Suárez muere en plena revisión crítica de la transición

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¿Existe el centro? ¿Es la Transición, así, con mayúsculas, responsable de los problemas actuales de la democracia española?

Dos de las principales preguntas de cierto calado que bullen en buena parte del actual debate sobre la Política (también con mayúsculas) tienen mucho que ver con la figura del ya fallecido expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, líder de la UCD y fundador del CDS (el Centro Democrático y Social).

Su muerte, tras años de una simbólica pérdida de memoria, se produce en un momento en que el que la generación que no hizo la transición comienza a elaborar una revisión crítica sobre este período y en el que se acumulan los proyectos políticos que llaman a superar el bipartidismo y la dicotomía izquierda-derecha.

Firma Adolfo Suárz

La firma de Adolfo Suárez (del archivo de Enrique Gordaliza)

Que existe el centro es una realidad contrastada para Higinio Priede, que ha sido concejal por el PP en el Ayuntamiento de Torrelavega, y que llegó a la política con el CDS, a cuyo frente estuvo en la capital del Besaya y luego a nivel regional.

El centro sociológico existe, la mayoría de la gente está en él, la mayoría es moderada”, argumenta a EL FARADIO, aunque, matiza, “ocuparlo de forma política es muy difícil” y los partidos terminan por alejarse de él, a pesar de que es más rentable acercarse, como, desde su perspectiva, prueba el “abandono” del PSOE del centro y la “búsqueda” de este espacio que ha hecho Rajoy.

Priede valora el papel del CDS a la hora de “mantener el equilibrio entre los grandes partidos”, un papel que finalmente acabaron asumiendo los partidos nacionalistas. “Entre unos y otros acabaron con el CDS”, acusa.

Adolfo Suarez 2

Foto: Museo Adolfo Suárez y de la Transición

Lo que sucede es, según nos apunta José Ramón Saiz, redactor en el diario Pueblo durante la transición, y biógrafo de Suárez, al que acompañó en sus viajes internacionales, es que ahora mismo “el centro es imposible” porque el sistema electoral “le da toda la fuerza a PP y PSOE”, que se benefician de las “autodefensas” y “barreras” para entrar en los parlamentos, algo que se hizo en la transición para promover partidos democráticos fuertes, pero que “facilita” el bipartidismo.

Saiz se suma al discurso del ‘vota raro’ : para forzar la reformas necesarias en el sistema electoral pide que “los españoles, en las europeas –al tener una circunscripción única-, castiguemos al bipartidismo”.

Porque, en su opinión, el principal problema de la transición es que no se hizo una segunda más adelante, para evitar el estado de “abuso de poder” y “corrupción” en que ha degenerado un sistema que ya no genera la “ilusión” que se despertó con Suárez.

“HAY QUE VIVIR EL MOMENTO HISTÓRICO”

Existe, y se escucha cada vez más, sobre todo en la generación que no la protagonizó y que empieza a verla con más distancia, un discurso crítico sobre la transición.

Como el que veía ya entonces José Pellón, histórico músico y surfista, líder de ‘Melopea’ que vivió la movida madrileña y la impulsó en Cantabria.

A su entorno la figura de Suárez “no les llamaba la atención”. “Parecía más de lo mismo. Yo no me fiaba de la gente que estaba con Franco y luego da el salto, ¿por qué no os rebelasteis antes?”, se pregunta, en conversación con este periódico digital, recordando que “de repente todos eran demócratas y todos habían estado en mayo del 68”.

Para José Ramón Saiz, miembro de la Asociación en Defensa de la Transición, “hay que vivir el tiempo histórico”, porque lo que sucedió entonces es que “se salió de un dictador que murió en la cama” y con mucho peso en la “opinión pública”, por lo que “la única forma de salida razonable en convivencia era el proceso de reforma”.

Jaime Blanco y Adolfo Suárez

Jaime Blanco reunido con Adolfo Suárez (Foto del archivo de Jaime Blanco)

Y el contexto, según enumera Jaime Blanco, expresidente de Cantabria, exdiputado nacional por el PSOE, es una época de “aguas turbulentas” y “sobresaltos día a día” que incluye intentos de golpes de Estado, la matanza de Atocha, atentados y secuestros.

Enrique Gordaliza, candidato del CDS en las elecciones de 1995, 1999 y 2003 –cuando Suárez ya no dirigía el partido-, tenía entonces 15 añitos, y se acuerda de ver militares o guardias civiles con “poder” en las calles, y de que sus padres estaban “acojonados”.

Y eso es lo que a él le transmitió Suárez cuando, años después, le conoció en persona: “una sensación de tranquilidad, de que las cosas iban a salir bien, como la que te da la gente mayor”, una “confianza y seguridad de que no se iba a volver a sufrir una guerra”, según rememora para EL FARADIO.

Para Blanco, esa época tuvo “los personajes que necesitaba”, “a la altura para pasar página” y poder “construir el futuro”.

No obstante, el histórico dirigente socialista admite que Adolfo Suárez “no supo gobernar el posfranquismo” y le acabaron “desmantelando” desde su propio partido.

Y concede (“es momento de hacerlo ya, hace falta”) que hace falta una revisión histórica de esos años, para la que pide “rigor”.

“Se hizo más de lo que se pudo. Toda obra humana tiene defectos, seguramente los hubo, pero las presiones era muchas y llevamos décadas con unos pilares de libertad”.

Se hacen muchos elogios a Suárez: todos los protagonistas de la época que hemos consultado coinciden en destacar su “cercanía”, su “templanza”, su capacidad de “diálogo y negociación” o su “sentido de Estado”, así como sus conocimientos del funcionamiento del régimen franquista, que le permitieron pasar “de la ley a ley”.

Suaréz Mediático

Uno de los primeros políticos mediáticos

El conocido y veterano fotógrafo Pablo Hojas cruzó sus caminos con los de Suárez en bastantes ocasiones: cubrió para medios regionales y nacionales (como El País) campañas del CDS y visitas a Santander de su líder, y destaca el “trato asequible” y “cercanía” del que considera que fue uno de los primeros políticos españoles en comprender el funcionamiento e importancia de los medios de comunicación y la imagen para la política.

El presidente que anunció su dimisión en un discurso televisado y que ‘daba bien’ en las fotos se prestaba a las orientaciones de los que sabían de ello, los fotógrafos, y estaba muy pendiente de los medios de comunicación. No pasaba tanto entonces, recuerda Pablo Hojas, que evoca un tiempo que vivió “muy intensamente”, con “muchos cambios en el mundo de la cultura”. “Todos esperábamos que pasaran cosas”.

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