“ME REGALARON UN PLASMA TRAS LA ADJUDICACIÓN DE UNA FERIA”

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Raúl Gil toma posesión

El recuerdo de la toma de posesión queda ya borroso

Cuando Raúl Gil llegó a su casa de Santander después de la primera edición de Juvecant (una feria que organizaba el Gobierno de Cantabria orientada a los jóvenes), se encontró con que unos mensajeros le habían llevado un regalo inesperado: una televisión de plasma.

Corría el mes de enero del año 2004. Raúl Gil era el director general de Juventud dentro del Gobierno de Cantabria, en el que, por primera vez de forma estable, estaba el PSOE, tras el pacto que su secretaria general, Dolores Gorostiaga, firmó con el regionalista Miguel Ángel Revilla, que accedió a la Presidencia de la comunidad autónoma.

La dirección general de Juventud se encuadraba, en el organigrama del Ejecutivo, en la Consejería a cuyo frente estaba Gorostiaga, vicepresidenta del Gobierno, de quien Raúl Gil había sido uno de sus colaboradores más directos en los años de oposición y en los primeros momentos en Puerto Chico.

Al preparar esta cita – Juvecant– “me presentaron al sujeto este, Juanjo Fraile (empresario, publicista, fundador del Grupo Fraile y Blanco, adjudicatario habitual de las consejerías socialistas en esa época) y a Javier Cervera”, quienes se hicieron cargo de la campaña de aquella feria juvenil. En cuanto terminó de celebrarse fue cuando Gil recibió este regalo.

Once años después, Raúl Gil cuenta esta historia con cierta vergüenza y “arrepentimiento”, según admitía este martes en el programa de radio Buenos Días Cantabria, en una entrevista con motivo del libro que ha lanzado con sus memorias de esos años.

“Yo no entendí que era un regalo que no debía de aceptar, y me arrepentiré toda la vida de haberlo aceptado. Eso con un director general con poco presupuesto, imaginaros en otras consejerías que gestionaban de verdad dinero”.

Esa práctica, la de los regalos, era habitual en la Administración en la época en que había dinero en las instituciones, recuerda.

“Robar son muchas cosas, es corrupción, es inflar contratos, para luego gastar en otro tipo de cosas, en campañas electorales, percibir regalos, gastarse dinero de los demás en uno mismo…”, enumera Raúl Gil en su particular catálogo de los horrores administrativos que vivió tan de cerca entonces y que años después se harían más reconocibles para todos, a raíz de la explosión del caso Gürtel.

ELEMENTOS EXTRAÑOS EN LA CONSEJERÍA DEL AMOR

Gorostiaga y Gil (Foto DM)Durante un tiempo Raúl Gil tuvo mucha suerte: trabajó en lo que internamente él y su círculo llamaron “la Consejería del Amor” (Relaciones Institucionales y Asuntos Europeos, a cargo de la vicepresidenta, con competencias en Juventud, Mujer o Cooperación al Desarrollo) y rodeado del equipo habitual de Gorostiaga.

Se sentían, tras muchos años soñándolo, parte de un momento de cambio, con el desarrollo de nuevas políticas en educación o cooperación, y el impulso al Parque Científico y Tecnológico o el aeropuerto de Parayas.

Pero lo bueno dura poco y pronto ese “entorno” habitual de Gorostiaga fue desplazado por nuevos protagonistas, “elementos extraños”, procedentes, sobre todo, del mundo de la empresa, como Juan José Fraile o Javier Cervera, de los sectores publicitario y la organización de los eventos.

Fue ahí cuando las cosas empezaron a cambiar. Al final, lo que sucedió en esa Consejería es que “cuando entró el dinero, salió el amor”.

Y ahí Gorostiaga, tal y como relata Gil, empezó primero “dejando hacer” para luego “participar”, en una actitud compartida con una serie de dirigentes hacia los que dirige el dedo acusador: Ángel Agudo, presidente actual del PSOE y entonces consejero de Economía; o José Guerrero, en la actualidad secretario de Acción Electoral, siempre en las Ejecutivas de Gorostiaga y de quien Gil recuerda su condición de “eterno tesorero del partido”.

Hubo un momento exacto en el que todo empezó a cambiar, y Gil lo sitúa en la sensación de “euforia” que se instaló en el partido cuando las primeras encuestas – encargadas a Julián Santamaría, referencia en el CIS en aquellos primeros años de Zapatero-, arrojaron una buena valoración de sus políticas –que luego acabaría cosechando Revilla–.

“Esa euforia hizo que se despegaran los pies del suelo y que llegaran elementos extraños” a las consejerías socialistas del Gobierno. Unos elementos extraños que “quisieron hacer otras cosas, en lugar de política”.

“En todos los gobiernos pasan cosas de este tipo. Pero cuando es tu partido y lo estás viendo desde dentro, cuando es una persona a la que has querido, en la que has confiado, que ha sido como una madre para ti, se pasa mal. Por eso nuestra generación hemos sufrido mucho”

ABRIR EL PARTIDO

Poniéndose en guardia, Raúl Gil cree conveniente explicar que estas memorias suyas “no son contra el PSOE”, sino “todo lo contrario”. Lo que pretende es “que se sepan algunas cosas” de las que han pasado “para que no se vuelvan a repetir”.

“No creo que muchos militantes estén orgullosos de todo eso, y si lo están, tienen un problema, y si siguen apoyando a la misma gente, también. Y es imposible que el PSOE vuelva a ser alternativa en Cantabria, con la misma gente que ha sido cómplice de eso o que lo ha apoyado o callado”.

Porque Raúl Gil llama la atención sobre el hecho de que los responsables de esa época siguen estando “en la planta noble” de Bonifaz, en la dirección del partido, y recelando de medidas como las primarias abiertas a los simpatizantes para elegir candidatos que sí se implantarán a nivel federal.

“Es la misma dirección de siempre, que lleva muchos años haciéndose cada vez más cerrada, expulsando a la gente normal que piensa por sí misma y rodeándose de gente que no piensa, que se limita a repetir consignas”, les recrimina Gil, quien atribuye todo esto al “interés” particular de estos dirigentes por su propia situación, en definitiva, por “mantener un puesto de trabajo”, aunque sea a cambio de la reducción en la representación parlamentaria (de 13 diputados socialistas en el Parlamento cántabro en 2003 a 7 en la actualidad).

Porque con la actual dirección él ve “imposible” que el PSOE vuelva a ser alguna vez alternativa de Gobierno en Cantabria. “¿Qué mensaje lanzamos a la sociedad? ¿Que necesitamos los libros de Revilla para volver? Yo prefiero no volver así, pero eso no lo podemos hacer con los cuatro dirigentes de Bonifaz”, clama.

Por eso él se muestra partidario de las primarias abiertas, la última propuesta lanzada desde Ferraz para tratar de insuflar aire nuevo al partido. “Si no abrimos las primarias, si no entendemos que es un nuevo tiempo en la política, es mejor irse a casa”, advierte, incidiendo en que “los ciudadanos necesitan de una vez que la política sea más sincera”, lo que, trasladado al partido se traduce en “abrir las puertas y que entre gente nueva, profesional”.

Lo que pasa es que duda que eso lo vayan a “entender”. “O bueno, tal vez lo entienden perfectamente”, se apostilla a sí mismo. Otra vez se ha puesto en guardia. Esas cosas no pasaban en la Consejería del Amor.

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