Balance(s) por cuenta ajena

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Hay muchos “Años Nuevos”,  tantos como burbujas de Freixenet en la cola del paro, despedidas por ir a trabajar borrachas y con una ropa inapropiada. Trabajando sin contrato, algunas de ellas,  acabaron vendiendo sus trajes dorados en una de esas tiendas de empeño, cada vez más abundantes, de “Compro Oro”. Al descubrir la estafa fueron detenidas y metidas en la “nevera”.

Nada se sabe del “calvo de la Lotería”. Cansado de tantas hadas y polvos mágicos, con el tabique desviado de esnifar demasiada felicidad, no pudo más y dejo de fingir que repartía fortuna por cada uno de los rincones de nuestros pueblos y ciudades. Las últimas noticias dicen que intenta abrirse paso en el mundo de los productos de limpieza como “marca blanca” de Don Limpio. ¿Y su sueño de ser peluquero? Quizás demasiada presión en esta sociedad de la imagen donde además de serlo, tienes que parecerlo.

El balance del año

El balance del año

Hay muchos “Años Nuevos”, tantos como moscas sobrevolando barrigas hinchadas, tantos como burkas  de la vergüenza en talleres clandestinos o a plena luz del día. Tantos como conflictos y guerras olvidadas a lo largo y ancho de nuestro globo…ocular. Acompañados por Lazarillos con gafas de visión nocturna trabajan de temporeros recogiendo “Las uvas de la ira” porque, por no tener, ya no tienen Miedo:

“¿Cómo se puede asustar a un hombre que no sólo carga con el hambre de su vientre sino también con el de sus pobres hijos? No se le puede atemorizar porque este hombre ha conocido un miedo superior a cualquier otro. “(cap. XX)

Hay muchos  “Años Nuevos”, tantos como camisas viejas que no se han acabado de pudrir en el armario del totalitarismo y aparecen de nuevo, lavadas con la lejía de la desmemoria, en una democracia  cada vez más desteñida. Demasiado olor a naftalina. Demasiado. Demasiadas cunetas sin placas de identificación, demasiadas placas pidiendo su identificación a manifestantes. Demasiados Cementerios de Ciriego sin exhumar. Demasiados vendedores de humo con el extintor en una mano y la lata de gasolina en la otra.

Hay muchos  “Años Nuevos”, tantos como cuestas de Enero que no se acaban nunca y se prolongan durante todo el año para precipitarnos en el vacío de otra cesta de Navidad hecha con alambres de concertinas, con inmigrantes sin papeles, con salas de espera que se reservan el derecho de admisión. Con juegos de palabras que no dicen nada porque cada vez hay más mordazas que las amordazan. Donde el silencio se interpreta en clave de “Mi”.

Hay muchos  “Años Nuevos”, tantos como violaciones de los derechos humanos, a miles de kilómetros de distancia, o a la puerta de casa, en el piso de al lado, donde una mujer es asesinada. Donde unos vecinos sufren las consecuencias de la especulación, política y económica, para evitar la expropiación de sus viviendas. Y la fuente ya no da más sí. Y el Pilón se ahoga entre las gotas de sudor de quienes se dejan la piel por defenderlo. Hay tantos años nuevos como espejismos en un desierto de cemento. El “oasis” está en la próxima gasolinera. En los cárteles de asfalto.

Hay muchos  “Años Nuevos”, tantos como nuevos refugiados a la entrada de nuestras fronteras, imaginadas y reales. Nuevos refugiados sobre las huellas de nuestro propio pasado. Porque son Nosotros. Porque seremos Nosotros.

Hay muchos  “Años Nuevos”, tantos como noticias recuperadas en reportajes de fin de año. Como catálogos de opiniones que no sirven de nada. Como tutoriales de internet para caricias desconectadas. “Game Over”.

Hay muchos “Años Nuevos”, tantos como cabalgatas de reyes  donde detrás de la barba se esconde un contrato por horas en el mejor de los casos. Donde trabajar en “negro” no se refiere  a la labor realizada por Baltasar. Donde los camellos mercadean con drogas de diseño en ciudades de diseño para ciudadanos diseñados a la medida del sastre de un rey desnudo con corona de latón.

María ha salido de cuentas y viaja en una patera. Los reyes de Oriente están en Guantánamo acusados de traficar con sueños que no se cumplen. Terroristas de Adviento les llaman. José  espera al otro lado intentando encontrar refugio. Pero ha sido detenido en la última redada tras la amenaza de un nuevo atentado yihadista. No tiene dinero para la fianza y tampoco le salen las cuentas. Y es que, los milagros se pagan, cada vez más.

Hay muchos  “Años Nuevos”, tantos como cicatrices en la piel de Los Nadie. Y tantos como historias que no caben en un artículo. Y hay tantos “Años Nuevos” como historiales de “Nadie hizo Nada”.

Me lo envuelve para regalo, le pido al joven calvo que me atiende en el centro comercial. Su cara me suena, le digo mientras espero a que me cobre.-La verdad, me lo dicen muy a menudo, contesta. Tenemos lotería para el Niño, me ofrece alargando la mano. Suena la banda sonora del Doctor Zhivago y me pregunto confundido si esto no lo habré vivido antes. A la salida una joven mimo descorcha botellas de cava vacías sin dejar de bailar en círculo. La historia se repite.

FELIZ AÑO NUEVO

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