Enamorado de un círculo

Tiempo de lectura: 4 min

||JUAN MANUEL BRUN|| Ocurrió en la asamblea que Podemos organizó justo después de las elecciones europeas. El salón de actos del Colegio Cisneros estaba repleto. Había confusión, nervios y expectación, tanto en los organizadores de la asamblea, como en aquellos que acudíamos a ella por primera vez.

Como era previsible todo transcurrió de una forma un tanto caótica. Siendo una asamblea de una iniciativa/ movimiento/partido político, sorprendió la falta de calado y enjundia políticas de las intervenciones, entendido esto en un sentido tradicional del término.

Eso no significa que no hubiera viveza en los intercambios ni que faltara pasión . El micrófono ardía. Jóvenes y menos jóvenes, y algún que otro señor de barba provecta, lanzaban al micrófono, con cierta impudicia, un pedazo de su biografía. Hablaban de como Podemos les había rejuvenecido (en el caso de los/las provectas), de cómo les había dado un sentido a sus vidas, un modo de encauzar sus enormes energías (en el caso de los más jóvenes), o de como Podemos les había permitido recuperar la ilusión perdida (en el caso de una amplia mayoría de desilusionados).

Después de desgranar ese pedazo de biografía, con su cúmulo de decepciones y nuevas esperanzas, la concurrencia prorrumpía en aplausos, crecientes o decrecientes en función de la emoción suscitada por el improvisado orador.

Ante una de esas últimas intervenciones, cuyo nudismo biográfico consideré desmesurado, di un codazo a mi compañero de asiento y dije con cierto cinismo “¿qué es esto, una asamblea política o una reunión de alcohólicos anónimos?”.

No debe sorprender mi reacción. Es la clásica reacción de un cínico, una persona que tiempo atrás tuvo una serie de ideas y de sueños y que al final, el tiempo (una forma eufemística de decir “uno mismo”) terminó por arrinconar.

Círculo de Podemos en Santaner reunido tras las elecciones europeas

Asistentes a la primera asamblea de Podemos en Santander tras las elecciones europeas

El cinismo es uno de los peores males de la sociedad y nos hace parecer mucho peores de lo que somos. A veces nos parapetamos en desengaños pasados para justificarlo pero eso es un inmenso error. No debemos olvidarlo. Somos mucho mejores de lo que nosotros mismos creemos ser.

Telleyrand decía de Fouché: “piensa tan mal de los demás porque se conoce demasiado bien a sí mismo” El cínico piensa que la diferencia entre él y un idealista, es el grado de conocimiento sobre la naturaleza humana que ambos poseen. Siendo todos los hombres iguales en lo fundamental, – piensa el cínico- si al mirarte para adentro solo ves turbiedad y cálculo, es porque esa misma sustancia es la que anida en el interior de todos los demás.

Sin embargo, si yo y otros muchos acudimos al Colegio Cisneros aquella tarde, fue precisamente para deshacernos de ese fatídico lastre, porque tras ese supuesto fondo de turbiedad y cinismo, sabíamos que anidaba un residuo de esperanza e ilusión. Ese residuo, más o menos recóndito, lo albergamos todos en nuestro interior, unos en la misma superficie, y otros más allá en el fondo, pero dispuesto de nuevo a emerger.

Y fue precisamente en este punto de “emergencia” y de búsqueda, de vislumbre de ese matizado resplandor, cuando surgió el enamoramiento.

Ocurrió tras una de las últimas intervenciones de la noche, después de que una señora de unos cincuenta años, con maravillosa impudicia, lanzara con valentía y gracejo a toda la concurrencia un trocito de sí misma.

 

Pero este enamoramiento ( o proceso de enamoramiento), tengo que admitirlo, empezó siendo (y sigue siendo aún) bastante cauteloso.

No es fácil para alguien desencantado iniciar un proceso de des-desencantamiento.

Por eso te acercas a esta nueva pareja, a esta nueva ilusión, con cierta timidez, te haces un poco el remolón, la rodeas ( como tiene forma de círculo es lo más práctico) y finalmente te atreves a cogerle la mano…. Y es ahí cuando llega la sorpresa, el estremecimiento, y por qué no decirlo también, el alivio; no has cogido una mano, has cogido cientos, miles de manos, y en su contacto, el cinismo, desbordado, se ve desfallecer, y sientes, aunque sólo sea un instante, que los sueños vuelven a ser el verdadero sustrato de la realidad y que lo imposible es la única palabra ante la que jamás debemos ceder.

Y así, viendo a los demás dar lo mejor de sí mismo, viendo a los más jóvenes con una fe todavía intacta y a los más mayores recuperando la fe que habían perdido, te empiezas a preguntar si no será posible volver a enamorarse de nuevo …

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.