santanderino empieza a disiparse y las playas llenas de turistas comienzan a dejar espacio para los últimos rezagados de unas “merecidas vacaciones”, o para quienes siempre lo son  porque tienen la “fortuna” de estar en paro.

La península de la Magdalena parece una postal, ese lugar inolvidable que todos recordamos haber visitado y cuya singular belleza victoriana se ve culminada cuando ante nosotros se alza,  en la cumbre, el majestuoso Palacio que lleva su nombre. Una belleza aristocrática que inevitablemente asociamos a los cuentos de hadas. Adaptada a los tiempos para conciliar belleza y cultura, ocio y saber, viento y aliento que nos permita tomar oxígeno ante una vida que nos atrapa entre sus calendarios de cemento y humo, de agendas llenas de ese tiempo que no nos pertenece. Se hace difícil respirar el día a día.

Parte de la memoria de La Magdalena que no se menciona en los recorridos turísticos

Parte de la memoria de La Magdalena que no se menciona en los recorridos turísticos

Pero aquí todo parece distinto, es como si todo quedara atrás. Todo el mundo sonríe, el buen tiempo acompaña. Es un marco incomparable para este nuevo neo-costumbrismo de diseño. Pereda no podría estar más orgulloso.

Mientras disfruto de este improvisado viaje escucho como una voz en off hace una breve reseña histórica del lugar.

Me sorprende comprobar que en ningún momento menciona como este hermoso paraje se convirtió en campo de Concentración a finales de 1937, a imagen y semejanza de su homólogo nazi Dachau.

Al pasar junto al “Paraninfo”, donde damos partes de las charlas del seminario, no se alude a que llegó a contener hasta 1600 presos, con una ocupación real del 266% lo que, entre otras cosas, fue motivo de contagios, enfermedades y Muerte.

En pleno 2015, con el viento sur de cara y la risa de los niños jugando en los columpios, parece increíble pensar que justo ahí, en el espacio que llaman “caballerizas”,  había un pequeño espacio de aislamiento para aquellos presos que no cumplieran las normas de tan bucólico y costumbrista acomodo; para aquellos “turistas forzosos” que se rebelaron contra la recién estrenada hospitalidad de un fascismo que en breve pondría en jaque a toda Europa (Cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia, ¿o no?) .

Y recuerdo que solo hace unos días hablábamos en el aula sobre los “lugares de memoria”, espacios formados por una realidad histórica y otra simbólica, -por lo que pasó y lo que representa para nosotros-, y su necesidad como pedagogía democrática. Pero el “Madaleno” calla… y otorga;  y si nadie lo menciona es porque quizás ni ocurrió. Así es la memoria, así es la historia, así es el Olvido.

También debatimos como el Ayuntamiento  había aprobado una moción para la retirada de monumentos y calles de exaltación a la Dictadura. Así la legitimación de un relato, el del franquismo, que encontraba en monumentos, en las calles y sus nombres, un marco de normalización, parece desaparecer.

Pero ¿desaparece realmente? Porque la memoria democrática de una sociedad se construye en su espacio público. Pero el Olvido también. No solo se trata de cambiar de nombre a las calles, sino  de investigar sus porqués,  de recuperar la memoria de los lugares a través de sus voces. Pero, de nuevo, el “madaleno” calla…y otorga…

La misma noticia apostaba por seguir con estos cambios «sin exaltación y con normalidad”. Pero nada de esto es, ni fue normal.

No es normal que se tarde 35 años en cambiar el callejero fascista de una ciudad. No es normal que lugares emblemáticos como la  Magdalena, con  sus cursos de verano, su prestigio internacional, olviden que son “lugares de memoria” necesarios, imprescindibles, si queremos aspirar a ser una sociedad democrática. No es normal desconocer los versos del poeta Anglada mientras estuvo preso, porque ni sabemos que lo estuvo: “Haz, oh mar azul y verde que desde el sol naciente / me lleguen noticias de los míos (…) Libertad (…) no te hagas esperar /que se abran ya estas puertas/que no nos dejan respirar”.

Las mismas palabras, el mismo horizonte y mar azul, -mientras llamo a mi familia a ver como están-, a él le torturaban.

Tal vez,  mediante  el recuerdo y la memoria  podamos construir la historia de ciudades para refugiados y no para presos. Y  evitar que sitios como la Magdalena se conviertan en otro “lugar sin memoria para desmemoriados”.

Por cierto, cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia ¿O no?

 

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.