La era de la guerrilla urbana

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En primer lugar quiero expresar mi absoluta solidaridad hacia todas las víctimas de Barcelona, en este oscuro día y más aún, tenebrosas horas. No me enteré del ataque/atentado hasta que me enviaron un mensaje. No daba crédito. Es más, pensé que a veces debo callarme. ¿Debido a?

Ayer por la mañana, mencioné en varias redes sociales un ensayo de David Kilcullen – Out of the Mountains’: indicaba lo acaecido en Barcelona. No se deben buscar nuevos campos de batalla en territorios lejanos debido a que la nueva guerra se libra en las ciudades de este nuestro planeta (cada vez más globalizado).

No cometeré el error de empezar a acusar a las agencias de seguridad de no haber evitado el sangriento asalto de las 17:07 del 17 de Agosto de 2017. Se sabe que hay una simiente de radicalismo y/o integrismo en Cataluña, pero la misma lleva engarzada en Francia – por poner un ejemplo- desde 1992, a raíz del caos surgido por la guerra civil de un antiguo departamento como era Argelia.

Y Driss Ouakbir, presunto atacante (aunque se entregó voluntariamente a los Mossos), es de Marsella. Como era Mohammed Merah, el atacante de Toulouse.

Espero que no vuelva a oírse eso de que «Marsella no es la puerta de África…es ÁFRICA!». La xenofobia es el peor «regalo» que se puede dar a estos salvajes en situaciones como la de Las Ramblas. Eso, junto a subir vídeos de los heridos/fallecidos, los cuales son una absoluta falta de respeto para con las familias de los deudos. Es impúdico, carece de moralidad por completo.

Del mismo modo, a los «genios» que ya hablan del DAESH en Cataluña, teorías que está aceptando Emmanuel Macron en Francia: sucesos como el de los «chechenos» que apalearon hasta la muerte a un muchacho italiano de Lloret de Mar poco o nada tenían de religioso o caza la infiel. Entrecomillo, porque los tres atacantes eran tártaros y se encontraban bajo los efectos de anfetaminas y alcohol (mezcla explosiva).

Ah, y acerca del DAESH: Al Qaeda en la Península Arábiga – rama semi autónoma y muy virulenta, autores de la masacre de Charlie Hebdo- subió a la red, en su último número de su revista ‘Inspire’, tácticas de asalto, atropello y descarrilamiento de trenes. El segundo caso, por desgracia, lo hemos visto en Barcelona.

Más duro es que el ‘padre intelectual’ de estos procesos es el hispano sirio Mustafa Setmarian Nassar: está desaparecido en una cárcel de Damasco y no puede responder ante la ley de estos crímenes que llevan su firma inequívoca.

¿A que se debe que vuelva mi vista al libro de Kilcullen? Pues debido a que el axioma básico de estos ataques no se basa ya en la ‘guerra en la red’, criptografía, móviles prepago para dar las órdenes; se vuelve a la primigenia. Las instrucciones se dan en papel, boca a boca, o hasta en los ya obsoletos cd-rom, o memorias USB.

No son grupos de comandos, como en el asalto del museo del Bardo; una sola persona basta para desatar el caos y/o terror.

Es un nuevo escenario. Y, por desgracia, quizás no estemos preparados para lidiar con el mismo.

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