GUÍA PARA NAVEGANTES

PREVIOUSLY ON A TODA VELA: La ceremonia de presentación de la mascota ha resultado muy accidente. Todos intuían que Anselmo iba a aprovechar ese momento para deshacerse de Francisco, el supervisor del Campeonato Mundial de Vela designado por la Federación, enamorado de Marina. Sergio y Jacobo intentan evitarlo, pero llegan tarde. La propia mascota, Veli, es la que dispara a Francisco y le deja gravemente herido. Mientras Anselmo, desde la cárcel, da instrucciones a Asdrúbal para cerrar los flecos sueltos, Sergio persigue a Veli en una embarcación, que choca contra unas piedras y deja los cuerpos inconscientes de ambos flotando en el agua.
Fue una noche ajetreada en el hospital. Aquel enfermero no había visto nunca tanto movimiento. Ni siquiera cuando aquella pelea en el Barrio Marinero. De la ambulancia salieron dos camas, una con un hombre con el pelo cano, otra con una persona disfrazada. Poco después llegaba Jacobo. Los dos heridos iban en una lancha que chocó contra unas piedras en la noche, estaban inconscientes. Las horas de espera se le hicieron eternas a Jacobo, acompañado ya de su padre, Fernando. El médico salió y les confirmó que Sergio estaba bien y que el hombre con el disfraz de Veli había muerto. “Queremos verle la cara, queremos saber quién era”. No hubo problema. Entraron a la habitación y arrancaron al monigote las velas que le servían de cara. “¿Le conoces?”. “Sí, es uno de esos macarras que vienen por el bar a trapichear. Es jarcia. El Peluca, le llamaban”. Fernando se puso serio. “Lo de usar a ese tipo de gente para los trabajos sucios me suena de haberlo visto más veces. Esto tiene la huella de Anselmo”. Fueron a poner al día a Sergio. Cuando despertó, lo primero que pregunto fue cómo estaba Marina. “Mal, Francisco…. No ha sobrevivido”.
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Todo marchaba según el plan de su padre, pensaba Asdrúbal mientras tomaba posesión de su despacho en el Centro Global de Convenciones Mundiales. Por fin tenía lo que era suyo. Por fin dirigía el Campeonato Mundial de Vela. Apenas quedaban días para la inauguración y sería ÉL quien cortara la cinta. Podría demostrar a toda la ciudad de lo que era capaz, y a su padre que era capaz de velar por los intereses del grupo De la Barca Industries LTD.

Precisamente con las empresas implicadas en el mundial era su primera reunión. “Ahora podremos darle un estirón al proyecto, ¿no?”, le inquiría un reputado promotor urbanístico. “Hemos esperado mucho para poder levantar este centro comercial integral de ocio multidisciplinar”. “Éstate tranquilo. Después de la inauguración podrás empezar a mover las grúas y edificar allí. Dame un poco de margen para desatascar la burocracia”. “Y lo que no es burocracia. Todavía tenemos obstáculos para levantar la urbanización”. Un buen promotor siempre tiene un mapa a mano. “¿Ves? Sigue quedando un almacén de cuando hay había pescadores. No entiendo porque sigue aguantando, el dueño es muy terco. Espero que esa parte también la resuelvas pronto”. “No te preocupes. A esa nave la quedan horas”. “De acuerdo, ¿y qué vas a hacer con los sabotajes a las obras?”. “¿Sabotajes?”
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La habitación de Sergio se convirtió en un gabinete de crisis. Fernando y Astrid Montes-Valdivia estaban con sus dos hijos, Marina y Jacobo, y junto a ellos, Susana, la novia de Jacobo, y Sergio, en cama, convertido sin darse cuenta en miembro de esa familia. Fernando Montes-Valdivia siempre fue muy bueno haciendo diagnósticos de la situación y conocía como nadie a Anselmo Fernández de la Barca.

“Estamos jodidos. La única persona ajena al control de Anselmo aparte de nosotros ha muerto. Y era él quien tenía la inmensa mayoría de los papeles que le incriminaban. Oportunamente, ha muerto justo el día antes de cuando tenía previsto llevarlos al juzgado. Ni siquiera podemos contar con Sergio. A estas alturas Anselmo ya sabe que no puede contar con él, y me juego mi barco a que el hecho de que esté convaleciente le va a apartar convenientemente de sus responsabilidades en la organización. A Anselmo le va a faltar tiempo para colocar a Asdrúbal al frente del Campeonato. Acelerarán todos sus planes inversores y el desfalco. Y tampoco le va a costar nada ‘convencer’ a algún un juez amigo que diga que con los pocos papeles que tiene en la mano no hay caso. Y volverán a denunciarte Marina. En unos días es la inauguración, y entonces todo dará igual ya. A Anselmo le quedan horas para estar libre. Y va a ir a por nosotros”.
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Gladys nunca pensó que llegaría a este extremo. Tener que esperar a su marido a la puerta de la cárcel. Y con la duda de si él estaba detrás de la muerte de Francisco Trápaga. Trataba de evitar recordar lo que sucedió hace tantos años en aquella balsa. Eso fue diferente. De aquel tiempo Anselmo seguía conservando ese porte seguro y decidido, esa sensación de control que fue lo que más le atrajo de él, incluso en ese momento en que era algo prohibido para ella. En los peores momentos, como aquella noche en alta mar, Anselmo se rebelaba como una mente fría capaz de controlar la situación. Eso era algo que no había cambiado.

Desde el coche, Gladys le observó bajar las escaleras. Pese a los años, pese al bastón, pese a las semanas en prisión, pese a los días sin dormir y a todo lo que estaba pasando en el Campeonato, ahí estaba, controlando la situación. Sólo que ella empezaba a no verlo claro. “Hombre, si hasta has venido a buscarme. Venga, vamos casa. Tengo mucho trabajo. He vuelto. Y esta es la definitiva”.
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¿Qué planes tiene Anselmo para su venganza? ¿Qué hará Gladys ante sus dudas? ¿Qué es lo que pasó en aquella balsa? ¿Tendrá consecuencias para Sergio su cambio de bando? ¿Podrán demostrar los Montes-Valdivia que Anselmo está detrás de la muerte de Francisco? ¿Volverán a acusar a Marina del desfalco? ¿Seguirá adelante el proyecto urbanístico que reclaman a Asdrúbal? ¿Derribarán la nave del viejo marinero? ¿Quién está saboteando las obras del Campeonato?

CONTINUARÁ

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