Son ese personaje de la foto, con uniforme oscuro, con rostro anónimo, casi tanto como los manifestantes con los que conviven y comparten espacio.

Unos van con causa y otros actúan bajo la causa del orden.

Es una foto que, tras años adormecida, se ha repetido en los últimos años en el país de los recortes, la crisis y los escándalos de corrupción.

Y en ellas se atisba la figura del antidisturbios, más que una persona, a veces una herramienta cuyo pensamiento real se desconoce porque no es lo que le importa a quienes les han concebido.

El antidisturbios, el poder a escena

Es en esa cabeza, en esas historias, en esas motivaciones y en esas contradicciones donde quiere adentrarse ‘El antidisturbios’, la obra de la compañía Teatro de Acción Candente que se representa este domingo a las 20.00 horas en Escena Miriñaque (en la calle Isaac Peral, las entradas pueden comprarse allí o en este enlace), dentro de su provocativo ciclo de teatro independiente La Alternativa.

En este caso, es una obra que cuenta una historia individual con la que se quiere ofrecer una reflexión al fenómeno de las protestas, de las manifestaciones.

Y que, como todas las grandes historias, bebe de Shakespeare. Y, que, por tanto, como todas las historias de Shakespeare, habla sobre el poder.

El texto, del veterano dramaturgo Félix Estaire, nos habla de un antidisturbios y el proceso mental por el que acaba cayendo en un paradójico “no me representan” como el que entonaban los indignados en las plazas.

Dirigida por Patricia Benedicto e interpretada por Chus de la Cruz y Eugenio Gómez, se estrenó en enero de 2014 en el Teatro del Arte en Madrid y, tras pasar por el Teatro del Barrio, el Centro Niemeyer o el Teatro Galileo, continúa en 2015 su gira por diversas ciudades de nuestra geografía, comenzando por Sevilla, Huelva y Zaragoza.

La obra, aconsejable para el mundo del activismo y las personas que alguna vez se han topado con el poder del poder, con la presencia policial, fue inicialmente un texto radiofónico.

no tiene el objetivo de defender ni de atacar. Busca al ser humano y trata de provocar la reflexión de por qué la sociedad, las personas, llegan a conformarse en bandos, en grupos opuestos.

‘El antidisturbios’ es la historia de un agente de la Policía Nacional al que, al llegarle la edad de la jubilación, en lugar de concederle la prórroga solicitada, le dan una condecoración.

Ese momento vital se convierte en una excusa para recordar su vida, a través de distintos acontecimientos de su trayectoria profesional que, consecuencia directa de su trabajo, son hitos importantes de la historia del país.

La reflexión le lleva a pensar en sus actos, en las órdenes que ha ejecutado, y instigado por su hija, sobre si se merece esa condecoración, llega a plantearse por qué después de haberle dado todo al Estado, la respuesta es desplazarle tras haberle convertido en una herramienta de un poder que por un lado ya no le quiere y por otro le condecora. Y entonces acaricia la idea de…atentar contra ese mismo poder. Lo que le abre un nuevo panorama.