El otro día meé al lado de un inca. Sólo hay un lugar del mundo en el que te puede pasar eso después de que una vaca asturcona te dé la mano. Es FITUR, la Feria Internacional del Turismo, que durante una semana convierte el IFEMA, el recinto ferial de Madrid, en un distorsionado universo donde todos los países compiten entre sí para convencer a los operadores de que acarreen a sus destinos ese preciado tesoro que son los turistas.

En FITUR lo normal es la diferencia y resulta que todos los rincones del mundo son muy normales. Todos tienen grandes paisajes, muy buena gastronomía y patrimonio cultural. Compiten por tu atención por las calles de esa ciudad global las meninas, caballeros templarios y hasta El Jarama hace valer el haber sido escenario de guerra para animarte a que les visites, con despliegues tan impresionantes como el de Andalucía (en cuya elaboración ha participado la empresa cántabra Sauver).

Stand de Cantabria en FITUR 2017

En ese microcosmos, Cantabria competía este año con esa cita a la que se ha encomendado todo el sector, el Año Lebaniego, cuando una vez cada cierto tiempo la festividad de Santo Toribio de Liébana coincide en domingo y se abre la Puerta del Perdón (en la que sí, se te perdonan los pecados) para acceder a un templo que conserva un trozo de la cruz de Cristo reconocido oficialmente por la Iglesia Católica.

Seguramente Beato, ilustre monje que se alojó en Santo Toribio, nunca pensó que la promoción turística le iba a hacer omnipresente, casi un icono pop. Porque así será este año: durante el concierto de Jean Michel Jarre en el monasterio se proyectarán imágenes del beato en un espectáculo de luz y sonido y Cantabria creará unos Premios Beato con categorías como la Paz y la Concordia.

Cantabria hará un despliegue especial para vender el Camino Lebaniego, con acciones en las que busca implicar a cómplices ligados a Cantabria en otros lugares, como el concierto que dará Rulo en Madrid con esta cita en el nombre o el acuerdo con el Banco Santander orientado al público británico, junto a otras acciones como la aplicación móvil Peregrino digital.

Un objetivo en el que tendrá que competir con otro Año Santo que se celebra en 2017, el de Caravaca de la Cruz (Murcia) que también está haciendo mucho esfuerzo promocional: lo primero que ves según entras en IFEMA es promoción de ese otro evento, que también tenía un sigway repartiendo folletos y un stand específico para la conmemoración aparte del de la propia comunidad autónoma.

Queda por ver cómo evoluciona esta competencia y las consecuencias reales que puede tener el efectivo del cada vez más televisivo Revilla, a quien esa supervisibilidad no sólo le está dando fama sino una abultada agenda de contactos.

Y luego está la pechada de trabajo que se pegan durante esta semana el personal de CANTUR en el stand (un poco a la contra del resto de comunidades y países, pues los demás tienden a ser diáfanos y a reserar gran parte del espacio como lugar para que operadores turísticos se conozcan) y el frenesí de reuniones de trabajo políticos-empresa que se tienen (alguno ha llegado a tener diez reuniones en un día). Es la otra cara de FITUR, la que no viste disfraces y se lleva menos fotografías.