La distopía del TTIP

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Las nueve de la mañana y otra vez aquí. A las nueve de la mañana, hace años, estaba parando la ordeñadora y sacando el caño. No nos pagaban mucho pero algo era algo. Nos quedamos sin algo, nos quedamos con nada.

De repente, como si de otra plaga bíblica se tratara, la leche se convirtió en agua sucia con polvos blancos y los mercados se vieron inundados de cajas con el logo de una vaca que reía. Se reía de nosotros. Ya no había vacas en el “prao”. Las metieron en Cabárceno como nueva especie protegida e imagen para la última campaña de “Cantabria Infinita” junto a ese payaso de colores que vende hamburguesas. Pero Cantabria cada vez es más pequeña. Se la han comido los “payasos”. Y ya no se ríe nadie.

En el pueblo solo quedan cuatro gatos de los cuatro que quedaban cuando me fui. Cada vez más enfermos de enfermedades con nombres tan nuevos como las medicinas que dicen curarlas. Y las medicinas cada vez más caras. Y cada vez menos pensiones para mantener a más.

TTIP: una pesadilla hecha realidad

TTIP: una pesadilla hecha realidad

Todas las pastillas que toma mi abuela son de marca. Se anuncian por la tele: “Sana, sana culito de rana, si no sana hoy sanará mañana”. Así que sigue comprando una agonía por fascículos. Una muerte a plazos mientras salgan las cuentas. Las suyas claro. A ella le descuentan cada vez más días de vida de su libreta de ahorro. Pobre abuela, toda la vida trabajando para acabar pagando con tu vida.

El abuelo se tira horas echando la partida en el bar.  Alargándola a golpe de sol y sombra y cigarro de liar. Ya nadie avisa de lo malo que es su consumo. Solo cuando es demasiado tarde. “Más vale pagar que prevenir” es el slogan de la nueva franquicia de parafarmacia abierta en la esquina junto al estanco-licorería. “Lo pagarás caro” será la última.

Las nueve de la mañana y otra vez aquí. Con lo que aborrecía madrugar para ir al instituto y cuanto lo echo de menos. Casi no fuimos conscientes de los cambios, incluso recibimos con alegría algunos de ellos. Nuevos patrocinadores para el gimnasio. Con equipaciones de marca creímos que éramos mejores.

El pabellón de deportes Miguel de Cervantes pasó a llamarse “Cerveza San Miguel”. Algunos ni se dieron cuenta. Las becas venían acompañadas con membrete de Bancos y Entidades Privadas. Cuando me negaron la “Beca Apple para agricultores” no puede seguir estudiando. No puede reclamar a nadie. “Donde vas, manzanas traigo” fue su única contestación.

De pronto se podía comprar de todo pero sin garantía alguna. Y así nos vimos rodeados de última tecnología  de dudosa calidad pero a bajo precio.

Ya en la ciudad, pues el campo no daba para más, conseguimos un piso en un barrio céntrico al lado de torres llenas de antenas de una empresa de telefonía.

Al principio creí que las mujeres con las que tropezaba en la escalera eran refugiadas sirio-musulmanas porque llevaban un pañuelo en la cabeza. Pronto descubrí que era cáncer. Nadie se ha hecho reponsable hasta ahora. Es imposible un dictamen al 100% que demuestre la relación causa-efecto, como dice la legislación.

Contra el TTIP

Contra el TTIP

Por cierto, mi cola no es la del INEM; es una subcontrata a la que estoy afiliado, por un módico precio al mes, para que me encuentren un trabajo que no hay. Nada de prestaciones sociales, eso era para vagos e inmigrantes y se eliminó. Es la era de los mejores y si no fuera por las multinazionales nos moriríamos de hambre.

Está claro que hoy no es mi día. Me levanto y salgo de nuevo a la calle. Estamos en pleno mes de Marzo y el invierno parece que se pasó de estación. Ya nadie habla de cambio climático porque las compañías de gas y petróleo nombran a los nuevos asesores medioambientales. “La teoría de primo de Rajoy” es la hegemónica. Todo lo demás en pura conspiración hippie y perro-flauta.

Con el billete de tren, arrugado en el bolsillo, me pregunto si no estaría mejor viviendo en el pueblo, o lo que quede de él. Pero el Fracking y sus gigantes de metal le están sacando las entrañas a esta tierra. Mi pueblo solo existe en las postales de la consejería de turismo y en la nueva réplica del MUPAC, rebautizado como Nuevo Museo Creacionista.

“Por una Europa de los consumidores” leo en un cartel al otro lado de las vías. La imagen presidenciable del maldito payaso acompaña al slogan:

-Lo olvidaba, estamos en pleno periodo electoral. Mientras oigo el silbido del tren, a punto de llegar, pienso en las cuatro opciones de moda (hay mas), recientemente refundadas: El PP (Partido del Petróleo)  PSOE (Partido de los SOcios de Enron), Publicitemos (El partido eslogan) Ciuda-bancos (obvio).

Compruebo en mi Demo-abono (saldo agotado) que no  les he “comprado” nada, así que no puedo votarles. Si no lo renuevo pronto dejaré de ser ciudadano. ¿A qué precio?

Las nueve de la mañana. Suena el despertador. Me despierto sobresaltado. Solo ha sido un mal sueño, me digo… ¿O no?

 

 

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4 Comentarios

  • Luis Ramón
    15 de marzo de 2016

    Ay, los acrónimos bipolares. Meras apariencias. Si escribo HP, ya se que es un burdo ejemplo, tanto puedo estar refiriendo al hijo de una empleada del sexo, como pudiera hablar de energía y referirme al “Caballo de Vapor”inglés. ¿Qué lo uno está dicho en la lengua de Cervantes y, lo otro, en la de Shakespeare? Claro. Y cualquiera de las dos lenguas se han fraguado en la lucha por los imperios, dejando tras de sí miseria, injusticias e indignidad. Huellas de dolor.
    Pero no nos preocupemos tanto. ¿Acaso no estás acostumbrado al sometimiento por compensaciones? Podrás continuar ignorado y sin dejar de llamarte Nadie.
    Ahora, con esto del TTIP y considerando que los humanos estamos instruidos para esconder, tanto como necesitamos adjetivar, los malos sólo intentan dar un orden a la anarquía, a la nuestra, claro, la de nuestros derechos. Los derechos que ellos se toman para regirnos bajo tratados internacionales que prometen la magia de convertir, en derecho, aquello que nace para torcernos aún más ¿Acaso no pertenecemos y desde hace mucho tiempo, a los intereses de las grandes corporaciones?
    Sí, pero yo quería decir…

  • Luis Enrique Antolín
    16 de marzo de 2016

    Efectivo el enfocar un artículo periodístico de análisis y opinión bajo la forma de una ficción narrativa,con el articulista como protagonista y hablando en primera persona. El enfocarlo así le añade un plus de autenticidad y de vivencia que hade al lector más partícipe de lo que se pretende transmitir.

    Bien redactado,bien hilado y buena conexión e interacción entre lo digamos ficcional y lo que sería propiamente periodismo de análisis y opinión.

    En cuanto al contenido que se pretende transmitir, pues comentar que me viene tras la lectura la sensación siempre repetida en estas ocasiones. Sensación,sentimiento,de amargura, claro,y también de una especie de desaliento y fatalismo, como si todo quedara en el diagnóstico y la denuncia,sin duda imprescindibles pero que parecen no apuntar otro horizonte.Pregunta fatal. ¿lo hay acaso?.

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