Maldito Wasap

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Sentías que se habían olvidado de él. El bocadillo de jamón de york te duró poco más de dos días, calculaste comerlo el tiempo que te habían dicho que tardaría en llegar. A la botella de agua le quedaban dos tragos No tenías referencias ni de la hora ni del día más allá de los pitidos horarios de la radio, pero no siempre estaba encendida, además no entendías los idiomas en los que hablaban y llegó un momento en el que dejaste de intentar descifrar ese galimatías de palabras y sonidos.

El móvil lo llevabas apagado,  te había propuesto dosificar la batería. Decidiste apagarlo y encenderlo de vez en cuando, eras consciente de lo importante que era poder estar comunicado de alguna manera con el exterior, aunque fuera por wasap les podías mandar unas líneas para decirles que seguías que todo iba bien, sobre todo para tranquilizarla a ella.

Era tan nerviosa, siempre pendiente de cada detalle, de si te has lavado los dientes, levántate que se te pegan las sábanas y vas a llegar tarde a clase. Ya ni recordabas las veces que le había sacudido de un tirón de sábanas y  dado un zapatillazo en el culo justo antes de abrir de par en par las ventanas y dejar que el viento frío de la mañana ocupara el lugar de las mantas. Joder como te molestaba cuando ella hacía eso, pero era la única forma de levantarte.

Al subir la persiana ya notabas como el sol de invierno, ese que solo calienta a los muertos como decía la abuela, se colaba por los cristales y te acariciaba suavemente las mejillas. No te daba calor alguno pero ofrecía ese contrapunto a la oscuridad en la que te gustaba estar encerrado para dormir. Si es que parece que estás metido en un ataúd, la oías decir mientras  recogía del suelo la ropa que la noche anterior habías dejado tirada por el suelo. Con la edad que tienes y que tenga que ser tu pobre madre quien aún tenga que recogerte la habitación, Vamos levántate ya que te padre y tu hermana llevan ya dos horas levantadas y tú siempre haces igual, si no te fueras tan tarde a la camaYa sabes que ando con exámenes mamá y soy de estudiar por la noche la intentabas explicar, pero ella no escuchaba y seguía con su retahíla, no sería una madre si no lo hiciera, recuerdas sonreír al pensarlo. Por qué no estudiará por el día como todo hijo de vecino, te levantas antes y ya está como hace la gente normal.

Y para cuando querías darte cuenta ya había ventilado la habitación, la ropa estaba doblada encima de la silla y ella frente a tu cama con los brazos cruzados el morro torcido y la puntera del pie repicando contra el suelo. Ya voy madre, ya voy, la decías con una sonrisa aún perezosa pero llena de agradecimiento. No creas que siempre voy a estar yo ahí para sacarte las castañas del fuego, que yo no voy a durar siempre hijo mío, repetía como cada mañana desde que recordabas tener uso de razón.

La primera bomba la pilló en la cocina fregando los platos, tu hermana tuvo menos suerte, estaba en el patio y la dio de lleno, saltó en pedazos. Con la segunda fue tu padre quien perdió las dos piernas y se quedó con la cabeza completamente ido. Medio sordo, no volvió a abrir la boca y solo quedaban de él esos ojos negros que te atravesaban  y te envolvían en un vacío de tristeza insondable.

Ella, remangada sin parar, sin dejar de hacer, sabía que si lo hacía, si se paraba a pensar en lo que había sucedido, se volvería literalmente loca, decidió que con el único hijo que le quedaba no correría riesgos, fue al banco, su oficina era de los pocos edificios que quedaba aún en pie, sacó el poco dinero que habían ahorrado para la universidad de los chicos, y junto con lo que tenía escondido en el garaje, habló con el cuñado de su vecina que conocía a alguien que podía sacarle de ahí. ¿Pero es de confianza le preguntó antes de darle el sobre? De toda la confianza que hoy en día se puede ser…y sin tiempo para un abrazo, con lo que llevabas puesto, el móvil en una mano y una jodida sensación de vacío en la otra te despediste de ella. Te llamaré mamá, no te preocupes, estate atenta al wasap.

La explicaste  a toda prisa en qué consistía el wasap y como podían mantenerse en contacto contigo a través de él. No te olvides de cargar el móvil y si no te contesto no te preocupes…Y Ella en silencio…con los ojos enlagrimados y el pie repicando contra el suelo. Un aspa gris, significa enviado por mí, dos aspas grises significa que lo ha recibido pero aún no lo ha leído, dos aspas azules significa que lo ha leído, entonces ¿por qué no me ha contestado aún? Y por fin un dedo levantado y un corazón latiendo. Aún sigues vivo, hijo mío, aún sigues vivo…Maldito wasap…

 

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1 Comentario

  • Jesús Luis Blanco Rojo
    13 de diciembre de 2019

    Acierto total que el protagonista sea un refugiado huyendo de una guerra que asola un país digamos»avanzado», porque de esa catástrofe no estamos exentos nosotros (acordémonos de Yugoslavia entonces, Siria ahora, etc) y por tanto nos podemos sentir de alguna manera identificados y por ende empaticemos fácilmente con él.

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