La banca se enroca en Palacio

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Las principales entidades financieras han abierto esta semana sucursales en el Palacio de La Magdalena.

Allí se celebra cada año, dentro de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el curso de la Asociación de Periodistas de Información Económica, una cita patrocinada por el BBVA que congrega a máximos responsables de empresas, entidades financieras y a la prensa especializada, tanto en los pasillos de Palacio como, después, en los mejores restaurantes de la ciudad.

Pero en esta edición, el auténtico rey ha sido Jose Manuel Durao Barroso, el todavía presidente de la Comisión Europea, que se bate en retirada y, a falta de juglares que glosen sus virtudes, anda necesitado de foros en los que contar una mejor versión de su reinado.

Al margen de su presencia en el curso, la UIMP le ha echado un cable, al otorgar al máximo responsable de la Europa de los rescates a los países del Sur–incluido el nuestro, el financiero— y cómplice de la Troika su Medalla de Honor (la misma que en el pasado recibieron Julio Cortázar, Luis García-Berlanga, José Saramago o Mario Vargas Llosa).

La Universidad que tuvo por secretario general al poeta Pedro Salinas y que fue fundada bajo los principios de la Institución Libre de Enseñanza ha dejado claro desde el principio de esta edición de sus cursos de verano cuáles son sus referentes en esta etapa con César Nombela como nuevo rector: la semana que empezaba con la Medalla de Honor a Durao Barroso finalizaba con la entrega de una Insignia de Plata y un diploma a Miguel Martín, ex presidente de la patronal bancaria, por su “asidua” participación en el curso. La cuadratura del círculo, distinciones a rescatador y rescatados.

Durao Barroso recibía esta semana la Medalla de Honor en la UIMP y marcaba un  curso patrocinado por el BBVA

Durao Barroso se ha sentido cómodo en Palacio. Al mejor estilo de los reyes medievales, hablaba ante los beneficiarios de sus medidas, ante su corte; mientras en el exterior, asediaban con sus protestas los perjudicados, cansados de ser siervos y sin ganas de ser bufones. No hizo falta tirarles aceite hirviendo para impedir que traspasaran los muros.

Pero sobre todo, el colaborador de la Troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo) ha reinado en la UIMP porque, igual que el fantasma que, según cuenta algún cronista, aún habita en Palacio, ha conseguido que su mensaje se reproduzca más allá de su presencia.

Antes de recoger, Durao Barroso se despachó a gusto con unas declaraciones en las que responsabilizaba al Banco de España de la crisis española, con su derivada financiera, por su falta de supervisión al sector.

«Siempre que preguntábamos cómo estaba la Banca en España o cómo estaban las cajas ante los rumores de mercado, la respuesta era que todo iba perfecto», expuso el responsable del rescate en unas declaraciones que han acabado marcando el desarrollo del curso de los periodistas especializados en información económica.

A partir de ahí, las puertas de Palacio se volvieron giratorias, cuando le respondió el presidente de la patronal bancaria (la Asociación Española de la Banca), José María Roldán, en lo que más que una defensa de su sector, era una autodefensa: en el último año, Roldán ha recorrido el camino de tener las responsabilidades de supervisión en el Banco de España (lo que precisamente criticaba Barroso) a ser el presidente de la asociación que aglutina a la banca.

No ha sido el único que ha aprovechado el foro de la UIMP para defenderse: a lo largo de la semana hemos escuchado rechazar estas acusaciones al exconsejero del Banco Central Europeo, José Manuel González–Páramo (previamente vinculado al Banco de España o al BBVA, entre otras entidades); junto a otros responsables de entidades financieras, a los que el propio Banco de España ha acabado agradeciendo su “defensa” frente a Durao Barroso.

Es sencillo: cuando el Rey es débil, los caballeros se rebelan.

También ha habido tentaciones de salvarse de esa quema y de enviar a la pira sólo a las cajas, como hacía un Emilio Botín, presidente del Banco Santander, en la que no ha sido su mejor semana: la entidad que venía librándose de la quema del sector ha visto como su producto tóxico, los Valores Santander, llegaba a la Audiencia Nacional, mientras los afectados por las hipotecas recriminaban al banco su falta de interés en negociar soluciones para los casos de desahucios.

SIGUE LA PARTIDA

Y así, el curso de la UIMP se ha terminado convirtiendo en una partida de ping pong en la que los intervinientes han tratado de rebotarse las responsabilidades en el origen de la crisis, sin debatir sobre las consecuencias, la idoneidad de las medidas o plantearse si hay riesgo de que pueda volver a producirse un nuevo colapso financiero.

Al tablero de ajedrez se han subido todos los protagonistas, desde el ministro de Economía Luis de Guindos (ex Lehman Brothers), confiado en la recuperación en un mensaje secundado por el Banco Popular, hasta Bankia, el símbolo de los excesos de las cajas, con un superficial conato de optimismo.

Sin autocrítica, sin mirar al futuro y con la complicidad de los supervisores, el curso de la UIMP ha revelado la siguiente jugada del sector financiero: una maniobra de enroque, que en el ajedrez es cuando el Rey y la torre intercambian sus posiciones para garantizar la supervivencia de la pieza clave del sistema. Nuevamente, blancas salen y ganan.

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