Ni teleféricos ni fábricas

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Decíamos la semana pasada que a escasos dos, ahora uno, plenos de que se acabe la legislatura, esto era un poco como un bar cuando va a cerrar y quitan la música y apagan las luces, o como ese final del curso en el que los universitarios se pasan las horas en reprografía recopilando los apuntes de esas clases a las que nunca fueron.

Pero en el Parlamento resulta más difícil cerrar los ciclos, porque en realidad el corte de la legislatura es bastante artificial y, por mucho que se empeñen, los balances no encajan.

Y porque la realidad es la realidad, con su burocracia, sus errores, sus zancadillas, su falta de conocimiento y de recursos, y su lo que venga, factores todos que hacen que un proyecto, una medida, una iniciativa, no se sometan siempre al lazo de la cinta inaugural.

El teleférico de Fuente Dé

El teleférico de Fuente Dé

De modo que al igual que en cien días no se podía ni cambiar Cantabria ni sentar las bases, cuatro años muchas veces no son suficientes para que la maquinaria de la Administración pueda ponerse a andar y parir un teleférico.

Más aún cuando los proyectos que el Gobierno Diego se ha empeñado en vender como la gran revolución para el sector del turismo se encuentran con imprevistos, como la falta de licencia por parte del Ayuntamiento de Penagos para el teleférico de Cabárceno.

O el que anunciaba este lunes en el Pleno del Parlamento de Cantabria el consejero de Industria, Eduardo Arasti: que la empresa del teleférico en la Vega de Pas ha renunciado al proyecto debido a que, con las condiciones que establecía el pliego de condiciones, los bancos no le daban financiación suficiente para sacarlo adelante.

Así que Cantur, la empresa pública de turismo del Gobierno de Cantabria, lo ha vuelto a sacar a licitación, según revelaba Arasti en el Pleno, a preguntas de su antecesor en el cargo, el hoy diputado regionalista Javier López Marcano.

El extitular de Turismo cuestionaba de paso los cálculos del Gobierno sobre los beneficios de ambos proyectos (cientos de puestos de trabajo cuando en el teleférico de Fuente Dé no pasan de 14 en temporada alta) y que llegaba a insinuar que con el teleférico en el Parque de la Naturaleza de la Cabárceno lo que se pretende, con esas previsiones tan optimistas, es, en realidad, un intento de privatizar esta infraestructura turística y su plantilla de personal.

Estado de las instalaciones de Greyco

Estado de las instalaciones de Greyco

También se están resistiendo a la cinta aquellos marrones que surgen y hay que solucionar. Como la industria. El Gobierno, a través de Sodercan, la empresa pública del área, sigue buscando inversores para la planta de Greyco en San Felices de Buelna, en situación terminal y concurso de acreedores pese a las inyecciones de dinero público recibidas, con una reunión el pasado viernes.

O Nestor Martín, la empresa que absorbió a los trabajadores de la frustrada Teka, y en la que el Ejecutivo también ha urgido al cambio de gestores para acometer un plan de viabilidad que, en una primera fase, ha acabado por descubrir que hace falta efectivo para una serie de pagos inminentes para el normal funcionamiento de la fábrica.

Ahí el apunte lo hacía el socialista Juan Guimerans: el Gobierno ha presionado para cambiar a unos directivos a los que en su día llamó para que asumieran la gestión de esta empresa.

De fondo, más allá del ruido, el debate sobre el modelo económico por el que tirar en Cantabria y el papel de lo público en ello. El turismo o la industria. Dejar hacer a la empresa privada o meterse a saco desde el Gobierno. O explorar alguna vía intermedia.

Al que se le está haciendo cuesta arriba el final de la legislatura es al propio presidente del Parlamento de Cantabria, José Antonio Cagigas, quien estallaba ante la recurrente costumbre de sus señorías de seguir hablando y discutiendo desde el escaño. “Ustedes verán”, terminó diciéndoles.

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