De Logroño a Santander pasando por los alpes franceses, Simón Elías, experto en alpinismo, lleva años buscando al yeti, es decir, lo desconocido, el encuentro con uno mismo a través del esfuerzo y el contacto con la naturaleza.

Es algo que ha contado en en revistas especializadas como Desnivel o Campo Base, y en medios como Jot Down o El País, y que contará esta tarde, a las 20.00 horas, en la librería La Libre (en la calle Sotileza), en la que presentará su libro ‘Alpinismo bisexual y otras historias de altura’

Simón Elías

Elías dirigió los equipos de alpinismo de la Federación española y actualmente trabaja en Chamonix, en los Alpes franceses (considerada como la meca del montañismo, algo así como Venezuela para los culebrones).

El libro, editado por ‘Pepitas de Calabaza’, es una miscelánea que recopila alguno de sus artículos; y que no siempre son proezas alpinas en lugares remotos, sino cosas insólitas que podemos encontrar a la vuelta de la esquina.

Porque el eje de la escritura de Simón Elías es convertir “lo épico en estúpido y lo estúpido en épico”.

Eso se traduce en que cuenta historias de grandes ascensiones en países lejanos como Pakistán, pero también la vida cotidiana en una ciudad de provincias como Logroño, siempre reivindicando el buen humor. Hay mucha noche, mucha torpeza e imperfección de la que sabe reírse, y mucha ironía.

En uno de los artículos, hablando del dopaje, señala la hipocresía de la sociedad que encubra ídolos de barro. Y en otro, habla del viaje como estado mental. Para él, no hace falta ir muy lejos para vivir experiencias desconocidas: a modo de ejemplo, en Logroño hay un barrio conocido como ‘el pequeño Kabul’ que le resulta fascinante.

El título procede de la Iliada, en concreto del pasaje en el que Homero cuenta que para afrontar los peores combates los soldados más valerosos podían dormir juntos.

De hecho, hace unos días compartió en Facebook un artículo en el que censura el heterocentrismo que constriñe marcando una única forma de sexualidad.

El prólogo lo firma Sebas Álvaro y el epílogo Jabois, que afirma haberse quedado prendado del personaje el mismo día que lo conoció en la terraza del café Bretón, establecimiento emblemático de Logroño.