||por IGNACIO PÉREZ y PABLO VARILLAS||

Tercer día del Santander Music 2016, última jornada de esta edición. Llegamos a la Campa de la Magdalena con ganas de averiguar si,  como viene ocurriendo estos últimos años, sería la más interesante.

Arrancábamos con la M.O.D.A. a las 9 de la noche, una hora un tanto atípica para los de Burgos, pero la expectación era enorme. Cuando el reloj marcaba la hora en punto la Campa ya presentaba un aspecto magnífico, con algo más de media entrada, y es que el festival logró anoche uno de sus mejores datos de asistencia en toda la historia. Quizá aquí debamos hacer una crítica al reparto horario, pues nos hubiese gustado más ver a Miami Horror a primera hora, de forma que el sexteto burgalés quedase ubicado en una hora más idónea para ellos.

La M.O.D.A

Ofrecieron uno de los mejores directos de todo el festival, desbordando energía, rabia y voz, contagiando al público con su ritmo, a la vez que nos presentaban algunos de sus temas nuevos. Quince canciones en total que hicieron las delicias de los asistentes, en buena parte foráneos, en un concierto de una hora que bien podría haber sido de tres para acabar tirando abajo el escenario. Un grupo que ya tiene su hueco en el panorama musical español pero que mantiene intacta su humildad y pasión, pues no abandonaron el recinto hasta casi las tres de la mañana para poder ver a sus amigos de Love of Lesbian y Fuel Fandango.

A continuación, tras un descanso en el que pudimos disfrutar de la pinchada de Hugo Le Loup, era el turno de Love of Lesbian. Y qué decir de los de Santi Balmes y compañía, en su tercera visita a este festival. Pues que muy bien, pero mucho más flojos que en ediciones anteriores. Tocaron prácticamente la totalidad de su nuevo disco (cosa comprensible, precisamente por el hecho de ser su tercera vez sobre ese escenario), al que añadieron un espectáculo visual algo confuso y para nada en sintonía con su directo.

Love of Lesbian

Un directo, por cierto, muy flojo comparado con el nivel al que nos tienen (muy bien) acostumbrados. Quizá los lesbianos arrastran ya cansancio después de haber pasado los últimos meses girando por toda España. Aún así, su legión de fans, totalmente entregados, llenaron la Campa hasta arriba; mención especial al hecho de ver a muchísima gente con entrada sólo de sábado, síntoma éste del cartel algo mediocre que el festival nos ha traído este año.

Tras el concierto de los catalanes, momento perfecto para hacer una visita a KLAMARDO (OS QUEREMOS, AMIGOS, NO SABEMOS QUÉ LE ECHÁIS A ESE BOCATA PERO DADNOS MÁS DE ESA MIERDA), echarse una birra y prepararse para lo siguiente que se nos viene encima: Miami Horror.

Miami Horror

Y los australianos no defraudaron. Desde el primer momento, ritmo, baile y luces consiguieron que el público se convirtiera en una especie de marea de modernos bailongos. Concierto muy divertido, con un grupo absolutamente entregado a levantar al público y no dejarlo decaer. De lo mejor que se ha visto en estos tres días por la Campa de la Magdalena.

Una nueva pausa, otro rato de bailoteo con Hugo Le Loup, y a por el siguiente plato fuerte de la noche: Fuel Fandango. Y qué concierto más bonito, amigos. Qué bien suenan, cómo levantan a la gente y cómo llena el escenario Nita, qué plasticidad, qué elegancia y qué complicidad establece con el público, y todo ello sin dejar de jugar con la voz a su antojo. Un muy buen concierto, ante una aún notable cantidad de público.

Fuel Fandango

Por último, queremos ponernos serios. Yall para cerrar la octava edición del Santander Music Festival. Por qué organización, por qué. Menuda broma de mal gusto. Menuda tomadura de pelo para las dos mil personas que aún quedaban cuando eran algo más de las 3:45 de la mañana. Menuda falta de respeto por parte de los catalanes salir a realizar semejante esperpento sobre el escenario. Con tres de sus componentes delante de un Mac (y ya), en donde uno de ellos era el encargado de darle al play, suponemos que al aleatorio de Spotify) a la vez que los otros dos se dedicaban a responder mensajes a través de sus teléfonos móviles. Vuélvanse por donde han venido, no queremos verles de vuelta nunca más.

Y un toque de atención a la organización, no se puede cerrar un festival con algo tan mediocre. Un sábado después de cuatro conciertos llenos de energía, de unos DJs que estuvieron muy a la altura, no se puede programar a esta gentuza. No tienen otro nombre, y prueba de ello eran las caras de incredulidad de las personas que aún quedaban dentro del recinto a las 4.30 de la mañana, cuando ya incluso les silbaban.

Un cierre agridulce para una edición que pasó sin pena ni gloria, pero que ha servido para consolidar al Santander Music como uno de los festivales de mediano formato de referencia en España.