Oasis desecado, páramo en llamas

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En marzo de 2013, pocos días antes de cumplirse el segundo aniversario del levantamiento popular en Siria, frente al sátrapa Bashar Al Assad, el ejército gubernamental comenzó la conocida como “Ofensiva en la Campiña de Damasco”. El objetivo: Acabar con la milicia rebelde “Jaysh al-Islam” (Ejército del Islam), uno de los grupos salafistas, mejor equipados y entrenados, bombardeando sus zonas armadas en la ciudades de Douma y Ghouta.

Ataques en Ghouta (Siria)

El “enemigo número 1” a abatir, según fuentes gubernamentales, era el caudillo Zahran Alloush. Un integrista curtido en los conflictos de Chechenia y Afganistán, cuyo padre era un clérigo fundamentalista, exiliado en Arabia Saudí. De Alloush, también se sospechaba que era la “eminencia gris”, que ordenó el secuestro de los activistas por los derechos humanos Razan Zaitouneh, Wael Hamadeh, Samira Khalil y Nazem Hammadi. A fecha actual, nadie sabe nada acerca de su paradero o estado.

No se debe de dejar de lado, eso sí, que Alloush fue uno de los “beneficiarios” de la Amnistía General decretada por Bashar Al Assad, en mayo de 2011 en aras de una “reconciliación nacional y fin del alzamiento”. Fue cuanto menos curioso que de los 152 reos liberados, más del 90% eran fundamentalistas, con experiencia de combate en Irak, a raíz de la invasión de la Antigua Mesopotamia, tres lustros atrás. Junto a Alloush también se encontraba Mohamed Julani, posterior líder del Frente Al Nusra -rama local de la tristemente célebre Al Qaeda-.

Ningún activista secular o de ideología contraria al régimen, sin ser necesariamente conservador religioso, fue liberado. Assad, en un movimiento maquiavélico, aprovechó la toma de armas por parte de los liberados, para pronunciar una cínica frase: “Advertí a Occidente. Aquellos que me atacan son terroristas, no activistas sociales”. Nada dijo de como dejó pasar libremente a numerosos integristas desde Damasco al triángulo sunita de Al Anbar, en el vecino Irak.

Desde el 11 de marzo de 2013 y más aún desde mayo de ese mismo año, Ghouta y Douma sufrieron un ataque masiva, junto a bombardeos sin cuartel por parte de las Fuerzas Aéreas Gubernamentales. Era la única opción de victoria “viable” para Assad, dado que los rebeldes se hicieron fuertes en la guerra asimétrica y de guerrillas, junto que Damasco, aún no contaba con el posterior despliegue terrestre de tropa iraníes, rusas y de milicianos del Hezbollah libanés, como sucedería en escala masiva dos años más tarde, tras la expansión del mal llamado “Estado Islámico”. Pero el honor llegaría a Ghouta en la madrugada del 21 de Agosto de 2013.

No menos de 12-15 misiles GRAD de manufactura rusa, cayeron sobre la tranquila ciudad rodeada de oasis. En menos de 30 minutos, la gente empezó a sufrir parálisis, ceguera, vómitos…para acabar sucumbiendo. Ghouta había sido masacrada con un arsenal de armas químicas. Cerca de 1.300 personas, perdieron la vida. 3.500 quedaron heridas de múltiple consideración y con secuelas de por vida. La ONU, EEUU y Reino Unido, lanzaron una ofensiva diplomática contra Assad, aduciendo que se había traspasado una línea roja.

El veto ruso en la ONU, y la derrota en el Congreso de Obama, junto al mismo resultado para David Cameron, impidieron el desarrollo de una zona de exclusión aérea en Siria. Assad, sacó un as de la manga: permitió a inspectores de la ONU acceder al país y trasladar los arsenales químicos a Tirana (Albania) para ser desmantelados. La población, harta de la guerra de tierra quemada y sintiéndose abandonada, se pronunció: “Si Occidente no nos ayuda…ya lo harán otros”.

Es de sobra conocido, quienes eran “los otros”. Han pasado 5 años. El oasis de Ghouta llegó a tener en su totalidad, cerca de 2 millones de habitantes. Hoy son 340.000 almas, las que sobreviven a la malnutrición y a los ataque aéreos conjuntos rusos y sirios. Porque el país sufre una triple ocupación: De Irán y Rusia en el cinturón “gubernamental” y de Turquía que aplasta la rebelión kurda en el norte del país, ocupando zonas como Afrin.

La capital de ese distrito, aún sin recuperarse de lo sufrido en 2013, ha sufrido en la última semana una secuencia de bombardeos tan brutales, que los tácticos bélicos lo han definido como el peor ataque de la historia reciente, superando a Gernika, Sarajevo o Grozny. Douma, del mismo modo, ha sido asediada de nuevo, el 15º asalto a la ciudad en casi 7 años de guerra sin cuartel o fin. Los activistas por los derechos humanos, citados anteriormente, siguen desaparecidos sin rastro alguno. Y el único que podía dar información fehaciente de los hechos (Zahran Alloush), pereció bajo un bombardeo ruso en la Navidad de 2015. Tristemente, los ideales de Marzo de 2011, han sido masacrados vilmente.

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