Una ‘Brisa del Cantábrico’ llega a Meruelo para afrontar mejor la última etapa de la vida

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De izquierda a derecha: el Cabo de Ajo, San Miguel de Meruelo, el futuro emplazamiento de Brisa del Cantábrico y Noja || Foto: brisadelcantabrico.com

De izquierda a derecha: el Cabo de Ajo, San Miguel de Meruelo, el futuro emplazamiento de Brisa del Cantábrico y Noja || Foto: brisadelcantabrico.com

Una ciudad residencial para pasar voluntariamente los últimos años de nuestra vida sin tener que depender exclusivamente de la ayuda que nos puedan facilitar en esos momentos los familiares y la administración.

Envejecer con dignidad y de forma activa, es lo que pretende un grupo de cántabros, que ha puesto en marcha una cooperativa para poner en marcha una alternativa habitacional para aquellos que quieran afrontar de otra manera su llegada a la tercera edad.

La iniciativa se denomina Brisa del Cantábrico y se va a desarrollar en un terreno de 70.000 metros cuadrados en en San Miguel de Meruelo, entre Noja y el Cabo de Ajo.

Cuenta por el momento con 129 socios que han apostado por formar parte de una pequeña ciudad en la que convivan varias generaciones de personas, no sólo mayores, y por una enorme calidad de vida, en plena naturaleza.

La convivencia y la posibilidad de de asistencia sanitaria son algunas de las principales características de este alternativa al envejecimiento en residencias de ancianos, que se está abriendo camino en España.

este sábado 23 de julio se desvelan los trabajos finalistas del concurso de ideas y la intención de los precursores es que en dos años esté construida

Son viviendas colaborativas para mayores, conocidas en el resto del mundo como Senior Cohousing. Para acceder al complejo residencial y asistencial para personas autónomas y con necesidades de ayuda, hay que pasar en primer lugar a formar parte de una cooperativa.

La idea es que el proyecto sea accesible económicamente y no es necesario disponer de grandes recursos económicos para costear la inversión a realizar.

Para asociarse hay que aportar 36.000 euros, en plazos de hasta 10 años (el dinero se puede recuperar en caso de causar baja). La inversión da derecho al disfrute de una vivienda a perpetuidad y heredable.

Está prevista la construcción de entre 150 y 200 viviendas, en planta baja, de entre 50 y 60 metros cuadrados, con jardín. El proyecto también contempla espacios comunes como salón de actos, cafetería, comedor, biblioteca, peluquería, gimnasio, piscina, salas de silencio o huertos, además de 10 apartamentos de unos 35 metros para socios no residentes e invitados.

Cuando el cooperativista decide residir en Brisa del Cantábrico tiene que pagar gastos mensuales: entre 250 euros y 850 euros, en función de los servicios que demande y si vive sólo o acompañado.

Además, los estatutos establecen el principio de solidaridad por el cual nadie tiene que pagar más por el hecho de ser dependiente

Hay varios enfermeros entre los impulsores, con lo que el carácter asistencial de la iniciativa es un pilar fundamental. Los habitantes tendrán un servicio propio profesionalizado de atención domiciliaria, con una media de 60 horas al mes, para que las personas con dependencia leve o moderada puedan permanecer en sus casas el mayor tiempo posible.

Solamente los grandes dependientes se tendrán que desplazar a unas «unidades de convivencia», en dos espacios con 10 habitaciones cada uno, donde los impulsores del proyecto prometen una atención «personalizada» centrada en la persona.

Y en la que se respeten los hábitos, costumbres, preferencias e intereses de los mayores, con el objetivo de promover la autonomía, el bienestar y la independencia de las personas hasta los últimos días de sus vidas.

De alguna manera, la población de Brisa del Cantábrico quiere parecerse a las características demográficas en España, donde un 31% de la población ya supera los 65 años, con una incidencia de la dependencia del 8% hasta los 79 años, pero que supera el 40% en el tramo de más de años, lo que resulta una dependencia media del 18% en la población de más de 65.

Así, la cooperativa plante que por cada 100 socios haya un máximo de 20 dependientes, de los cuales 12 serían atendidos en su mismo domicilio y ocho en pequeñas unidades de convivencia.

Los estatutos también marcan, por ejemplo, que sólo se admitirá a un máximo de 15 personas nacidas el mismo año, para garantizar una población intergeneracional.

En el caso de que no haya plaza en el momento de solicitarla, los interesados pueden pasar a formar parte de una lista de socios expectantes.

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