Nuestras bisabuelas. Imaginando nuestro ADN para un 8 de Marzo

Tiempo de lectura: 8 min

La provincia

El Casino de Santander

Imaginemos una provincia, una provincia de Castilla La Vieja -ya empezamos desanimando-, una provincia llamada Santander que es el mismo nombre de su capital, una capital pendiente sólo de que vuelvan los veraneantes mientras contempla el mar, que es su “provinciano” ombligo. Imaginemos la palabra “provinciano”, así, en masculino, imaginémonos llamando a alguien “provinciano”. Imaginemos una región rica, riquísima en recursos, capacidades, paisajes y personas pero poco promotora de sí misma. Imaginemos que no existe Revilla. Imaginemos que ese territorio está aislado, tal vez con poca voluntad de “desaislarse”, la verdad, y que cuenta  con grandes pensadores, creadores, o empresarios, así, todo en masculino,  pero que nunca han pasado de ser más que héroes locales conocidos en el Ateneo o en la Gacetilla “provinciana” local –la cosa es que todo esto parece familiar-. Ahora  imaginemos a las mujeres en este entorno cerrado y masculino. ¡Bonito panorama!

La casa

Valeriana Alles

Vamos a seguir imaginando. Ahora imaginemos una familia de la provincia de Santander, en La Montaña. Si la familia era pudiente, seguramente de «la capital», se formaba a las mujeres en artes y cultura, lo que suponía un buen futuro social sobre todo buscando casamiento más favorable, lo “malo” es que el conocimiento también ofrece la posibilidad de pensar. Si la familia era pobre se las preparaba para trabajar a destajo, ayudando a la economía familiar maltrecha, se les buscaba un buen marido trabajador y con algo de tierra, o se las enviaba a servir. Lo “malo” es que la pobreza muestra la terrible desigualdad. Los hombres mientras se dedicaban a cosas de hombres: la tertulia, los trabajadores, la política, el casino, el bar, la partida o el prostíbulo. La calle era de los hombres. Ahora imaginemos a las mujeres en casa, con su vida decidida desde que nacen. ¡Bonito panorama!

Estas dos ideas de aislamiento territorial y sometimiento familiar les habrían funcionado a estos hombres de provincias si hubieran conseguido anular la voluntad de cada una de nuestras bisabuelas inquietas,  pero no tuvieron en cuenta que las mujeres cántabras, aparte de listas, trabajadoras y bravas, tienen poco miedo a la adversidad –será por el clima- y piensan,  se agrupan, se comunican y se enfadan, con la sencillez de lo que está bien o está mal. Así que empezaron a expresarse, y las demás a sumarse.

DE BUENA FAMILIA

Hablábamos antes de familias “pudientes” formando a sus hijas en artes y conocimiento, como ejemplo la familia Gutiérrez-Cueto Blanchard, que proporcionaron formación artística y cultural a todas sus hijas, una de ella fue María Blanchard.

Fue una excepcional pintora cubista que dicen supera a Juan Gris, que llegó a vivir sola en Paría a pesar de su doble desviación de columna, y que se ocupó de mantener a gran parte de la familia a base de trabajo incansable durante los años duros.

Pero la reivindicativa fue su hermana Aurelia Gutiérrez-Cueto, maestra de la Escuela Normal –las escuelas normales para la formación de maestros contaban en los años 30 con un carácter social, artístico y aperturista, esta enseñanza liberal terminó con la Guerra Civil- que fue condenada a muerte en 1936 por sus ideas pedagógicas que nunca ocultó.

«Escuelas donde se formen seres libres, fuertes y conscientes, no borregos para el matadero, no criaturas inermes, carne propicia a toda explotación», escribía Aurelia en  el periódico Clarín.

Expresarse libremente le costó la vida.

Matilde Zapata

Otras grandes grandes maestras liberales fueron Luisa de la Vega, a la que llaman Musa de la Institucion Libre de Enseñanza que fue la dibujante desconocida de muchas de las figuras conservadas en la Estación Biologica Marítima de Santander,  gran ilustradora científica y siempre luchando en su labor docente basada en las libertades.

No dudó tampoco en expresar sus ideas hasta la muerte Matilde Zapata, cántabra de adopción: Una noche, a la muerte de su marido asesinado, tuvo que hacerse cargo del periódico LA REGIÓN, por sus publicaciones fue condenada a dos penas de muerte a lo que Matilde respondió con calma al juez. “Guárdese una de ellas para sí porque algún día podría necesitarla”.

Y Otra Matilde,  Matilde de la Torre, feminista y articulista, su abuelo había fundado el periódico La Abeja Montañesa,  activista incansable, una de las 5 primeras diputadas socialistas, y que finalmente tuvo que optar por el exilio debido a su lucha frontal contra la opresión – este caso es excepcional porque al menos cuenta con una calle en Cueto-.

Más olvidada fue Rosario de Acuña, articulista y escritora de teatro comprometido, que acudió como gran experta a la primera Exposición de Avicultura, celebrada en Madrid en 1902, y que había publicado, entre reivindicaciones feministas, numerosos artículos en El Cantábrico de Santander, llegando a recibir una medalla por sus investigaciones en favor de la avicultura como un planteamiento de alternativa para la mujer rural, pero la presión de los conservadores hizo que la echaran de su finca de investigación en Santander y tuvo que marcharse a Asturias.

Y para terminar añadimos a una mujer pasional y extravagante, Concha Morell, escritora anticlerical y anarquista, de la que dicen que fue la inspiración de Pérez Galdós para el personaje Tristana. Vivió a contracorriente, sin miedos, de lo que la buena sociedad santanderina consideraba “normal y femenino” y escribió artículos protesta, anarquistas, liberales y feministas en La Voz Montañesa firmando como La Vírgen Roja.

SIN QUITARSE EL DELANTAL

Matilde de la Torre

No queremos detenernos sólo en mujeres intelectuales o pensadoras porque merece la pena recordar a aquellas de otros gremios no tan privilegiados pero que fueron igual de importantes para ser las que somos hoy,  y agradecer que ocuparan nuestras calles en momentos de lucha.

La Chata, cabecilla del Gremio de Pescadoras, el oficio más duro de las cántabras: remeras, ceberas, llamadoras, mozas de barca, y tras la descarga de los barcos, vendedoras en mercados o vendedoras ambulantes recorriendo kilómetros con sus cestas de pescado pesadísimas, y  perseguidas en ocasiones  por la autoridad, este gremio organizó sus protestas para  luchar por unas mejores condiciones de trabajo, que se les otorgaron muy lentamente y con desprecio siempre a su oficio y clase.

También recordamos a Francisca Garay y Ramona Cao delegadas de la Sociedad de Trabajadoras, en principio para defender los derechos de las jornaleras del muelle, pero luego se fue uniendo  a este proyecto mano de obra femenina de distintos sectores, finalmente no consiguieron formalizar su legalización y no duró mucho este intento, pero sus movilizaciones supusieron un cambio importante.

Más triste es la historia de aquellas mujeres en la calle, pero para colaborar activamente en las redes de apoyo de las guerrillas del monte. Muchas de ellas murieron en alguna emboscada, se tuvieron que exiliar, sufrieron represalias terribles o acabaron condenadas a muerte, y sus nombres se han recordado tibiamente  nombres como el de Lola Ubierna, que murió con la emboscada a la Brigada Machado,  Carmen Manrique, Paula Ayala, Fidela Gutiérrez o Valeriana Alles que luego luchó por el monumento a la Brigada Machado y cedió una tierra, hay muchas de estas cántabras de pueblo que sin queja se vieron inmersas en una lucha llena de valentía y dignidad.

A DESEMPOLVAR

Rosario de Acuña

Pero es que fueron muchas, y os  animamos a ir desempolvando nombres y buscarnos un poquito en todas ellas, bisabuelas y hasta tatarabuelas: Mª Cruz de la Vega que levantó al pueblo contra el alcalde por la decisión de quitarla su molino, María de Rubayo azotada públicamente por burlarse de un general francés durante la ocupación, Modesta Martínez, anarquista y montadora de armas, Ermelinda Ormaechea y Begoña, directora de la revista La Mariposa donde se burlaban de la idea de que el conocimiento fuera dañino para las mujeres,  Consuelo Bergés, Ana María Cagigal, Pura Ucelay…

Y aquellas anónimas de las que nos cuentan y de las que sólo nos queda imaginar su presencia: las que formaron parte de los sindicatos para luchar por las condiciones femeninas  en las conocidísimas fábricas donde a día de hoy  siguen teniendo un papel fundamental –todos conocemos las marcas: galletas, textil, chocolate, metalurgia, anchoas… que han sostenido la economía combinadas con la ganadería o la pesca de nuestra tierra-;  las que lucharon por aquellas modistillas que perdieron manos y piernas cuando salían en cuadrilla a ver el incendio del Machichaco y se quedaron sin forma de ganarse la vida.

O las nueva pasiegas con “ideas modernas”,  que impidieron que se siguiera enviando a Madrid jóvenes recién paridas, para hacer de nodrizas tristes de los señoritos y nobles de la capital.

Así que una vez  imaginado que nuestras bisabuelas dieron la cara por todas y  que no se dejaron vencer por  los provincianos ni el provincianismo, fueran ricas o pobres. Imaginemos que  seguimos su ejemplo, imaginemos que nuestras madres y abuelas han salido estos días a luchar por sus pensiones y ahora nos toca a todas. Imaginemos que estamos ahí el día 8. Imaginemos que tenemos de revuelta el ADN.

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8 Comentarios

  • Jose Elizondo
    Jose Elizondo
    6 de marzo de 2018

    ENORME artículo Rocío, se decía en «la vida que te espera» que «lo que no se habla no existe» gracias por «hablarlo» por darlas voz, por hacerlas SER y EXISTIR en tus palabras. Gracias, gracias, gracias…

    • Rocio Aguilar
      Rocío
      8 de marzo de 2018

      Yo muy fan de tu abuela Blanca. Precioso homenaje, dulce, digno, con ritmo y redondo! Te sigo atenta!

  • Fernando Díaz
    7 de marzo de 2018

    Aun siendo previsible la idea de este escrito me parece un exceso, y lo es porque me rechina ver mezcladas a las mujeres de esta generación con el actual neofeminismo.
    La diferencia fundamental entre ellas y las actuales radica en que no consideraban al hombre como su enemigo. Eran conscientes evidentemente de que entonces las mujeres vivían relegadas en muchos terrenos, pero al tiempo tenían claro que la responsabilidad de esa lamentable situación no era de los hombres, sino compartida entre hombres y mujeres. Con lo cual la estrategia no tenía nada que ver con la actual de confrontación contra los compañeros masculinos, sino de colaboración y reivindicación conjunta con los sectores realmente progresistas, fueron hombres o mujeres.
    Otra diferencia central es que entonces el objetivo era la defensa de la igualdad de derechos, su universalidad; objetivo que por cierto alcanzaron; y que tras el paréntesis del siniestro franquismo los pertenecientes al ´baby boom´ inauguramos y disfrutamos por primera vez.
    Así pues, no me parece procedente mezclar a aquellas dignísimas luchadoras por la igualdad de derechos y oportunidades con el actual neofeminismo frentista e impulsor de una guerra de sexos absurda y reaccionaria.
    Además de un personal punto de vista esta posición está respaldada por el conocimiento de primera mano de alguna protagonista mencionada en el artículo, por eso creo necesario distinguir entre el grano y la paja.

    • Rocio Aguilar
      Rocío
      8 de marzo de 2018

      Gracias por tu interés y comentarios, feliz de que lo hayas leído con atención. No era un texto contra los hombres. No intentaba comparar ambas generaciones, solo que las tomáramos como ejemplo porque, jugándose mucho
      más, salieron a la calle. Asi que de acuerdo en todo lo que dices. Gracias de nuevo!

  • Eva Barahona
    8 de marzo de 2018

    Muchas gracias por tu articulo, Rocío. Estas mujeres no deben caer en el olvido, les debemos mucho. Aurelia Gutierrez-Cueto Blanchard era mi bisabuela (Soy nieta de un hijo suyo que murió en un campo de concentración en Francia ,también maestro depurado, a los dos años de morir su madre asesinada). EStoy muy orgullosa de ella , aunque en realidad he sabido de ella hace relativamente poco tiempo.

    • Rocio Aguilar
      Rocio Aguilar
      8 de marzo de 2018

      Jo, Eva, qué emoción! Todo lo que he leído sobre ella es que era una mujer de esass entregadass a todo el mundo y a las buenas causas, por todas partes he encontrado referencia a su valor, su talento, y a sus ideales, sin miedo ninguno. María Blanchard también ayudó mucho a la familia y era una buena persona, pero Aurelia luchó publicamente. ¡Menuda vida la de vuestra familia! Muchísimas gracias por comentarme esto, estoy conmovida. Envíame tu dirección para que te mande un calendario en el que también incluí su nombre junto con una ilustración mía. Mi correo es friaaguilar@gmail.com. Gracias otra vez.

  • Fernando Díaz
    8 de marzo de 2018

    Gracias, Rocio, lo importante es recuperar y homenajear a estas mujeres tan olvidadas.
    Eva, yo soy sobrino de Consuelo Berges, a su vez sobrina de Aurelia Gutiérrez-Cueto. 🙂

    • Rocio Aguilar
      Rocio Aguilar
      9 de marzo de 2018

      Debe ser emocionante saberse parte de esas familias intelectuales y luchadoras!! Gracias!!

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