GFB: Alemania ve un «chollo» en «der spanische Orejo»

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Un «chollo» que se encontró en el período de rebajas o «liquidación». Así se ve desde Alemania a GFB, «der spanische Orejo», un símbolo de cómo ve la industria cántabra un país que poco a poco está asumiendo la propiedad de muchas fábricas de la región (la oferta de compra de Südkabel por B3 es sólo el último ejemplo).

Cosas del idioma, la palabra liquidación sirve tanto para el proceso que vivió la fábrica dentro del concurso de acreedores y que implicó la disolución de su propiedad y la venta, como para el período de precios baratos que los comercios ponen a los productos de los que se quieren deshacer. Viene a ser lo mismo.

Es como si las industrias en quiebra españolas hayan pasado a formar parte de un escaparate atractivo para los alemanes.

GFB, la fábrica de fibroyeso (ese material parecido al pladur) ha supuesto un gasto de al menos 30 millones de euros de dinero público en una inversión que puede que hasta derive en responsabilidades: el exconsejero de Industria Miguel Ángel Pesquera ya ha declarado ante el juez que investiga lo sucedido, y esta misma semana se ha citado a Ángel Agudo, exconsejero de Economía y presidente del Partido Socialista en Cantabria. Consecuencias judiciales de la comisión de investigación que estudió el caso en el Parlamento de Cantabria.

UN PROYECTO GAFADO

La fábrica no tuvo nada de suerte: el proyecto inicial de Reinosa que ‘vendió’ el PP, con capital privado, fue olvidado, y años después, PSOE-PRC lo rescataron a lo grande, demostrando su confianza en el proyecto implicándose en el accionariado junto a Euroamérica, el socio privado costarricense.

Los problemas detectados con los socios, la familia Pujol Martí, no evitaron una huida hacia adelante para levantar la fábrica a toda costa, que se tradujo en un Expediente de Regulación de Empleo antes incluso de empezar a funcionar,  y en un concurso de acreedores, ante los múltiples impagos a proveedores, que llevó a su liquidación.

Ahí es donde entró en juego Fermacell, multinacional alemana, que acabó haciéndose con una fábrica lista para funcionar al precio de 14,5 millones de euros. En el camino, se habían invertido como mínimo 30 millones de dinero público, en la parte que le correspondía a la Administración.

«Las empresas alemanas sacan partido de las liquidaciones españolas». Con este titular resume la situación de la industria española el Manager Magazine, una publicación alemana especializada en empresas y dirigida a directivos, a los que informa de las oportunidades que ofrece nuestro país.

El artículo es de hace un año, y pone «der Spaniche Orejo» como ejemplo máximo de esta tendencia.

VENTAJAS E INCONVENIENTES

Y eso que España se considera una plaza delicada. Para empezar, los nuevos dueños de Fermacell sienten temores fundados por varios motivos: dudan de que sus proveedores y socios puedan aguantar la crisis, y  ya se han dado cuenta de los problemas para conseguir financiación de los bancos españoles.

Por no hablar de la falta de profesionales del sector, que les ha llevado a formar a los empleados de la fábrica en Alemania y Holanda.

Con todo, han conseguido dinero para invertir y parece que pesan más las oportunidades, porque entre sus planes se encuentra la exportación de fibroyeso.

La principal ventaja es la propia existencia de la fábrica. Resultaría más costoso montar una que encontrársela hecha. Es lo que tiene saber mirar en las rebajas. Con paciencia, aparece una ganga.

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