Los fantasmas que seremos
Como fantasmas, sin vida deambulando por las calles, sin reaccionar, casi sin conciencia.
Así nos imaginaron el sábado en la asociación cultural Octubre, en una nueva e impactante acción –ellos son los que convirtieron las calles de Torrelavega en las distintas etapas, de la guerra a los campamentos, del viaje de un refugiado—que trataba de eso, de llamar a la acción, de despertar reacciones, de hacer ruido, ante la pérdida del trabajo, el empeoramiento de su calidad, los retrocesos en la red de protección social, los intentos de supresión gradual, ahí va otra, de nuestras libertades.
Un poco en la misma línea que otra performance, en el corazón del liderazgo de Europa, en Hamburgo (Alemania), donde, con motivo de la reunión del G-20, hemos podido recuperar en la retina escenas de lucha como las de las ya pasadas de Génova, pero también una acción que mostraba a los seres humanos sin vida, desposeídos hasta de color por culpa de esa conjunción de los hombres de negro y los hombres de negocio, los auténticos fantasmas sin alma.
Nos quieren convertir en fantasmas, presos en nuestras propias casas, como en una historia de Poe, como estuvo a punto de pasarle a un vecino, con problemas de visión y audición, al que, paradójicamente, la comisión judicial dejó encerrado en su casa durante ocho horas cuando procedía a su desahucio, como ha denunciado la PAH de Santander. Fantasmas sin casas en barrios en los que poco a poco vive gente y a la vez no va viviendo nadie mientras avanza la turistificación, la gentrificación.
Sin casa o sin tierra, como los refugiados saharauis, desahuciados en campamentos fjados en el desierto y a la vez nómadas cuyos hijos visitan Cantabria cada verano, tejiendo unas redes de afecto, de cotidianeidad y también de compromiso con su causa. Ya están aquí los niños saharauis, del programa Vacaciones en Paz, de la mano de Cantabria por el Sáhara y Alouda, que convocan concentración de apoyo, este jueves, a las 19.00 horas, con el lema ‘Por una infancia plena en un Sáhara libre’, en demanda de una autodeterminación para este pueblo que le permita gestionar sus propias vidas y las infancias de sus hijos.
Fantasmas sin cuerpo, atacadas y agredidas por quienes desean que no tengan voluntad, como saben mejor que nadie en el colectivo feminista, ante imágenes como las que se repiten, un año más, en los Sanfermines y en otras fiestas patronales del verano.
En Cantabria, la Comisión 8 de Marzo ha conseguido involucrar a una decena de ayuntamientos en una campaña que trata de erradicar las agresiones sexistas de las fiestas de verano. Un trabajo que también hará, centrado en el mundo de los festivales cántabros, Cernégula, formado por colectivos feministas y LGTBI, para convertir estos espacios de ocio en lugares seguros de agresiones por razón de género u orientación sexual.
Entre las formas de explorar el cuerpo y la identidad se encuentra el baile y el movimiento: este martes y miércoles, en La Vorágine, de la mano de Azahara Ubera Biedma, encuentros-laboratorio en los que se pondrán en común ideas sobre el género a través de “derivas de movimiento” y coreografías “de código abierto”
Parece que también quieren fantasmas sin memoria, sin cultura, sin anclaje en el territorio. Los cantabristas se preparan estos días para la próxima celebración del Día Nacional de Cantabria, una celebración alternativa, menos oficial, al Día de las Instituciones: será el 29 de julio en Puente San Miguel, e incluye actividades como la Fiesta de la Sidra, talleres de danza, deportes populares, el izado del lábaro y el concierto, a las 20.30 horas de Marcos Bárcena, 13 Krauss y Cambalúa.
De cuando a aquellos que quisieron convertir en fantasmas volvieron a la vida para salir a las plazas a recuperar su espacio y lo que sucedió después hablará este viernes en La Vorágine Emmanuel Rodríguez, que presentará su libro ‘El ocaso de la clase media: el ciclo 15M-Podemos’.