Voluntarios en Idomeni: “Esto no puede ser Europa”

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Tiendas de campaña sobre las vías del tren en la frontera con los Balcanes || Foto: perfil de Help es Help en Facebook

 

“Esto no puede ser Europa. Esto no puede estar pasando en Europa”. Lo pensaron cientos de cooperantes europeos en el momento de la intervención de los antidisturbios de la policía griega, con pelotas de goma y gases lacrimógenos, en el campo de refugiados de Idomeni (Grecia).

Y así lo pensamos tantos otros aquí, desde casa, cuando nos llegaron sus primeros relatos por las redes sociales. Historias sobre el terreno, como la que contaba la enfermera cántabra, Lucía Quindós, cooperante voluntaria en dos estancias en Grecia durante este curso, que ha participado en una mesa redonda organizada por eldiario.es Cantabria en La Vorágine, junto a Pasaje Seguro y el Gobierno de Cantabria.

La irrupción policial fue en su primera estancia. Había llegado a Idomeni en un viaje con ocho voluntarios que había contactado a través de las redes sociales. Todos con las mismas inquietudes, coincidieron en Girona y se desplazaron a Grecia con un mismo interés: ayudar en lo que pudieran. Una vez allí, montarían un hospital de campaña y una tienda de lactancia, en colaboración con Bomberos en Acción.

Pero aquel día de las cargas policiales no tuvieron “la sensación de estar en Europa”, subraya Lucía. “Uno (refugiado) levantó la piedra y la policía respondió. La sensación, desde dentro, era que estaba en medio de la guerra. Se cruzaban las balas de goma y los botes de humo”.

Luego empeoró: “Los refugiados de las piedras se alejaron de la entrada del campo y los policías gasearon todo el campo. Había madres y niños. Nos llegaban las madres con ataques de ansiedad porque habían perdido a sus niños. La situación fue bastante dura: atendimos a niños gaseados con gas pimienta”.

Fue una situación que vivieron en primera persona con mucha impotencia: “Lo importante era comunicar esto a España”, porque “siempre la población civil acaba en medio”.

IMPROVISACIÓN EN EL CAMPAMENTO: MADRES, NIÑOS Y ENFERMEDAD

Bomberos en Acción les puso en situación antes de entrar al campo de Idomeni. “Por mucho que veas en las noticias no estás preparado para ver lo que vas a ver allí”. De su llegada, Lucía recuerda que el campo era “enorme”, lleno de tiendas de campaña y de barro. Era la época de lluvias y estaba “empantanado”, un barrizal.

El campamento lo levantaron voluntarios independientes que “llegaban allí y con sus manos e ideas montaban cualquier proyecto”. Un grupo montó una plataforma de wifi, la “única forma de que pudieran estar en contacto con el mundo exterior”.

Los niños rodeando su coche marcaron sus primeras impresiones: “Había niños por todos lados”, campando a sus anchas. Y es que los que llegan a Grecia son familias de refugiados jóvenes. Había madres con siete u ocho hijos “acostumbradas a que unos cuiden de los otros”.

Familias rotas por el exilio, “separadas”. “Han dejado a los abuelos en Siria” porque “la gente mayor no está en condiciones de hacer el viaje”. Otros familiares han tenido más suerte y ya han pasado la frontera. Algunos están en países nórdicos.

“Al ser familias tan grandes, algunos tuvieron la idea de que al tener un niño en Grecia tendrían más posibilidades (de ser acogidos en Europa)”. Lo que pasa es que “nacen prematuros” y las madres “no alimentan bien al bebé”, por las “condiciones de estrés”.

De manera que terminaban en hospitales griegos saturados y a los dos días volvían a la tienda de campaña. Estaba “lleno de recién nacidos en malas condiciones”. La leche de bebé es cara, así que “intentábamos fomentar la lactancia materna”.

Por otra parte, después de las lluvias empezaba a apretar el calor. Y en aquellas condiciones empezaron a aparecer los piojos y la sarna. Lucía critica algunos efectos mediáticos de aquello, como la cantidad excesiva de medicamentos para la sarna y los piojos que llegaron.

Se dieron cuenta de «lo importante del contacto con la zona” para que “semanalmante traslade las necesidades”. “Es dinero mal gastado que se podría invertir en cosas más importantes”.

Durante aquellos días Lucía estuvo encargada de la Farmacia, en contacto con las farmacias griegas.  “Para 8.000 o 10.000 personas el gasto es tremendo. Y gracias a que la población griega está ayudando. Me facilitaron mucho las cosas. Me regalaban medicamentos, veían que ibas a Idomeni y lo poco que ellos tienen están intentando ayudar”.

Para Lucía, una crisis de refugiados como la actual le viene grande a Grecia “con la crisis que están sufriendo”. Aunque en realidad “le viene grande a cualquier país”. Son 50.000 personas.

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La enfermera cántabra, Lucía Quindós, en el centro, con sus compañeros en Idomeni|| Foto: Help es Help

HELP ES HELP

Dos semanas después de su primera internada, este grupo que se había conocido en redes sociales y se había reunido en Girona regresó a casa. “La vuelta no fue fácil”, recuerda Lucía. “No veníamos animados” por “la sensación de haber puesto un parche”, que sin embargo “hacía falta” porque “sin atención sanitaria aquello hubiera ido peor”.

Y volvieron una segunda vez. En esta ocasión con “un proyecto en mente” a partir del caso de Osman, un niño con parálisis cerebral que recibió mucha atención de los medios de comunicación y en dos semanas se llevaron a la familia para su acogida en Europa.

Así, empezaron a hacer un censo de la población con riesgo, que necesita cuidados urgentes. “Hay refugiados que están perdiendo la vista o que sufren fallos renales e insuficiencias pulmonares”, subraya Lucía.

Desde Idomeni, con la denominación de Help es Help, se empezaron a desplazar por la región para seguir completando el censo. Cada caso que encontraban, lo grababan y lo subían a Internet para darle publicidad. “Mucha gente contactó con nosotros”, entre otros organizaciones como Médicos Sin Fronteras.

Se fueron de Grecia con nueve casos urgentes y dos ya están en Suiza. Un niño con parálisis cerebral, que se había puesto “tan mal que en Grecia le desahuciaron”. Cuando estaba en cuidados paliativos un médico suizo contactó con la embajada y las gestiones con su Gobierno prosperaron. “El niño sigue vivo. Necesitaba una sonda, alimentación y rehabilitación”.

Otro niño, que había perdido un ojo en la guerra, sufrió el impacto en Idomeni de un pelotazo de goma lanzado por los antidisturbios griegos. “Perdió la prótesis: era urgente porque podía perder la vista de otro ojo”. Y hoy también está en Suiza.

Desde entonces siguen recopilando casos. Los miembros de la organización que siguen allí localizan y recopilan casos: por el momento tienen 32. “Nosotros hacemos de enlace con las instituciones españolas”. Han contactado con las diputaciones de Gipuzcoa y Lleida, con la  Generalitat de Catalunya y con la Asamblea de Madrid.

También se puso en contacto con ellos el grupo Bienvenidos Refugiados España. “Querían presentar un dossier con todos los casos en el Ministerio de Asuntos Exteriores”. Lo han hecho hace dos semanas. Lucía Quindós sigue sin saber “quién es la persona que abre la puerta” a los refugiados en Europa.

Help es Help tiene claro que no quieren que “se quede en el nivel informativo” y que todos los refugiados tienen derecho a un asilo, pero “evidentemente” la población que está en situación de urgencia es “la que más vende”, concluye.

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