Mis dos cosas favoritas en el mundo son conocer gente y entender qué les mueve, y las albóndigas. Llevaba un tiempo detrás de los chicos de Ixelles 1050, y quien dice un tiempo dice algo más de un año, pero a veces las cosas no salen como uno quiere y ese momento tiene que esperar. Hasta el pasado viernes en concreto.

Llegué cerca de una hora antes de que comenzase su concierto a la Sala Niágara (Calle San Simón 14, Santander) recientemente reformada, y para mi sorpresa la puerta se encontraba cerrada, así que decidí abrirla. Después de tanto tiempo una puerta metálica no iba a ser impedimento para que estuviese en primera fila.

Una vez derrocada esta primera trampa me encontré con, evidentemente, una sala vacía en la que únicamente se encontraban nuestros protagonistas sobre el escenario. “Qué escena tan idílica, me han preparado un Unplugged”, pensé.

Me hallaba esperando tímidamente en la puerta (porque una cosa es tirar abajo una puerta y otra es, después de haberlo hecho, entrar triunfante recibiendo vítores, no es mi estilo) cuando al cabo de unos minutos se me acercaron Esther y Juan, la mitad de Ixelles 1050, pues la otra mitad no podía asistir al concierto de hoy.

Juan se confiesa nervioso. Hace bastante que no tocamos en acústico, solos Esther y yo, a ver qué tal suena. Ya me lo había advertido días antes, como queriendo excusarse por si al final, después de tanto tiempo, me llevaba una decepción al verles en directo. Y yo ya le había respondido que para nada, que estaba seguro que el formato acústico les favorecía por su estilo de música.

Ixelles 1050 pertenecen al género de pop rústico en castellano, liderados el pasado viernes por la dulce voz de Esther San Román, quien iba ataviada además de su inseparable guitarra acústica, con Juan Margallo a mandos de la guitarra eléctrica.

La historia de esta banda nos la confiesa Esther antes de tocar la tercera canción. Lo cuenta con cara pícara y voz algo nerviosa. Yo estaba estudiando de Erasmus en Bruselas, estudiando a tope, aprobé casi todas (risa y mirada hacia el suelo), es mentira, aprobé una, y este chico (señalando a Juan) fue a visitar a mi compañero de piso. Yo tenía allí una guitarra acústica y solía tocar en el parque, nos hicimos súper amigos y en verano decidimos volver unos días. Entonces a la hora de volver para Santander perdimos el vuelo. Llamé a mi madre diciéndole que había perdido el vuelo y que por favor me mandase dinero para volver a casa, y su respuesta fue: no, te coges la guitarra, te vas a la calle y te sacas el dinero.

Consiguieron el dinero en dos días. De este punto hablo con ellos al final de su concierto. ¿Cómo es la experiencia de tocar en la calle en Bruselas frente a hacerlo en Santander o en España en general? La diferencia no sorprende. No es una cuestión del dinero que te dan, prácticamente ganamos lo mismo afirma Esther. Es el cómo te lo dan. Aquí te lo dan por pena prácticamente, porque estás pidiendo dinero. Allí se acercan a ti, te felicitan, te preguntan. Hay una interacción acompañando a ese dinero.

Y al final resulta que estos chicos tocan buscando esa interacción. Ellos no se ven viviendo de esto. Juan ha empezado con el MIR y yo he empezado a trabajar. Estamos ahora un poco desorganizados, pero dedicarte a esto requiere muchas horas.

Tampoco lo hacen por dinero; Juan unas horas antes, al ver la sala ya bastante llena, había exclamado cuánta gente, como sorprendido porque tantos se interesasen por lo que hacen. Jamás se le pasó por la cabeza la asociación mucha gente = mucha recaudación. A él lo que le preocupaba era que la gente se aburriese, que no les escuchasen bien.

Ixelles, por cierto, es el barrio donde empezaron a tocar, uno de los diecinueve que compone la región de Bruselas (no os preocupéis, yo también tuve que buscarlo en Wikipedia) y narran el nacimiento del grupo en la canción Historia de un Mejillón y una Patata Frita. No me digáis que no los amáis ya. Titulan algunas de sus canciones así; además de esta, por ejemplo, tienen Reflexiones de una Maceta y una Ballena en Caída Libre. Hay que quererles. Los nombres tan estrambóticos son autoría de Juan, quien a mitad de la actuación se confiesa algo loco.

Esther describe después el proceso de creación de las canciones. Generalmente suele ser Juan quien tiene las ideas y les da forma. Yo participo en el proceso aportando ideas, porque solemos componer juntos.

Y la verdad es que llama la atención, pues poco después ella se confesará fan de Zahara, mientras que Juan tira más hacia Radiohead (prácticamente terminando su actuación nos deleitaron con una elegante versión de Creep) o los catalanes Standstill.

De hecho Juan disfruta añadiendo efectos a los sonidos de su guitarra, lo que va en la línea de la fantasía que suelen narrar las letras de Ixelles 1050.

Sus siguientes pasos, después de asentar la cabeza y tratando de compaginar la vida laboral de los integrantes de la formación con su pasión, la música, es grabar el álbum completo.

Actualmente tienen un EP titulado Criaturas de la Sexta Dimensión – si estáis leyendo esto y aún no lo tenéis en vuestro poder debéis dejar el ordenador de lado, salir de casa corriendo e ir a buscarlo el próximo día 22 de agosto al InFest, donde ellos actuarán – cuya creación atiende más a una manualidad pura del arte Do It Yourself y en cuyo acabado podemos observar todo el mimo y cariño que le ponen a su trabajo.

Nos relatan cómo surgió la idea: estábamos en Oporto y no sé qué vio Esther que dijo “en corcho, tiene que ser en corcho”. Y eso hicimos. Dejamos al “chino” sin planchas de corcho y tuvimos que ir a comprar más, porque sólo tenía cinco. He de confesarlo, me siento muy identificado con Esther. ¿A vosotros no os pasa que veis algo y de pronto la ardilla que tenéis en la cabeza deja de girar en la rueda, se levanta y grita “LO TENGO”, y desde ese momento sentís la irremediable obligación de hacer algo de esa forma?

Diez minutos por CD, 200 CDs, tres días cosiendo, recortando y sellando. Esta última parte tarea de Juan, quien cuenta con sorna me han quedado bien eh, era una labor delicada. Pero un momento, qué haces leyendo esto, ¿no te he dicho que lo dejases todo y fueses a por tu copia antes de que se les terminasen?

El panorama musical y en general cultural en Cantabria es, como ellos mismos confiesan, algo triste. Está todo bastante parado, y bien es cierto que en los últimos años ha habido un empujón, pero al final siempre somos los mismos.

Muchos deberían (deberíamos) aprender de estos chicos. Hacer cosas que nos apasionen no buscando vivir de ellas, sino simplemente satisfacer necesidades más primarias. Saber disfrutar de lo que te gusta y hacer partícipes a los demás de ello, sin miedo a malas caras o gestos torcidos. Poder permitirnos el lujo de estar nerviosos por mostrarles a los demás lo que hacemos, sin que eso sea nuestra forma de vida. Tener vida.

Y para terminar, una recomendación para nuestros nuevos amigos: creeros lo que hacéis, porque lo hacéis increíblemente bien.

Podéis escuchar a Ixelles 1050 en su Bandcamp o seguirlos a través de su página de Facebook o su Twitter.