Terrorismo machista: contra la locura, cordura

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Esta mañana no ha habido ninguna mujer asesinada en los matinales de las radios, pero igual para cuando termine de escribir esto se me queda vieja la entradilla.

Esta mañana contaban los informativos que lo que ha habido es una oleada de ataques, presuntamente neonazis, en Alemania oriental, contra infraestructuras que iban a alojar a refugiados; hoy no era una mujer asesinada pero las primeras palabras que me ha dirigido mi mujer, después del buenos días, es que el mundo en el que pensamos tener hijos algún día está cada vez más loco.

Desgraciadamente no es la primera vez este verano que esta se convierte en nuestra primera conversación de la jornada.

Venimos de un estío con Grecia claudicando, que es tal vez la derrota de la democracia y salvo Varoufakis, un poco, el resto no parece haberle dado demasiada importancia, todo tan en clave nacional que atufa a electoral; tenemos la burbuja bursátil china a punto de reventar y el drama de los refugiados tocando a la puerta de Europa, por Lampedusa o los Balcanes. Y ninguna solidaridad europea, por si quedaba alguna duda del fracaso del proyecto común.

Toda esta actualidad ha venido salpicada de sangre: en veinte días de agosto han arrebatado la vida a ocho mujeres y dos niños inocentes, liquidados a manos de sus maridos, parejas o exparejas, con el más amplio repertorio de procedimientos criminales cobardes, crueles e injustos.

Llevo una década ejerciendo el periodismo y me sigue costando distinguir qué parte del fenómeno responde a la escalada violenta y cuál a la ausencia de noticias y el mayor foco informativo de los medios. Sospecho que el ritmo de los delitos de género es más constante de lo que apuntan las sensaciones de este verano, pero mi curiosidad al respecto es lo de menos.

Tenemos que preguntarnos, hablando de machismo, qué cojones nos pasa en esta sociedad, para que no seamos capaces de domesticar a esta serie de animales no organizados.

Hoy no ha habido ninguna mujer asesinada pero han agredido a la presidenta de VOX en Cuenca, al grito de fascista, que no lo pone mejor. De Cuenca también eran las dos jóvenes caídas a manos del famoso Sergio Morate – al que los reporteros llaman ya Sergio con total naturalidad-, el exnovio de una de ellas, sospechoso del doble crimen.

Espeluznantes han sido todos y cada uno de los casos: las chicas de Cuenca, la mujer quemada en Canarias y el filicida de Moraña, el desequilibrado de la sierra radial que avisó por carta a su víctima antes del atentado. Lo contó Manuel Jabois, llegado desde la Academia como antídoto del anarrosismo. El anti-Griso, para narrar un suceso violento como se tiene que contar: con datos, sin valoraciones, sin más morbo del que ya tiene. Sin circo mediático.

Antes de agosto, ya hablábamos en Buenas Tardes Cantabria con Feminicidio.net, al hilo de los dos últimos sucesos de terrorismo machista en Cantabria. Uno de ellos, en Camargo, con resultado mortal; el otro, en Polanco, con una mujer lanzada por la ventana de su vivienda y descubierta herida grave por su hijo.

Y nos cuestionábamos qué nos pasa, en esta sociedad gravemente enferma, para que el terror machista siga operando, para que empecemos a familiarizarnos con la denominación de feminicidio (las mujeres víctimas por el hecho de serlo, asesinadas no sólo por sus parejas o exparejas, sino por otros familiares, padres o hijos; o las trabajadoras sexuales, a manos de proxenetas o clientes).

No todos estos casos aparecen en las estadísticas oficiales, pero tenemos un Observatorio de la Violencia de Género que diagnostica un “fracaso del sistema”. Pues vale.

Es posible que con la crisis económica; el desempleo; el incremento de la pobreza, la miseria y las desigualdades, nos hayamos alejado, un poco entre todos, de lo que alguna vez sí pareció ser una prioridad. Si estamos de acuerdo con esto, volvamos a situar el problema en el centro.

En este país se ha firmado recientemente un pacto de Estado contra el terrorismo yihadista tras el ataque al Charlie Hebdo. No entro a valorar la importancia de la estrategia policial y militar, pero sí me parece que es un fenómeno global al que una firma PP-PSOE no aporta ninguna solución real, porque gobierne quien gobierne las policías de occidente están colaborando. Asuntos de Estado.

Sin embargo, no hay un pacto contra el terrorismo machista, que aunque no es un problema exclusivo de España y aunque haya países con peores registros, sí puede tener soluciones y pactos de escala nacional que eviten muertes de personas inocentes.

¿Y qué se puede pactar? Pues empecemos por el lenguaje, que es muy importante. Llamémoslo terrorismo o hablemos de feminicidio y no sólo violencia de género o doméstica, que son términos que rebajan el grado del problema. Y sigamos por el código penal. Y continuemos por la educación…

Esta tarde hay concentración en el Ayuntamiento de Santander, convocada por la Comisión contra la Violencia de Género de Cantabria. Igual es buen momento para volver, si es que alguna vez nos fuimos. Es a las 19.30.

Poco podemos hacer si el mundo se está volviendo cada vez más loco. Pero igual no es poco que lo tengamos claro los que estamos cuerdos.

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