En Suecia hay un municipio que se llama Karlskrona.

Y en él se encuentra el Instituto de Tecnología de Blekinge, considerado una de las universidades más ecológicas del mundo.

Dentro del campus hay una torre de madera, nueve metros de altura.

Y, como si de una canción en la que se acumulan elementos se tratara, encima de esa torre hay un aerogenerador eólico.

Es el Windspot y tiene varias particularidades.

En primer lugar, que se hace en Cantabria (en el Polígono de Raos, y por una empresa, Sonkyo Energy, que en los últimos tiempos ha atravesado graves problemas, con EREs, concurso de acreedores y un juicio a un banco que le negaba la financiación comprometida).

En segundo lugar, que es un molino pequeño. Es la principal característica del Windspot. Son aerogeneradores de lo que se conoce como pequeña eólica, un sector en expansión que permite instalar energía eólica para usos más domésticos: granjas, parques naturales, o centros educativos, como esta universidad.

Y en tercer lugar, que además de ser un molino más pequeño, tiene un sistema que le hace especial: se llama paso variable, es como un saliente que le permite adaptarse a la velocidad del viento, en función de su fuerza. El resultado, que se mejora su rendimiento.

Pero, rizando el rizo, si el molino tiene sus peculiaridades, la forma de instalarlo tampoco ha sido la más frecuente en estos procesos.

Lo habitual cuando se levantan aerogeneradores sobre torres es que estas sean de acero. En este caso es de madera, y lo hace todo aún más ecológico, en un centro que, recordamos, presume de ello.

Que sea de madera tiene su aquel, porque gracias a este material se ahorrarán hasta cuatro toneladas de emisiones de CO2.

Se espera que esta planta de energías renovables produzca aproximadamente 4.000 Kwh al año, lo que equivale a la energía consumida por un hogar medio durante ese período.

Y también servirá para enseñar. No olvidemos que estamos en una universidad. Este sistema permitirá poner en marcha un programa sobre sistemas de energía, y los universitarios podrán usar esta turbina para medir tanto la energía que se produzca como las emisiones de carbono que se ahorren.

Estamos en Suecia, pero parece que no pueden resistirse al factor español. No sólo por el molino. Es que la torre se llama Dalí XII, en honor al genio surrealista. Hablando de molinos de viento, parece como si no  hubieran podido resistir la tentación de juntar a Dalí y al Quijote.