El paisaje: lo conservamos o lo olvidamos

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||por JAIME BONACHEA, alcalde de Rasines||

La ley 4/2014 de 22 de diciembre del Paisaje, aprobada por el Parlamento de Cantabria, define el paisaje como cualquier parte del territorio, tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales o humanos.

Los valles pasiegos

De acuerdo con esta definición el que exista un paisaje de mayor o menor interés dependerá de la percepción y/o experiencia del observador, por tanto tiene un carácter subjetivo. Por otro lado, el paisaje que ahora podemos contemplar es el resultado de los agentes naturales (agua, viento, nieve, peligros naturales, etc.) que van modelando las rocas y por tanto, el territorio hasta generar las formas y paisajes que hoy admiramos. Otro agente que juega un papel fundamental es la actividad antrópica; el hombre, en muchos casos puede generar, y así lo ha hecho a lo largo de su presencia en el planeta, cambios en el territorio que han modificado el paisaje existente en cada momento, y cuya acción permanece y continúa hasta épocas recientes.

Es evidente que la acción sobre el territorio de los diferentes agentes naturales se puede mitigar pero no detener, con lo cual el paisaje que nos rodea seguirá en continuo proceso de cambio. Las actuaciones humanas, sin embargo, si pueden modificarse de cara a reducir los impactos sobre el medio natural y por ende, en el paisaje que nos rodea y que tanto nos gusta disfrutar.

Ese paisaje que ahora contemplamos no ha sido siempre igual, sino que ha evolucionado a lo largo del tiempo, y según la percepción del observador, ha podido mejorar o bien empeorar.

En los últimos años se ha visto incrementado en nuestro país, y también en nuestra región y municipios, el interés por realizar actividades en contacto con la naturaleza (rutas de senderismo o carreras de montaña, entre otras) que permiten al ciudadano disfrutar de los paisajes y desconectar de la rutina, lo cual implica una mejora de la calidad de vida y de la propia salud.

El principal contacto con la naturaleza y con esos paisajes verdes (debidos a la abundante lluvia), dignos de admirar, lo tenemos en el medio rural. El paisaje de nuestros pueblos es fruto de la presencia y del trabajo de las personas que viven en ellos. Por tanto, el que ese paisaje se conserve dependerá de que la actividad agrícola y ganadera que desarrollan nuestros vecinos se mantenga en el futuro. El ganado que pasta a sus anchas en nuestros montes, y la propia actividad agrícola, contribuyen a regular el ciclo vital de la vegetación, permitiendo que los accesos a determinadas zonas se mantengan aptos para el disfrute de las personas que habitualmente acuden a los montes a disfrutar de la naturaleza.

En los últimos años se observa que los montes de nuestros municipios son cada vez más inaccesibles. Ello es debido al incremento de la vegetación, favorecida por unas condiciones climáticas benignas y la limitación de los usos en los montes. La consecuencia es que muchas de las vías existentes se vean cubiertas de maleza, bien por la falta de ganado o bien por las regulaciones administrativas que impiden realizar aprovechamientos del monte como se hacía en el pasado. En estos días de asueto, cuando salgamos a pasear por nuestros valles y montes, podremos comprobar este hecho.

La falta de recursos en los municipios y la disminución de la población del mundo rural impiden mantener en correcto estado de conservación los montes. Esa falta de conservación o mantenimiento favorece que se puedan producir los temibles incendios. Impide también el que se pueda pasear, disfrutando de la naturaleza y del paisaje, al existir vías de acceso totalmente cerradas o abandonadas, con lo cual el turismo rural, que tanto se desea potenciar, se vea desprestigiado.

Por todos estos motivos, y otros más, tendría que ser prioritario reconocer la contribución que hacen las gentes que viven del medio rural al mantenimiento de los montes, y por tanto del paisaje. Las actividades agrícola-ganaderas son necesarias para conservar el paisaje rural y las administraciones debieran fomentar la vida en los núcleos rurales. Si nos olvidamos de esto, de nada nos servirá potenciar el mundo rural desde otros ámbitos, si es que se está haciendo.

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