Lo positivo y lo negativo que ha resultado del caso de La Manada

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El caso de La Manada ha supuesto un antes y un después en la visión pública de las agresiones sexuales. La brutalidad del caso, la actitud de los agresores, el hecho de que compartieran vídeos, orgullosos de su hazaña y ningún amigo viera nada malo en todo ello, el discurso de quiénes aún les defendía… Todo ello contribuyó a que este caso cambiara el chip de la mayoría de nosotras y nosotros.

La indignación salió a las calles en multitud de ocasiones en solidaridad con la víctima, a quien, como viene siendo habitual, se trató de poner en el foco culpable de lo que le había pasado. Y se la trató de condenar a ella por superar el trauma como pudo.

Cabecera de la manifestación contra la sentencia del caso de la Manada en Santander (mayo 2018) || Foto: El Faradio

Hay múltiples motivos de por qué este tema es tan característico y es por ello que me parece acertado que Comisiones Obreras centre en él el debate sobre las agresiones sexuales, en el acto ‘Entre la Justicia y el ‘Yo sí te creo’: Análisis del impacto de la sentencia de La Manada’ que tendrá lugar este jueves, en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Cantabria, a las 12.00h.

Pero este caso no se podría analizar este tema sin tener en cuenta el auge del movimiento feminista, que se entiende mejor en este momento histórico en el que la crisis económica –ahí están los datos- ha afectado de un modo mayor a las mujeres,. Además, la agresión se produjo justo cuando comenzaban a surgir campañas institucionales contra los abusos sexuales en las fiestas, especialmente en los ayuntamientos del cambio. Además, el juicio se produjo en un momento en el que el feminismo estaba muy activo en la calle, ya que comenzó el 16 de noviembre de 2017 y la sentencia se supo el 26 de abril de 2018, por lo que el histórico 8 de marzo pasado quedó en medio de ambas fechas.

En varias ciudades de España, también en Santander, hubo quedadas por la mañana para escuchar juntas la sentencia, que se recogió con gran indignación, especialmente porque no se considerara agresión sexual y sí abuso, es decir, no se tuviera en cuenta que la prevalencia de la fuerza es tan aterrador como usar la violencia.

Hubo, de hecho, una sensación general de impunidad pese a la condena, que ha crecido cuando se han conocido más casos de violaciones en grupo contra los que tampoco ha habido contundencia. De hecho, uno de ellos se ha dado la fuga hace poco aprovechando la libertad condicional.

LA IMPORTANCIA DE CAMBIAR EL DISCURSO DE CULPABILIZACIÓN A LA VÍCTIMA

El tema supuso una gran agitación social que cubrimos los medios de comunicación desde ese mismo 16 de noviembre cuando, espontáneamente, miles de personas de toda España salieron a la calle y el caso tomó mucha representación en el 25N y, previsiblemente, lo hará también el 8M.

En cuanto al tratamiento mediático, creo que también conviene tener en cuenta en qué medida se encuentra la presencia femenina en el periodismo: es igualada e incluso algo superior en las redacciones pero las mujeres tan sólo ocupamos un 1% de los puestos directivos y un 21% de las columnas y tribunas de opinión de los principales medios nacionales.

Aunque sí ha habido cambios significativos en ese aspecto, lo importante no es tan conseguir que las mujeres lleguen a los puestos directivos en igualdad de proporciones con los hombres sino que se genere realmente un cambio en el discurso que acabe con los estereotipos impuestos a cada género. Si ese mismo discurso lo perpetúan mujeres, no se habrá ganado nada.

Es cierto que en medios, especialmente televisivos, hemos vivido situaciones deleznables, dando excesiva voz al discurso machista y trasnochado del abogado defensor o incluso publicando algunos datos íntimos de la víctima, hasta el punto de que la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) dio un toque de atención a los medios, señalando que estas publicaciones pueden suponer un grave delito de vulneración del derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen de la víctima.

De hecho, hubo foros que se dedicaron a unir estos datos para tratar de revelar la identidad de esta chica.

Al mismo tiempo, yo destacaría que el tratamiento ha permitido que haya mucha desinformación sobre la sentencia y las leyes, las cuales no tienen por qué ser conocidas universalmente por la sociedad pero que sí podrían haberse explicado de un modo más didáctico.

De hecho, hay una parte de la población que ha llegado a entender que los acusados habían sido absueltos de violación, cosa que es erróneo porque es un término que no existe, como tal, en nuestra legislación.

LAS LUCES QUE AVANZAN SOBRE LAS SOMBRAS

Pero, sin ánimo de ser positiva, creo que sí ha habido ciertas mejoras en el tratamiento informático de las agresiones sexual. Aunque hay una parte que ha seguido manteniendo discurso tradicional, que busca responsabilizar a la víctima de lo ocurrido, han surgido cada vez más medios que luchan contra ese estereotipo imperante.

Además, la cobertura ha permitido avanzar en la percepción social de las violaciones, como ya ocurrió, desgracias por delante, con la violencia de género a través del caso de Ana Orantes. El tema ha pasado de ser un problema privado del que la víctima debe avergonzarse a un problema social que nos incumbe a todos y todas.

Además, se ha desmitificado el estereotipo de la violación, ya que se ha demostrado que no son solo un desconocido violento que se asalta en un portal sino que tienden a ser hombres del entorno de la víctima que, muchas veces, justifican el ataque.

Esto, creo, es el inicio de darnos cuenta de que este problema se soluciona con una conciencia y educación que debe partir de todos.

Por estos motivos, es importante que los medios mantengamos una perspectiva de género y una alerta feminista, para que el discurso no vuelva a ser el que era antaño. No podemos dar un paso atrás en esto y aquí los medios tenemos una responsabilidad muy grande. Hay que estar a la altura de las circunstancias.

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