Tengo (nuestros, sus, mis) motivos para ir a la huelga

Tiempo de lectura: 4 min

Este año tengo motivos para ir a la huelga. Mil motivos diferentes y no son todos míos, no. Algunos, la mayoría, son motivos de otras o motivos compartidos.

Porque en eso consiste esta convocatoria y el movimiento feminista, en ese modo de luchar cada una a nivel individual para un bien colectivo.

Que venga alguien a darme explicaciones que no le he pedido de por qué no hace una huelga que tampoco le he exigido que haga, me llama la atención.

Huelga.

Me cuenta que tiene una buena vida, que ha logrado lo que quería y que nunca ha sufrido discriminación. Y que tampoco ha vivido ninguna experiencia desagradable de ámbito machista o sexual. Bien, me alegro. Felicidades por tu buena suerte.

Lo que ya no me gusta tanto es cuando usas tus experiencias personales e individuales para hablar por las demás. Para tratarnos de histéricas, locas y exageradas, mientras, casi cada día, surgen nuevos casos que parece que se quieren meter bajo la alfombra porque, total, mucho peor están en otros países.

Mira, por ahí ya no. Al menos ten la decencia, la empatía y la mínima compasión de saber ponerte en el lugar de las demás y darte cuenta de que, quizá, eres una privilegiada. No te pido que las apoyes ni que te unas a su lucha. Puedes vivir de espaldas a todo lo que quieras. Pero, al menos, no pongas más palos en las ruedas. Sal de tu personalismo y no uses las desgracias ajenas para crear polémicas para lucrarte. Porque eso es ruin y ya no me duelen prendas de calificarlo como tal.

Porque yo tengo mis motivos pero también tengo los de amigas, familiares o conocidas. Y sus experiencias y vivencias me sirven, me duelen y me invitan a involucrarme en algo que considero común, más allá de mí misma.

Porque sé lo que es tener que pisar más fuerte por el hecho de llevar tacones (reales o figurados) y tener que demostrar aún más mi profesionalidad tras revelar que tengo “gustos de chica” que, en algunos ambientes, te discrimina de cara a compañeros.

Porque sé lo que es caminar con miedo hacia el coche, llamando a una amiga para sentirme menos sola, después de una experiencia desagradable por la noche que, sin embargo, a él le pareció muy gracioso de cara a sus amigotes.

Calendario de actividades del 8 de marzo.

Porque, mira, tengo suerte y no sé lo que es vivir la violencia de género. Pero tengo amigas que la han vivido. Y, el hecho de no haberlo sufrido yo, no me ha impedido indignarme porque una de ellas tuviera que escuchar a un policía tras un ataque de su ex que se lo piense muy bien, porque, si le denuncia, es violencia de género y a ver si le va a joder la vida por una bronca absurda.

Porque nunca me han despedido tras ser madre, aprovechando la precariedad de los contratos, pero he hablado con demasiadas mujeres que les ha ocurrido para darme cuenta de que es un problema real.

Porque no he tenido que coger una barca mal hecha para huir de mi país por la guerra o el hambre, he llegado a uno nuevo y he sufrido insultos y vejaciones por tratar de buscarme una vida mejor. Pero no cierro los ojos. Sé que existe, cerca de mí. Y me hago cargo.

Porque hay cosas que aún quiero y necesito cambiar a mi alrededor. Y porque, aun así, me siento privilegiada en muchos aspectos comparada con otras que me rodean y están en mi entorno. Y por mí, por ellas, por nosotras. Mis, sus y nuestros motivos.

Porque vivimos en una sociedad y no hay un modo que me parezca más egoísta de convivir en ella que con individualismo y cerrando los ojos a realidades que están ahí, cerca y delante de nosotras.

Me sobran los motivos; tengo mil de ellos. Recojo, incluso, los que no quieren ver otras. Su ceguera me impulsa más y sus alegatos llamándome loca, histérica y exagerada no hacen más que convencerme.

¡Viva la huelga feminista!

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1 Comentario

  • Ricardo
    8 de marzo de 2019

    Bravo!!

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