La simetría de un círculo

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||JUAN MANUEL BRUN|| El círculo es la figura geométrica más perfecta de todas. En el círculo todos los puntos están a la misma distancia del centro, sin que ninguno de ellos se destaque sobre los demás.

En un fragmento del diálogo “Timeo” de Platón se dice :
“Por esto redondeó el mundo hasta hacer de él una esfera…que es la más perfecta de las figuras…”

Las leyendas artúricas con sus caballeros de la mesa redonda, subrayaban también esta simbología: la circularidad de la mesa representaba el equilibrio e igualdad entre todos los caballeros.

Además de encarnar una igualdad perfecta, el círculo también es la figura más simétrica de todas, lo que significa que en cualquier lugar de la circunferencia que nos situemos, se percibe al círculo de forma simétrica y equilibrada.

En los días posteriores al encuentro que Podemos celebró en Madrid el 14 de Junio, cónclave preparatorio de la asamblea fundacional de otoño, se destacaron “generosamente” en distintos medios informativos los numerosos disensos que surgieron en los talleres y asambleas organizados, subrayándose en varias de esas informaciones periodísticas, – y valiéndose en algunas de ellas de la simbología circular apuntada- , que dichas divergencias demostraban la falta de simetría de los círculos de Podemos, sus profundas imperfecciones. El encuentro del 14 J habría destapado, según esos medios, que los círculos de Podemos no son ni perfectos ni simétricos.

Dicha constatación, sin dejar de ser cierta, precisa de un importante añadido: que esas imperfecciones y asimetrías son precisamente lo más interesante que tienen esos círculos.

Y es que la simetría absoluta es incompatible con la vida, tal y como la conocemos. Los físicos han desvelado que si existimos es sencillamente porque el universo no es simétrico. El campo de higgs, (el del bosón) rompe la simetría de las partículas elementales del universo, permitiendo así que puedan interactuar entre ellas y generar, en última instancia, la vida.

Si los círculos de Podemos fueran totalmente simétricos, si fueran perfectos en su circularidad, no habría disensos, no habría debates, no habría intercambios, transferencias, trasvases, nadie interactuaría con nadie y por lo tanto , en última instancia, no existiría la vida… o la vida que existiría sería tan parecida a la del resto de partidos políticos que las semillas que terminaríamos por sembrar, sólo lograrían, al final, alumbrar naturalezas muertas.

Lo del 14 J fue entonces, en cierto modo, un ejercicio de vida. Se plantaron semillas para crear una naturaleza verdaderamente viva; y aunque algunos medios de comunicación, en vez de destacar la gran variedad y riqueza de los frutos germinados, se quejaron de lo frondoso que era el bosque, no debemos perder de vista que si fuimos allí fue precisamente para eso, para crear ese hermoso lienzo vegetal, un lienzo que a modo de un amazonas de manos entrelazadas, debía alentar la creación del enorme pulmón democrático que este mundo convaleciente de injusticia necesita urdir de forma urgente.

Lo anterior no es en todo caso obstáculo para admitir las numerosas rugosidades que se detectaron en la vegetal espesura. Al fin y al cabo hasta las rosas tienen espinas.

La asamblea del 14 J fue tensa, intensa y extensa; dentro de las decenas de debates que se suscitaron, uno emergió con especial fuerza, pues en cierta manera se pretendía definir en él que tipo de partido queríamos ser. La controversia estaba referida al modelo de la Asamblea fundacional de Otoño.

Había, por decirlo así, dos posturas enfrentadas: la de aquellos que querían un modelo completamente asambleario (abierto a todo el mundo) y otros que apostaban por un modelo de delegados vinculados por el mandato de sus respectivos círculos.

Sin embargo, y apenas esbozado, se vio ya que este debate era aún inabordable, pues para su consecución se precisaba de la aclaración de ciertos conceptos previos, algunos de especial enjundia : ¿qué es en realidad un círculo? ¿cuántas personas pueden componerlo para ser tal? ¿cómo se cifra la participación o censo en los círculos para considerar su viabilidad y representatividad?¿debe replicarse en él la estructura territorial del resto de partidos?¿los que sólo participan en las redes sociales y no acuden presencialmente son también parte de los círculos? ¿los círculos sectoriales tendrían también derecho a enviar delegados?……..

Como puede apreciarse, fueron muchas las preguntas, sin que las más de cincuenta intervenciones que hubo lograran despejar ninguna de estas incógnitas .

Aún así, no llegó a cundir el desánimo. Seguramente éramos conscientes de que aunque no teníamos las respuestas correctas sí que teníamos, al menos, las preguntas adecuadas. Habíamos pues, dado dos pasos importantes: primero, empezamos a formular preguntas y después, las preguntas comenzaron a ser las adecuadas.

Ahora queda el tercer paso: dar con las respuestas correctas.

¿Supondría esto la cuadratura del círculo? No, supondría algo mucho más importante que eso: la creación de un círculo nuevo, vivo, imperfecto y rugoso, un círculo palpitante, la creación, en definitiva, del maravilloso círculo de la democracia…………

 

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