“El cántabro es un patrimonio que merece ser protegido”
La semana pasada comenzaron los cursos de cántabro organizados por la asociación cultural Alcuentru.
Y la primera pregunta que surge es la que le trasladamos a uno de sus profesores, Diegu San Gabriel….
-¿De verdad es el cántabro un idioma?
Ante todo, es un patrimonio que merece ser estudiado y protegido, independientemente del estatus que le queramos dar, que responde más a cuestiones ideológicas.
Lingüísticamente, se trata de una modalidad evolucionada de forma endógena desde el latín, y no, como se nos hace creer, deformando el castellano.
Es un tema muy atacado y a la vez muy desconocido, probablemente porque se retroalimentan: ese desconocimiento provoca prejuicios, y los prejuicios ideológicos impiden que se conozca un patrimonio en peligro de desaparición.
-¿Pero tiene esos rasgos que caracterizan a una lengua: palabras, normas gramaticales propias….?
El cántabro tiene abundantes rasgos característicos: gramaticales, léxicos, fonéticos, etc. Hay miles de términos propios recogidos en estudios, fenómenos como el neutro de materia que aplica un tercer género a sujetos incontables y ha protagonizado tesis doctorales, el vocalismo, la «hache aspirada» que caracteriza las modalidades occidentales…
-¿No está demasiado vinculado al mundo rural?
Ha sobrevivido mejor en el medio rural, como suele ocurrir con las modalidades lingüísticas minoritarias, porque las zonas urbanas favorecen los procesos de aculturación.
Pero también se puede rastrear en la ciudad. Por ejemplo conocer el cántabro nos sirve para entender a qué refieren topónimos como Las Llamas (zona de terreno húmedo), La Albericia (ídem), El Alisal («aliseda» en castellano), El Calerucu (pequeño horno de cal), La Gándara (donde aflora roca), Pronillu (pequeño ciruelo), Cañadío, Piquío…
-¿La geografía de Cantabria, con muchos valles y montañas, no hace que esté muy disperso y sea muy diferente según la zona en que estemos?
La variabilidad interna hay que entenderla como riqueza idiomática, no como una excusa para menospreciar este patrimonio.
Al igual que ocurre con las diferencias que pueda haber entre el castellano de Burgos, Cádiz, Lima y Puerto Rico, no debiera ser un argumento para rechazar la existencia de una modalidad lingüística con rasgos comunes.
-¿Cómo empezaste tú a interesarte por el cántabro?
Cuando fuimos al instituto de la cabecera comarcal, en Santoña, los chavales de Argoños, Escalante, Castillo, Ajo… no percibimos precisamente que se valorara el habla tradicional trasmerana, sino al contrario: era «corregido» y motivo de burlas, incluso por parte del profesorado. A partir de ahí tomé conciencia y empecé a registrar lo que escuchaba, empezando por mi abuela.
-¿No crees que el uso político de otras lenguas haya podido alejar a la gente del cántabro? ¿Que ha habido un uso político de otras lenguas?
El mayor uso político es descalificar y desamparar la nuestra hasta prácticamente hacerla desaparecer, como señala la UNESCO. Es cierto que en los 90 parecía que sólo se defendía el cántabro desde una determinada ideología, pero eso no fue siempre así (uno de sus mayores estudiosos fue Adriano García Lomas, poco sospechoso de compartirla) y ha vuelto a cambiar. Se está comprendiendo de nuevo que es un patrimonio de todos los cántabros.
-¿Hay literatura cántabra más allá de lo que podamos conocer todos, el trabajo que hizo Manuel Llano?
Para menospreciar las lenguas amerindias, se desarrollaron categorizaciones para rebajar el status del quechua, aimara o mapuche por carecer de academia, gramática o literatura. Hoy día están muy superados estos criterios supremacistas.
Pese a estar poco estudiado, es conocida la literatura costumbrista de Pereda, Cossío o Amós de Escalante, que trataba de imitar este habla. Muy interesante es la obra de Manuel Llano o la poesía de Jesús Cancio.
Pero hemos descubierto bastante más, textos periodísticos, epístolares, y un interesantísimo teatro costumbrista del siglo XVIII, el Entremés de la Buena Gloria, que reproduce el ritual del enterramiento de marineros santanderinos y su habla, con un montón de rasgos tradicionales, que nos vienen a decir que en el siglo XVIII aún el cántabro estaba vivo en la capital.
Los interesados en conocer más pueden acudir a los cursos, que son gratuitos, o mandar un mail a la dirección alcuentrucantabria@gmail.com