En la calle. El partido político CastroVerde celebra todas las semanas una reunión semanal abierta a los ciudadanos, y la de este sábado será en la calle, dentro de su apuesta por acercar su actividad a los vecinos del municipio.

En concreto, la reunión será en el parque de Ostende, junto al polideportivo Peru Zaballa, entre las 19 y las 21 horas.

Y en ella se abordarán temas como el problema del botellón, los vertidos en la ría de Brazomar, la oferta deportiva de Castro, la movilidad y el apoyo a la plataforma ‘Castro se mueve’, que integra a varios colectivos, entre ellos la PAH y los afectados por las preferentes.

El orden del día también incluye puntos en torno a las próximas actividades de CastroVerde, como la reunión de la comisión monográfica que trabaja el tema de la educación o la ruta prevista para el 16 de agosto.

Este cambio de sede comenzó la semana pasada en Cotolino, y a la llamada acudieron 25 personas.

Si hace dos años el buen tiempo fue un factor para alejar a la gente de la Plaza Porticada en la fase final del 15M, en esta ocasión el clima es el motivo que han encontrado en CastroVerde para sacar más su partido a la calle.

Frente a reuniones cerradas de Ejecutivas y aparato, la idea de CastroVerde va en el lote de demostrar que son diferentes en un municipio en el que había que serlo más que nunca.

Asediado por una presión urbanística, con un Ayuntamiento lleno de tránsfugas y de imputados, y con decenas de causas judiciales sobre corrupción urbanística abiertas, Castro Urdiales vivió en las últimas municipales cómo entraba en el Consistorio CastroVerde, una formación de inspiración ecologista. Estaba claro: Castro era el lugar.

Sorprendieron sus candidatos en la campaña electoral alardeando de sus currículums profesionales como un potente mensaje que, sin decirlo, criticaba a los de profesión político.

No pactaron con el PSOE, y lo de estar en la calle les suena bastante, porque entre los deberes que se han puesto es explicar a la ciudadanía lo que sucede en cada Pleno municipal.

Son un partido de nuevo cuño, muy en contacto con movimientos sociales, en un municipio en el que (quizás por eso existan aquí y no en otro sitio) existía una fuerte tradición asociativa, y en el que con la crisis han surgido una suerte de delegaciones locales de las principales plataformas reivindicativas del momento, como son desahucios o preferentes. El partido con el logo del caracol no va precisamente lento.