Salvar al Soldado Blanco

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|| por DANIEL AHUMADA, PORTAVOZ DEL ÁREA ANTICORRUPCIÓN DE PODEMOS CANTABRIA

Desde hace meses el PSOE de Cantabria ha desarrollado una ofensiva mediática y política con el único fin de proteger a Salvador Blanco, gerente de Sodercan, de la petición de cese que impulsamos desde Podemos Cantabria y que en tres ocasiones ha aprobado el Parlamento autonómico.

A falta de elementos rescatables en su gestión, perfectamente definida por la Audiencia y el Interventor, la única estrategia que han encontrado para defenderle es tratar de ensuciar la imagen de quien pide que se vaya, en este caso Podemos, y especialmente la de su Secretario General, Julio Revuelta.

Uno de los peores pecados que el PSOE atribuye a Revuelta es haber sido miembro de las Juventudes Socialistas: Es curioso que el PSOE de Cantabria, cuyo presidente autonómico, además de imputado, fue un conocido tránsfuga de IU, considere que haber militado en su partido constituye una sombra de duda o algo reprochable.

Muchos ex-militantes del PSOE votan ahora a Podemos, como muchos de los hijos de antiguos militantes socialistas, y no parece probable que manifestar tan claramente que haberse desencantado de este PSOE a la deriva los marca con una sombra imborrable de sospecha los vaya a hacer volver a medio plazo. En fin, allá ellos.

Lo que los partidos clásicos no quieren o no pueden acabar de comprender es que Cantabria, al igual que España, ha cambiado. El 15M fue una sacudida, un despertar de una ciudadanía que quiere caminar hacia un nuevo país, mientras el PSOE, envuelto entre las sábanas, se empeña en decir “dejadme cinco minutos más, sólo cinco minutos más” como si esos cinco minutos fueran a hacer que se despertase de nuevo en 2008.

A estas alturas de partido todos sabemos ya que la corrupción política y el derroche de dinero público ha sido brutal y generalizado en todo el país y a todos los niveles. Todos sabemos ya que este despilfarro y amiguismo no tiene siempre consecuencias legales y que, cuando las tiene, muchas veces son menores y sólo aparecen después de muchos años, valgan Gurtel, los EREs o la Comunidad Valenciana al completo como ejemplo. Y todos sabemos que esto se tiene que acabar.

Esta forma de gestionar el dinero público en la que sólo se benefician las empresas de los amigos, esta hiperinflación de rotondas horrorosas pero carísimas en todos los pueblos de España, este regalar dinero a los directivos de las empresas sin control a cambio de un titular en prensa están tocando a su fin y ya no engañan a nadie.

En el imaginario de todos, desde el despertar del 15M, está una contratación pública transparente, sin redes clientelares ni puertas giratorias, y no es algo irreal, se hace así en muchos países de Europa y vemos inevitable que así acabe siendo en Cantabria y en España. Aferrarse a Salvador Blanco es aferrarse a un modelo de gestión pública agotado, ineficaz y carísimo, a unas estructuras heredadas del franquismo a través de las diputaciones provinciales en las que lo habitual es colocar a amigos en

puestos de la administración a comer la sopa boba que pagamos todos los ciudadanos. No caben ya concursos a los que muchos emprendedores que han montado su empresa con mucho esfuerzo no se presentan porque conocen quién va a ser el adjudicatario de antemano. No cabe ya colocar en el Desarrollo Internacional de Sodercan a un hombre cuyo único mérito es haber hundido un sinfín de medios de comunicación y empresas, que no habla ni inglés, pero es amigo.

No cabe poner al frente de los proyectos europeos a un Jesús de las Cuevas, cuyo juicio será pronto, al que le crecían los coches en el garaje y los barcos en el puerto, y cuando se destapa el escándalo mirar para otro lado y convertirle en “esa persona de la que usted me habla”.

España está cambiando, Cantabria está cambiando y lo están haciendo para bien. Y para seguir avanzando necesitamos que los dirigentes del PSOE se desperecen, que abandonen el síndrome de “Los Serrano” y se den cuenta de que esto no es un mal sueño sino el principio de un camino necesario hacia un futuro mejor para todos.

El futuro no es Blanco ni negro, el futuro es transparente y limpio, y si los dirigentes del PSOE se siguen aferrando a un sueño ficticio en el que nada ha cambiado condenarán a su partido a un papel marginal que su historia no merece.

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