Un futuro para Podemos Cantabria. Construir un suelo común colectivamente

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||por MARCOS MARTÍNEZ ROMANO,  ex  miembro del Consejo Estatal y participante del círculo Podemos Santander ||

Una nueva crisis asola Podemos Cantabria. La segunda descomposición de la dirección autonómica en menos de 2 años. Para explicar este segundo fracaso, todos tendemos a caer en explicaciones de parte, más movidas por lo emocional que por lo analítico. Y es lógico. Las miradas de quienes en uno u otro momento hemos formado parte activa de órganos directivos de este proyecto, están mediatizadas por multitud de factores que desenfocan nuestra capacidad de análisis. Desde la subjetivación individual de las experiencias vividas, hasta los grupos de afinidad que han ido conformándose a través de ellas.

Todo esto hace que sea más fácil culpar a la maldad de unos o de otros, que pararse a pensar en los motivos estructurales que se esconden tras este nuevo estallido, que presenta bastantes analogías respecto del primero.

Por ello, creo que es necesario mirar más allá. Afrontar el reto de elevarse sobre la mirada parcial configurada desde los grupos de afinidad y los rencores personales, para tratar de diagnosticar de forma correcta los déficits político-organizativos de Podemos y, por encima de todo, proponer un nuevo horizonte para impedir su repetición.

Tanto a nivel estatal como en Cantabria, Podemos se construyó desde Vistalegre I sobre la competitividad entre proyectos. Y en el segundo Congreso del partido, este método, aun con matices, se repitió.

Una de las principales consecuencias de esta lógica competitiva es que el marco normativo general aceptado por toda la organización se corresponde, en su totalidad, con las propuestas de la candidatura vencedora. Esto es, los planteamientos de los proyectos que no resultan vencedores o que ni siquiera deciden entrar en liza, quedan automáticamente excluidos del proyecto global. Lo que suele derivar en la sensación de exclusión de quienes apostaron por estos proyectos. Y, por ende, en la posibilidad potencial de un descontento creciente de estos sectores que acabe articulándose de forma antagonista con las normas vigentes -recordemos, las propuestas por los ganadores.

Teniendo en cuenta esta realidad y la situación en Cantabria, considero que es necesario romper de una vez con esa lógica.

CARA AL FUTURO

Se habla ya sobre la posibilidad de unas nuevas primarias a las elecciones autonómicas en otoño de este mismo año. Parece lógico, una vez el actual Consejo Autonómico se ha quedado sin su Secretario General y sin un tercio de sus miembros electos. Sin embargo, creo que si a estas primarias no se llega con unas bases comunes ampliamente consensuadas por el conjunto de la organización -incluyendo a las diferentes corrientes existentes a su interior-, solo servirán para volver a tensar el partido y crear una nueva dirección que nacerá herida de muerte.

Sin un previo debate que derive en la asunción de un marco normativo amplio al que todas las candidaturas se tengan que adecuar antes de competir entre ellas, volverá a ser el proyecto de la candidatura ganadora quien lo imponga. Una candidatura ganadora que, posiblemente, volverá a ser el resultado de la alianza táctica coyuntural de diferentes corrientes que priorizarán su rechazo a otros grupos, sobre el proyecto común a llevar adelante. Esto, con probabilidad, derivará en el descontento de los perdedores por quedar todas sus sensibilidades excluidas y generará un caldo de cultivo perfecto para una nueva crisis. Un bucle sin fin.

Por eso, y aprovechando que es más que probable que en fechas cercanas se convoque un encuentro general para analizar lo sucedido, me atrevo a proponer que éste se enfoque como primera piedra sobre la que construir un suelo común dentro del que todos aquellos que quieran dirigir Podemos Cantabria en el futuro se tengan que situar.

Es necesario desarrollar al interior de Podemos Cantabria un pluralismo agonista en el que las diferentes corrientes reconozcan la legitimidad de las demás permitiendo que los conflictos inherentes a la política se desarrollen sin llegar a la ruptura y a la guerra civil interna.

Y para ello, es necesario consensuar un marco normativo amplio, separado de la propuesta del que resulte vencedor. Que aquellos que ganen lo hagan con sus propuestas, pero encajadas y adecuadas a ese marco consensuado tras un debate colectivo profundo. Un marco general en el que cuestiones que buena parte de los participantes en Podemos coincidimos en considerar como fallidas, como, por ejemplo, el número de consejeros que deban formar la futura dirección, el tipo de relación entre el Consejo y el Grupo Parlamentario, el reparto de recursos, el modelo de estructura territorial o unos objetivos políticos amplios, queden cerrados para que tengan que ser asumidos por todo aquel que quiera dirigir la organización.

De esta forma, quien hipotéticamente se salga en su praxis política del consenso amplio construido colectivamente, habiéndolo tenido que aceptar previamente, quedará deslegitimado. A diferencia de si las normas a cumplir son las que unilateralmente propone la candidatura ganadora.

Se me dirá que esto quizá escape al actual marco normativo salido de Vistalegre II y que la dirección estatal tendrá algo que decir en todo esto. Pero considero que es desde Cantabria desde donde tenemos que dar respuestas a nuestros déficits, sin esperar intervenciones ajenas que, hasta ahora, cuando han tenido lugar, solo han servido para empeorar más la situación.

En definitiva, realicemos nuestro “proceso constituyente” para construir un “pacto social” que, permitiendo el desarrollo y confrontación de la pluralidad de proyectos diferenciados, los acoja a todos en unas bases amplias acordadas por el conjunto de la organización.

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