Amor y muerte

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Los días 26 y 27 de mayo, el Grupo de Teatro UC ofreció al púbico, que llenó la Sala Medicina, su trabajo escénico 2016-2017. Fueron dos las representaciones, en una sola función, con un nombre propio como denominador común: Isaac Cuende. De Cuende es la versión de “Lisístrata”, de Aristófanes, y el nombre del poeta, dramaturgo y director de escena cántabro lleva el Premio de Teatro Breve, del Consejo Social de la UC, que en su primera edición ha obtenido el alumno de Grado de Geografía y Ordenación del Territorio, Tomás Sierra Samaniego, con la obra “Mundo de hombres”, que ha dirigido Francisco Valcarce.

Aparte la extensión de los textos, ambas propuestas difieren en los tonos, que vienen dados por los géneros dramáticos a los que pertenecen: comedia, la del clásico griego; drama, rayano con tragedia, la del joven estudiante.

El reparto de Lisístrata

Las dos plantean temáticas de penosa actualidad. “Lisístrata”, antibelicista y feminista, es un alegato, en clave de humor, contra la guerra con argumentos y argucias de mujeres, que se proponen lograr la paz entre Atenas y Esparta, en la guerra del Peloponeso, hurtando a los hombres el placer de sus encantos, que tanto a ellas les cuesta reprimir. Ingenuidad del autor, para quien los machos, provocados y burlados por sus mujeres, acaban en un estado de docilidad, que apenas les permite levantar el estandarte de su virilidad. Todo acaba bien: en la guerra se firma la paz; hay reconciliación de género, y todos bailan felices, antes del lecho.

Rita Cofiño dirige, con batuta tan firme como suelta, una orquestación actoral, al servicio de una versión “libérrima”, en la que Isaac Cuende añadió humor al humor, picardía a la picardía.

En un esquema de Acrópolis, tomada por las mujeres, y cerrada a los hombres, aquellas se hacen fuertes, con sus actitudes y sus argumentos, hasta conseguir el objetivo de hacer el amor y no la guerra.

La iluminación, debida a Víctor Lorenzo, brillante como el fulgor del deseo, propicia un ambiente para que los intérpretes -vestidas, ellas, de cálidos colores; con apagados, ellos-, todos se muevan con la gracia y soltura que la directora sabe articular siempre que en el escenario tiene que situar y mover a un grupo numeroso de actores, de los que no cabe destacar a ninguno, aunque alguno destaca, por cuanto el trabajo coral pone a todos en un nivel interpretativo notable.
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Mundo de hombres

Frente a la luminosidad en el aire y en los espíritus, tenebrosidad. Situados en el tiempo en el que los gays eran maricones, perseguidos y torturados, y en un, espacio mafioso-policial, un texto duro resuelve, en pocas y ajustadas palabras, una situación, en la que el odio, la venganza y la muerte son los ángulos del triángulo, en el que se inscribe una homosexualidad, tan oculta y ocultada, como a la intemperie de siquiera un atisbo de cobertura social y legal.

La iluminación, turbia y amenazante, define la sordidez que conduce la interpretación de unos actores, que transmiten con todo su dramatismo, en un trabajo actoral tenso e intenso, la violencia contenida en “Mundo de hombres”. Los programadores tuvieron la delicadeza de comenzar la función con esta pieza, por aquello de dejar al público con un buen sabor de espíritu.

El premio concedido a “Mundo de hombres” lleva el nombre de Isaac Cuende; su impronta, la “Lisístrata”, de Aristófanes.

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