¿A quién benefician las escolleras de la Magdalena??

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||por JAVIER GÓMEZ-ACEBO, abogado, expresidente del CES||

Recientemente impartió una charla en el Ateneo de Santander el catedrático emérito de la universidad de Granada, y antiguo catedrático en la escuela de caminos de Santander Miguel Ángel Losada.

Si bien el contenido de la charla llevaba como título:” El porvenir de la bahía y el porvenir de la tierra”, y el ponente apenas habló de las escolleras, una parte importante del numeroso público que asistió a la misma esperaba que se pronunciara sobre ellas.

Concentración frente a las escolleras (abril de 2018)

El conferenciante orilló el tema y solamente en el coloquio, de más de una hora se refirió a ello de una manera un tanto tangencial. Entre otras cosas dijo que hay que estudiar sus efectos, que ya empiezan a conocerse, para saber qué es lo conveniente. Personalmente entiendo su postura, pues decir algo distinto hubiera significado seguramente un conflicto con sus antiguos compañeros de Escuela de Caminos y somos otros los que tenemos que batirnos.

Pero como hay que interpretar tanto las palabras cuanto los silencios, el hecho de que no lo defendiera lo interpreto como una crítica, y el que dijera que visualmente era horroroso, lo entiendo como que también considera que esa obra es un feroz y brutal atentado contra la riqueza paisajística de Santander.

Pero es que además ante las preguntas del público, estableció una especie de prontuario para interpretar los hechos, entre los que establecía algunas preguntas claves, como “quien lo había pedido”, y “a quien beneficiaba”. He de decir que él no respondió a esas preguntas, sino que nos dijo que nos las hiciéramos nosotros mismos y que buscáramos su respuesta.

Si tomamos la primera de esas preguntas, la respuesta es bien clara: lo ha pedido el equipo que gobierna el ayuntamiento de Santander que es el del PP. Digo que el equipo que gobierna el Ayuntamiento porque todos los demás grupos políticos PRC, PSOE, IU y Podemos han pedido que se retire.

La alcaldesa de Santander ha venido reiterando que con estas obras ya no será necesario que el Ayuntamiento le pida al Estado que reponga las arenas si las tormentas de invierno las desplazan, que venía teniendo un coste anual en palabras de la propia regidora de 50.000 € anuales. Renunciar a nuestro mayor patrimonio paisajístico para no tener que pedir al Estado qué cumpla con sus competencias y que se gaste 50.000 euros anuales es difícilmente creíble. La responsabilidad de reponer las playas no es municipal, sino que es del Estado y lo hace habitualmente en todo el territorio nacional con costes de hasta 300.000 € como la playa de Riazor y con menor coste, pero también sumamente elevado en la Concha de San Sebastián y renunciar a que lo haga el Estado es de una gravedad extrema.

Los ciudadanos no lo habíamos pedido, si bien es cierto, que desde el consistorio se invoca una encuesta que se efectuó en el año 2008, y de la que nos dicen que el 91% de los encuestados aprobaron la obra de los espigones. Lo que no nos dicen es que dicha encuesta solamente contestaron 166 personas, de las cuales solamente 36 aprobaron las escolleras que se están construyendo.

Dado el carácter técnico de algunas preguntas de la encuesta, mi temor es que se efectuara exclusivamente entre estudiantes de las propia Escuela de Caminos, pues difícilmente el ciudadano común es capaz de contestar si prefiere o no “un muro exento”, como seguramente le pasa ahora a usted lector, pues si no tiene estudios técnicos es muy difícil que lo sepa lo que eso significa.

Renunciar a nuestro patrimonio paisajístico, que es una de las esencias de nuestra ciudad para no tener que pedir al Estado que se gaste 50.000 € anuales en trasladar las arenas de la playa, si fuera cierto sería una ignominia, pues solamente en limpieza al Ayuntamiento se gasta más de 900.000 euros y en parques y jardines más de 9 millones. Tampoco le echó la culpa a la alcaldesa más allá de lo que dice y de haber aceptado el cargo con esa gravosa hipoteca.

La anterior pregunta da paso a otra de las que hacía el catedrático: ¿a quién beneficia? Desde luego ni a los santanderinos ni a los cántabros en su conjunto les beneficia, pues la bahía, como recurso hídrico más importante que tenemos no obtiene ningún beneficio con esa obra.

No somos ni una ciudad, ni una comunidad carente de playas, por el contrario, tenemos decenas de kilómetros de ellas y durante los últimos 40 años esta playa ha venido siendo utilizada con total normalidad mediante la reposición de la arena que desplazaban los temporales. Los más de 80.000 m³ de arena que en los años 78 y 80 se vertieron a lo largo de la playa, son los que han acabado, con las corrientes y los temporales de invierno en la playa de Peligros y por eso su desmesurado crecimiento en estos años.

El mantenimiento, lo único que requería, como se ha venido haciendo, era el traslado en primavera a la zona central de la playa. Sin embargo, estos rellenos artificiales de la playa no cambiaban ni la configuración física, ni la configuración jurídica. Digo que no cambiaban la configuración jurídica, porque por imperativo de la ley de Costas de 1988, la Dirección de Costas de Cantabria efectuó lo que se denomina deslinde marítimo terrestre, esto es la determinación de hasta donde llega la ribera del mar y cuáles son las servidumbres que a partir de esta soportan las fincas lindantes con dicha ribera.

En la playa de la Magdalena el deslinde marítimo terrestre, publicado por Orden Ministerial de 21/12/07, coincide con los muros de la finca que linda con ella y la servidumbre de tránsito del artículo 27 de dicha Ley discurre por el interior de las fincas.

Con independencia de lo anterior, el artículo 6 de la misma Ley establece que los propietarios de los terrenos amenazados por la invasión del mar podrán construir obras de defensa a su costa.

El proyecto de los espigones, según dijo la Directora General de Medio Ambiente cuando vino a presentar las obras, también se hacía “para garantizar la seguridad de las propiedades del entorno”, con olvido censurable, de que las propiedades las tienen que asegurar los propietarios y no el erario público. La finalidad declarada de las obras entre otras cuestiones es la de aumentar la anchura de la arena seca de la playa, esto es llevar la ribera del mar hacia el interior de la bahía, una de cuyas primeras consecuencias sería liberar a las propiedades del embate de las olas y de la servidumbre de tránsito y transcurridos los oportunos plazos podrían pedir un nuevo deslinde. No puedo afirmar que la intencionalidad fuera proteger la propiedad de una de las personas del PP más importantes de Cantabria, pero si que las consecuencias son precisamente esas. Yo soy un mero detractor de las obras y me limito a señalar los hechos y que cada uno saque sus conclusiones.

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6 Comentarios

  • Alejandro
    26 de septiembre de 2018

    Usted no es un mero detractor de las obras. Usted tira la piedra y esconde la mano. Vergonzoso. Usted sabe que por muchas playas que haya en Cantabria, se pueden contar con los dedos de una mano, y sobran dos, aquellas que en la región están orientadas al Sur. Es un privilegio contar con una playa como la Magdalena. Pero aunque habla de los rellenos, no dice nada de que es una playa artificial. El Estado se tendrá que ocupar, o no, del mantenimiento de los arenales, pero no de aquellas playas que queramos que existan y que no sean posibles si se sigue el ciclo natural. Aquí la pregunta es muy fácil ¿Se quiere tener playa o no se quiere tener? Si se quiere tener playa, la solución idónea es hacer algo para que no haya que hacer rellenos de arena todos los años. Esa solución es de una absoluta insolvencia intelectual y ecológica. Los dragados de la bahía hacen mucho más daño a la ecofauna que la construcción de estos espigones. Absolutamente. EL hacer rellenos todos los años, es como el poner cubos de agua en un tejado cuando se tienen goteras. Si se quiere solucionar el problema, la solución es arreglar el tejado.
    Así pues, una de las soluciones para arreglar este tejado, era la de la construcción de las famosas escolleras. Habría otras soluciones (tetrápodos, etc.), pero todas ellas con impacto visual. Y además, la construcción de las mismas, evitará esa acumulación de arena que usted cita en la playa de los peligros o en la fenómeno.
    Por otro lado, es increíble que parezca que estas escolleras, diques o como quiera usted llamarlas, sean únicas en todo el territorio nacional. No hay más que darse una vuelta por toda la costa Española para ver que son algo habitual. En nuestra región tenemos multitud de ejemplos, incluidos en la propia Bahía de Santander. Desde una vuelta por Raos y podrá ver unas cuantas. No con las vistas que hay desde el Tenis, pero también son unas vistas bien bonitas. O también puede ir a la playa de Marzán-Cuchía, de la cual no oigo decir nada a su compañera de campaña antiescolleras de Equo – Miengo.
    Para terminar, y esto es lo más importante. Este proyecto ha sido expuesto a Información PÚBLICA. ¿Cuántas alegaciones presentaron al mismo? La respuesta es conocida por todos.

    • Carlos
      27 de septiembre de 2018

      Y hasta ahora ¿quién se hacía cargo del coste de reponer la arena? El Estado, ¿verdad? Si el Estado nunca se ha quejado será porque entiende que la playa no es artificial, por lo que tu argumento no tiene validez.
      Y que el Ayuntamiento se gaste dinero para poner una escollera, que habrá costado bastante más que esos 50.000 euros al año (que te recuerdo que no los paga él, sino el Estado) a mi me parece un poquito sospechoso…

      • Sebia
        1 de octubre de 2018

        Si, claro. Y si quiero ir de Somo a Pedreña voy por la autovía… ¿O cojo la Pedreñera?
        Cuanto listo suelto.

  • Alejandro
    28 de septiembre de 2018

    A ver Carlos. Estás equivocado. Hay que informarse un poco mejor antes de opinar como se acomete un proyecto que es COMPETENCIA DEL ESTADO. La competencia de Costas SIEMPRE pertenece al Estado. Nunca a los ayuntamientos. Fue el propio Estado a través de sus organismos competentes (en su momento lo que es el Magrama y la Dirección General de Costas) los que a petición del ayuntamiento de Santander hacían reposiciones de arena de la bahía, mediante una draga, año tras año. Llegado un momento, dichos organismos públicos le dijeron al ayuntamiento de Santander que ese tema se tenía que acabar. Que había que buscar una solución si se quería tener playa en Santander. Por dicho motivo, el ayuntamiento solicitó que se iniciaran los estudios para llevar a cabo alguna actuación que posibilitara que existiera un arenal en la Magdalena, sin necesidad de realizar rellenos permanentemente. No fue el ayuntamiento el que hizo ningún proyecto ni realizó ningún estudio. Fue la autoridad competente. Dicha autoridad, a través de sus técnicos (gente experta en estos menesteres, no como tu, o yo, o el Sr. Gómez Acebo), plantearon, como es habitual en estos casos, una serie de alternativas de la cual se eligió una. Para que estas alternativas se lleven a la práctica, han de pasar por un proceso administrativo bastante largo, con Evaluaciones Ambientales y todos los trámites previos habidos y por haber. Durante dicho período de tiempo, esos anteproyectos, son enviados a todos aquellos organismos que puedan tener interés en las actuaciones a llevar a cabo (ayuntamiento, puertos del estado, medio ambiente, gobierno de cantabria, etc.) Cualquiera puede presentar algún tipo de alegación o considerar que no se están siguiendo los trámites de manera adecuada. Cuando se da el visto bueno a esta serie de actuaciones, el procedimiento sigue su curso, y se somete a un período de alegaciones en el que cualquiera, cualquier persona física o jurídica, puede alegar todo aquello que considere oportuno al respecto. El resultado fue que no hubo NADA. NADA. Además el proyecto se somete a información pública. Dicen los detractores del mismo, que es que no se explicaba nada. Perdonen pero no es así. En ese período de info pública, había planos que representaban perfectamente las actuaciones que se iban a realizar. Y nadie dijo NADA, NADA.
    Y para finalizar. El Ayuntamiento no se gasta el dinero para una escollera. Es el Estado, así que te puede parecer todo lo sospechoso que quieras, pero insisto, es el Estado el competente para realizar esta obra y es el que la ejecuta y paga. Quitar ahora la escollera construida sería estúpido. Pero no construir la segunda sería aún peor, ya que la solución de regeneración de la arena pasa por esa doble escollera. Esta segunda es de inferiores dimensiones a la primera y parte de ella va a estar sumergida.
    Siguiendo estos argumentos, se pueden tirar obras que se ejecutaron en el pasado y que para los ojos sensibles de la opinión pública de hoy en día se pueden considerar un atentado medioambiental. Por ejemplo se me ocurre el puente de Pedreña a Somo. Cuando se construyó no había autovía, por lo que era la manera más rápida de llegar a Somo. Pero hoy en día, y según los criterios sospechosamente conservacionistas de algunas personas, esta infraestructura no debiera presentar ninguna utilidad, por lo que lo mejor sería derribarlo.

  • Jose Luis
    29 de septiembre de 2018

    A la mar

    Volveré a La Magdalena, a caminar por sus playas
    de San Martín al final
    Saltaré en Los Peligros ,si llego en pleamar
    y está libre de «escolleras o espigones»
    que entren hirientes al mar.

    Llegarán las «Diez Hermanos»
    y de la lancha roja bajarán
    los pasajeros del mar
    en aquel embarcadero oculto por las arenas
    que nunca debieron llegar.

    Si es en la mar baja podré pasar a La Torre
    entre rocas , por el mar. A esa isla que en mis sueños
    desnuda la veo , sola, en la mar.
    Solo un bote rojo fondeado
    refleja su color y duerme en el azul del mar.

    Seguiré hasta Bikini , también rocas y mar
    que no necesitan arena , solo la que ya está.
    ¿Por qué desnaturalizar estas playas
    si la naturaleza nos da ,todo lo que necesitamos
    algo de arena y la mar?
    J.L.Q.

  • Alejandro
    2 de octubre de 2018

    Sebia. Lo del puente era ironía, no una propuesta por mi parte. Pero sería lo mismo que lo que pretende la Plataforma Salvar la Magdalena: deshacer una obra ya realizada.

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