Fidel Turienzo, o cómo cruzar el Atlántico en solitario
Hay deportes que necesitan algo más que destreza o habilidad haciendo algo concreto. Necesitan también de un componente importante de valentía, incluso, quizá, de locura, de no pensarse mucho las cosas, al menos.
Un caso como este se puede ver en la vela. No en cualquiera de sus competiciones, pero sí lo podemos palpar, por ejemplo, en la regata Mini Transat. Se trata de atravesar todo el Océano Atlántico en solitario, con un barco de seis metros y medio de eslora como única compañía hasta la Isla de Guadalupe, a las puertas del mar Caribe.
Enfrentarse a un océano con esas armas no parece lo más cuerdo que se puede afrontar en la vida. Pero cuando la pasión tiene mucho que decir ante la toma de una decisión, la razón ya no tiene la sartén por el mango, no logra controlar lo que pasa y se puede meter en una pequeña embarcación convertida en casa improvisada durante semanas.
Esa fue la decisión de Fidel Turienzo, el cántabro que ha sido el primer español en llegar a la meta en la edición 2015 de esta regata, compitiendo en la categoría de Prototipos a los mandos de su ‘Satanas’. No solamente puso pasión en la decisión, esto era, directamente, su sueño, aunque le costara los ahorros.
Y es que esto es vela. Hacen falta patrocinadores y no es nada fácil encontrarlos. No es fútbol, donde una buena cantidad de talento puede ser suficiente para llegar a ser algo. En muchos otros deportes, si no se consiguen apoyos económicos, no hay nada que hacer.
Turienzo logró atar todo y se marchó a Douarnenez, en la Bretaña francesa, donde comenzaba la primera etapa, el 19 de septiembre, que debía llevarles hasta Lanzarote. Y fue un calvario. El palo de su barco ‘Satanas’ se le rompió y tuvo que parar cerca de Lisboa a repararlo. Ahí sintió «impotencia», según afirmó en una entrevista a Buenas Tardes Cantabria.
En vez de rendirse en ese momento, tomó la opción contraria: «Decidimos intentarlo y en Lanzarote arreglar el barco», declaró. Había margen de tiempo. Otros no pudieron tomar la misma determinación, porque su barco estaba peor y tuvieron que abandonar durante la primera etapa.
La segunda cambiaba totalmente para él, por los arreglos llevados a cabo en su medio de transporte: «He tenido que hacer una táctica más conservadora en esta segunda etapa, sobre todo los primeros días que hacía mucho viento». Tuvo que navegar más al norte que los demás, que sí tenían un viento más favorable.
Una vez hecho a las nuevas condiciones, vio los resultados lógicos de su estrategia: iba más lento que el resto. «He tenido algún día de poco viento, sabes que los demás van más rápido y te vuelves un poco loco», contó Fidel entre risas.
Su balance no puede ser para nada negativo. Las cosas se pusieron feas, pero luchó por llegar hasta el final y lo logró: «Primera etapa complicada, y segunda atípica porque tenía medio barco cambiado y casi sin poder probar que no se iba a romper», pero al final ha conseguido llegar, que es lo que buscaba: «Muy contento y objetivo cumplido», resumió.
En la segunda etapa se ha tirado 16 días solo en el océano. Sin hablar con nadie. Y conciliando el sueño como se puede: «Es vital saber dormir y tener el cuerpo y la mente medianamente descansados. Duermes de 20 minutos en 20 minutos, de 40 en 40 si la cosa está tranquila, muy raro que duermas una hora seguida». 16 días así no debe ser bueno para ningún cuerpo, ni para ninguna mente.
La regata ha terminado para él, pero no para todos los regatistas. Algunos todavía no han llegado a la meta (en la categoría Serie), entre ellos un cántabro más, Nacho Postigo, que podría llegar hasta la meta de la Isla de Guadalupe este viernes. Hay que esperar a que lleguen todos, para después preparar el regreso a casa.
«Tengo que quedarme a la entrega de premios. Los barcos vuelven juntos en barcos mercantes, uno sale el 26 de noviembre y otro el 5 de diciembre. Cuanto antes pueda volver a casa, mejor, hay que volver a la vida. Pero unos cuantos días de vacaciones me voy a pegar aquí». Así lo contó Turienzo, al que se le notaba una linda felicidad en la voz.
En Prototipos, el ganador ha sido el francés Frèdèric Denis, y en Serie otro regatista galo, Ian Lipinski, se ha llevado el triunfo final.
DESCONTENTO CON LA SITUACIÓN DEL CEAR DE SANTANDER
Postigo nació en Cantabria, pero es balear de adopción. Turienzo siempre ha estado en la tierruca y, deportivamente, ha nacido en el Centro Especalizado de Alto Rendimiento Príncipe Felipe de Santander.
La situación en el CEAR es de convulsión. Desde que Julia Casanueva se hizo con el cargo de presidenta de la Real Federación Española de Vela, al desbancar a José Ángel Rodríguez mediante una moción de censura el pasado 6 de octubre, las cosas no han hecho sino empeorar.
La primera decisión que tomó Casanueva fue sacar a Alejandro Abascal de la dirección del CEAR para encomendarle las funciones de técnico de la federación de cara a la preparación de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Abascal estaba acostumbrado a compatibilizar las funciones en ambos sitios, pero esta vez no podrá hacerlo.
Los padres y madres de los alumnos de la Escuela Municipal de Vela, que tiene su base en el CEAR, no paran de pedirle soluciones, a través de la Asociación Náutica Role, a la nueva presidenta, que es la nueva máxima responsable del centro al quitarle la dirección a Jan, pero no reciben respuesta.
Aparte de pedir el regreso de Abascal, ahora denuncian falta de medios y problemas de seguridad en las clases que reciben sus hijos, pero siguen sin recibir respuesta ni soluciones a lo que reclaman. Tampoco por parte de las instituciones que ponen dinero público todos los años en el CEAR, el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander.
A Turienzo le ha pillado esta situación en Lanzarote, en el descanso entre las dos etapas. Y no le gusta nada lo que ha sabido del asunto: «Te da rabia, es una escuela municipal, nos acerca la vela a todos, seas de la clase social que seas. Es una escuela referente, yo he trabajado allí, me he criado allí», afirmó.
Casanueva tiene como objetivo que el CEAR no le cueste dinero a la federación española, pero mientras esté cubierto el cupo de alumnos, como sucede ahora, es un centro perfectamente viable económicamente, algo que refrenda Turienzo: «Ha funcionado, ha pasado mogollón de gente, con una gestión impecable, los números lo dicen», dijo convencido.
Abascal tiene todo el apoyo y el cariño del regatista cántabro: «Jan es el mejor profesional, no hace falta presentación, una gran persona. Da rabia que todo se pueda ir al traste por malas decisiones».
Es una institución clave en la vela española, de ahí han salido grandes campeones, y uno de los que ha salido de allí acaba de completar la Mini Transat 2015 como el mejor español de todos. Su tiempo de la primera etapa le llevó al 19º puesto por sus problemas, último empatado con el francés Maxime Eveillard.
De los 20 que salieron en la segunda etapa en su categoría, la de Prototipos, sólo 14 han llegado hasta la meta, y él ha entrado 11º. Suficiente el haber podido sortear las dificultades y estar en Guadalupe.
Si las aguas vuelven a su cauce, el CEAR podrá sacar otros artistas de la vela en el futuro, pero dependerá de la voluntad de la federación y de las instituciones cántabras para que eso suceda.
Jesús Gómez Cimiano
Hace mas de 20 años un Lopez Alonso hizo el Atlántico en solitario con mucha menos tecnología. Otro López Alonso fue medallista con Jan. Algunos, tienen más suerte con lo de la fama. Así todo debemos entender y comprender que el que entra en un puesto institucional y por tanto público a dedo, puece salir de la misma manera.