Contra el sentido común (III): el voto (in)útil

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A menudo apelamos al “sentido común” como si de un argumento incontestable se tratara y del cual no se pudiese dudar.

Un sentido común que consideramos tal sin haberlo creado nosotros (el común de los mortales) en su totalidad sino que en ocasiones ha sido dictado por una minoría (la oligarquía), lejana a lo común, y que consigue mediante sus medios económicos y mediáticos que el ciudadano de a pie piense, crea o defienda posturas ajenas a él. Posturas que, por supuesto, van en contra de sí mismo y que, sin embargo, ha asimilado como suyas contribuyendo al pensamiento único.

Por ello, este espacio pretende ser una vía en la que se planteen pensamientos divergentes, alternativos o contrarios a lo (a mi parecer) erróneamente asimilado por grandes sectores de la ciudadanía, fruto de un discurso presentado como único durante años.


Contra el sentido común (I): el sueldo de los políticos

Contra el sentido común (II): «Soy apolítico»

Estamos en el ecuador de la campaña y ya estoy deseando que acabe. Apenas he cumplido un cuarto de siglo y ya he perdido la cuenta de las veces que he oído aquello del “voto útil” (no lo entrecomillaré más).

El voto útil, por Forges

El voto útil, por Forges

Si además eres tan afortunado de rodearte de gente medianamente interesada en la política, es probable que acabes hasta las pelotas de escuchar estas dos palabras en cada conversación.

Si encima lo usan como “argumento” (lo pongo entre comillas, luego te explico por qué) para que te arrimes a la candidatura que ellos te dicen que apoyan, estás tardando en preparar la soga.

En cualquier caso, lo oirás en la televisión o en la radio. De hecho, la supervivencia de algunos medios depende de eso.

Si eres nuevo en esto de la jerga política te explico, pa’ eso estamos.

De forma resumida, el voto útil es una consigna que pretende dirigir la intención de tu voto, de tu voluntad.

Para ello, dos discursos son empleados, aunque ambos no dejan de ser dos lados de la misma moneda:

LA CARA

«Tienes que votar a porque…» es el que más posibilidades tiene de, o bien cambiar el gobierno o bien mantenerlo. Es decir, esto no deja de ser una excusa (modo cuñao ON) en lugar de un argumento. No llama a tu apoyo por su defensa de un programa, de unas propuestas o ideales, sino por motivos de rentabilidad. Es decir, apela a evitar males mayores con la única justificación de los números de las encuestas.

Y, no nos engañemos, los sondeos electorales son un arma que quizá en alguna ocasión se haya usado como barómetro sociológico pero hoy en día sabemos que la mayoría de las encuestas se usan principalmente para mostrar lo que los autores de las mismas quieren, con el claro objetivo de condicionar el voto. Responden a intereses, tienen dueños y su primer (¿y último? ¿y único?) objetivo es el beneficio.

LA CRUZ

«No tienes que votar a porque…» no va a obtener representación, son muy pocos, vas a tirar tu voto a la basura. Esto es rotundamente falso. Por dos motivos:

  1. El motivo ético, ya que el voto útil es aquel que te representa, el que crees que va a defender tus derechos, no aquel al que te ves motivado por evitar males mayores, como he citado antes. El voto útil no puede ser aquel en el que vas a la urna con una pinza en la nariz y pasadas las elecciones estás arrepintiéndote durante cuatro años.  Porque de ser así, el voto pierde su utilidad y se convierte en inútil
  2. El motivo técnico/administrativo, el cual suele ser desconocido para la mayoría de la población porque no hay una cultura del conocimiento, de la pedagogía y de la información suficiente. Los votos no sólo sirven para otorgar escaños sino que también determinan los recursos con los que contarán los partidos para poder desarrollar su labor parlamentaria. Un ejemplo: si el partido W obtiene 5 escaños en todo el territorio español pero no obtiene el 5% de los votos en toda España, no tendrá derecho a grupo parlamentario propio, el cual le dota de mayores recursos para poder hacer política y competir en «igualdad» de condiciones. Es decir, para los partidos pequeños TODOS los votos cuentan. Este dato es omitido constantemente y tan importante es obtener representantes como tener medios para poder representar a los representados.

En definitiva, el voto útil no deja de ser una falacia repetida tantas y tantas veces que hemos asimilado como verdad absoluta. Además, son muchos los años ya en que la población ha recibido ese mensaje y pasadas las elecciones se ha visto traicionada y arrepentida, con imposibilidad de revertir su error antes de cuatro años.

Apostar por una cultura de la educación, la formación y la información, plural y representativa, en la que sea posible el contraste por parte de los medios y la ciudadanía es una tarea pendiente que debe atajarse en pro de construir un nuevo país.

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