Dos años de periodismo crítico, social e independiente

Tiempo de lectura: 8 min
Lolo Rico leyendo El Faradio

Lolo Rico, creadora de La Bola de Cristal, leyendo El Faradio en su casa de San Sebastián

El 17 de noviembre de 2013 lanzamos El Faradio, el periódico digital de este proyecto periodístico que engloba Emmedios, productora también del programa Buenas Tardes Cantabria (en el origen Buenos Días Cantabria, desde septiembre de 2012).

Dos años desde aquel #Faraday en el que presentamos un nuevo medio de comunicación con vocación de cambiar la agenda en Cantabria, con la intención de crear debate, sin tabús impuestos o autoimpuestos, y de superar la exposición permanente a la propaganda de los poderes económicos, políticos y mediáticos que habían dominado la agenda en nuestra comunidad autónoma.

El Faradio nace en un contexto de fuerte convulsión social y económica en España y en Cantabria: fue nuestra apuesta en Internet, para un proyecto que había tenido un precedente en el programa de radio Buenos Días Cantabria, que había logrado construir un público nuevo, con el acierto de llegar a vosotros, que no consumíais medios tradicionales o que os habíais alejado de ellos por su crisis de valores y de credibilidad.

Pero El Faradio, de alguna manera, había nacido mucho antes. Es la culminación de muchas conversaciones sobre periodismo y sobre Cantabria, que habíamos tenido Oscar Allende y yo cuando trabajábamos en medios tradicionales (Europa Press y la Cadena SER), cuando tomamos conciencia de que lo que queríamos hacer no se podía desde esos medios; tampoco si hubiéramos tenido más responsabilidad, porque había barreras estructurales.

Todo pasaba por cambiar la agenda y para eso optamos por una estructura basada en poner al mismo nivel de importancia cuatro grandes áreas temáticas: los movimientos sociales, la iniciativa empresarial y los creadores culturales al mismo nivel de importancia que la actualidad tradicional, que a su vez necesitaba nuevos enfoques, más investigación y pensamiento crítico.

Y sobre todo mucho más contexto, para presentar la información de manera que la pudiera entender todo aquel que no tuviera un máster en actualidad.

Acompañamos la idea con un diseño rompedor y colorista: tenía que ser diferente al de cualquier periódico digital, desde el nombre, que no queríamos que llevara la palabra Cantabria asociada a la marca, hasta el actual diseño de cajas cuadradas, democrático desde la propia distribución de los espacios.

Lo hicimos, con la colaboración de Creando y Aumentha, dos empresas a las que estamos eternamente agradecidos.

Entendíamos que nuestra sociedad estaba siendo especialmente injusta con las voces que eran tenidas en cuenta para apoyar las informaciones: nos faltaban los nuevos referentes que se abrían paso, que ya eran una realidad en los ámbitos social, económico, cultural y político.

Citarlos uno por uno daría para escribir un libro – lo editaremos algún día- y no quiero en esta reseña olvidarme de ninguno de ellos, por lo que no voy a nombrarlos uno por uno; sí diré que todos han tenido un papel muy relevante con su participación y liderazgo en las causas que han marcado los primeros cambios en todos esos ámbitos.

A través de sus luchas hemos podido contar las historias de nuestro paisaje después de la batalla, de nuestra Cantabria después de la burbuja.

Hemos hablado de la crisis de nuestras principales instituciones  y símbolos; de los excesos de los poderes financieros encarnados en la desaparición de Caja Cantabria y el descrédito del Banco Santander, las estafas de las preferentes y otros productos tóxicos que cuestionaron algunos valores; de la corrupción de gobiernos y ayuntamientos que unos pocos se atrevieron a denunciar.

De los rescates a empresarios ‘amigos’ de los políticos, que han dejado tocado al Racing de Santander -porque no era sólo fútbol–  y otros megaproyectos políticos (de GFB a Nestor Martin, pasando por el Puerto de Laredo)

De la quiebra de la CEOE-Cepyme; de la crisis de la industria madura, con Sniace como punta de lanza de la mala gestión, y de todo un desmontaje que afecta a nuestras fábricas tradicionales, por fenómenos que son muy globales pero que no hemos sabido anticipar.

Hemos seguido la pérdida de representatividad de los sindicatos ligada a estos fenómenos; los estallidos sociales frente a la sociedad civil controlada y contaminada hasta las trancas por los partidos políticos; la lucha por el pensamiento crítico frente al sectarismo de las organizaciones…

Hemos contado también que frente a la ausencia de Plan B de nuestras élites para Cantabria, la iniciativa de muchos pocos está sosteniendo e incluso dinamizando la economía y el empleo – o autoempleo.

Hemos hablado de participación política y democrática (de nuevos partidos y de relevos necesarios al frente de organizaciones profesionales anquilosadas).

En esta nueva temporada hemos puesto el foco en las empresas que han recibido un trato especial por las administraciones públicas, los hombres de negocio -que no empresarios, porque nunca arriesgan- que se benefician; los perjudicados de este modelo somos todos, como contribuyentes. Y algunos ciudadanos que son víctimas de la especulación urbanística.

Pero siempre nos quedamos con algo bueno, porque creemos en el periodismo que cuenta (las historias que merecen la pena).

Hemos visto nuevas empresas luchar por una idea, crecer y triunfar; o incluso hacer virtud de su fracaso.

Hemos contado la implicación de la ciudadanía en los cambios sociales y políticos. Y, a pesar de los muchos pesares y espectáculos muy poco edificantes, hemos podido contar la llegada de aire nuevo a nuestras cámaras de representantes.

Hemos contado alguna victoria de organizaciones civiles en su libertad de asociarse, para situarse frente a los abusos del poder. Les hemos visto ganar batallas y lo hemos contado.

Hemos  disfrutado con la colaboración de los agentes de la cultura (en la música, en el cine, en el teatro…), en una revolución que no tiene vuelta.

Pero todo esto no lo podíamos haber hecho sólos. El periodismo local es más peligroso que el periodismo de guerra, según el reportero de conflictos Gervasio Sánchez. No es fácil ser crítico en una tierra pequeña, con las relaciones de poder tan definidas como intocables.

Desgraciadamente, comprendimos, porque lo vivimos en primera persona, el verdadero significado de la frase de Gervasio.

Pero teníamos que volver y volvimos, hoy hace dos años, con mucha más fuerza que nunca. Siempre hablamos creído en un proyecto de iniciativa y colaboración, como nos enseñó de pequeños a todos los niños y niñas de los 80 La Bola de Cristal: sólo no puedes; con amigos sí.

La iniciativa la tenéis vosotros y la tenemos nosotros también, cada uno en lo suyo.

Y nos quedaba la colaboración, que emprendemos de muchas formas, pero la más destacada de todas es la de nuestro modelo de socios/suscriptores de El Faradio, que a cambio de 7 euros al mes contribuyen a que sigamos siendo un medio de comunicación social, crítico e independiente en Cantabria.

En este aniversario queremos dar las gracias a los 130 que creéis en nosotros, algunos desde el principio, otros que nos vais conociendo, que valoráis que nuestra única filiación es la del periodismo.

Todavía necesitamos ser más, para que los socios sean la principal aportación, para que siempre estén por encima de cualquier otro interés político, económico o mediático, que es la mejor manera de preservar la independencia de este medio. Porque aún queda mucho por hacer.

Sobre todo, este es un medio que se hace desde Santander y abunda la información que tenemos más cerca, pero queremos llegar a muchas más historias de muchos otros puntos de la comunidad autónoma. Para eso necesitamos crecer, contar con más profesionales.

Y queremos ser más para llegar a más noticias y contarlas mejor, adaptarnos a cambios que son vertiginosos.

Merece la pena apoyar, porque gracias a los socios contamos en plantilla con Eva Mora. Desde que está ella llegamos mucho más que antes. Y más allá de esto, su incorporación amplía y enriquece nuestra visión del mundo.

En parte lo logramos gracias a colaboradores. Gente como el Paisá García o Pablo Moreno, pedazo de profesionales que están por puro compromiso. Pero sabemos que si no retribuimos su trabajo como es debido, como merecen, no estarán ahí para siempre. Esperemos que sea temprano que podamos y tarde, o mejor dicho nunca, que se vayan a enriquecer otro proyecto.

Quiero recordar por qué El Faradio, entre todos los nombres que un día llenaron de garabatos las servilletas de unas rabas y muchos vermús: aunque me riñan mis amigos de ciencias, un Faradio es la capacidad de almacenar energía en un condensador antes de que esta sea liberada.

Ese es exactamente el momento social, político y económico que vivimos en Cantabria. Y a través de El Faradio se sigue liberando mucha energía, cada vez más.

Feliz segundo aniversario. Y que cumplamos muchos más.

 

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1 Comentario

  • A mi no me la dan
    17 de noviembre de 2015

    Enhorabuena y a seguir así. Desgraciadamente para el periodismo, se echan de menos medios como este.

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