Martín, el superhéroe

Tiempo de lectura: 6 min

Su obra es muy variada en su abundancia. He leído una buena parte de ella, no toda, pues también ha habido que leer otras cosas. Siento preferencia por su poesía, dejando aparte los presuntos haikus -demasiado “yo” en ellos. Me estoy refiriendo a José Luis García Martín, profesor universitario, crítico, antólogo, diarista, aforista, narrador, ensayista…poeta. Un escritor, que ha tocado, y toca, casi todos los palos literarios, como si quisiera ser literatura, y no solo escribirla, como Gil de Biedma quiso ser poema, y no poeta, solo. Alguien que vive por y para la literatura, que todo lo convierte en literatura, menos sus reseñas de libros. Pero Gil de Biedma escribió poemas, sin llegar a ser uno de ellos. Quizá no se pueda decir lo mismo de García Martín, a tenor de su último libro publicado, “Las aventuras de Martín”, en el que un personaje, el padrino, se le parece mucho, y cuyo ahijado, que lleva por nombre su segundo apellido, es un infante, de entre los dos y tres años, que habla y habla, contraviniendo la etimología que le conviene por edad, el que (aún) no habla.

Sí, el padrino, al que Martín entretiene contándole sus aventuras, tiene un algo del escritor José Luis García Martín: como él es un aburrido confeso, no porque él aburra, que no, sino porque se aburre, o le aburren. Es de suponer que no en todos los momentos de sus trabajos y sus días, solo en algunos, que no son pocos, al decir, públicamente, del propio escritor: es presa del aburrimiento en las presentaciones de los libros de otros, y, entonces, se sacude el muermo embutiendo palabras en ristras de haikus. Es el aburrimiento, pues, si no fuente de inspiración, sí acicate para el quehacer literario, al menos de una parte, pequeña, y no la mejor, de José Luis García Martín. Y, Martín, su ahijado, lo sabe: que se aburre.

No solo de haikus vive el aburrimiento de García Martín, que, sin llegar a ser un estado de su espíritu, no debe de ser algo simplemente esporádico. Lo digo, porque autoconvertido en personaje de ficción, en el padrino de Martín, este lo que pretende, en primera instancia, contándole sus aventuras, es librarle de su tedio, si bien está un poco engañado, pues el padrino no solo “lee y lee”, como dice, sino que también escribe y escribe, sin ir más lejos las aventuras que le/se cuenta, desde la distancia y la profundidad del tiempo, el niño que todos hubiéramos querido ser, y que quizá fuimos, y seguimos siendo, pero sin confiárselo a un padrino, ni a nadie, menos a los padres, que nos habrían tenido por niños raros, por un exceso de fantasía, como así tienen a Martín sus padres, a quienes oculta sus aventuras, que no tiene ningún reparo en contar a su padrino. Entre ahijado y padrino las relaciones deben de ser más libres que entre hijo y padre.

La imaginación es la inteligencia celebrando una fiesta. Si la imaginación se viene arriba, y deviene fantasía, entonces la fiesta es de disfraces, y a ella acuden personajes insospechados, como los que acompañan a Martín en sus aventuras, de las que disfruta la inteligencia de su padrino. No voy a descubrir los disfraces ni los personajes, para no estropear a los lectores las sorpresas, de las que son depositarios, como invitados, que lo son, a la fiesta, de la, y en la, que sin duda participarán gustosos, poniendo en modo ocurrente sus inteligencias.

Seguir “Las aventuras de Martín” requiere del lector tomarlas en serio, tanto como su protagonista se las toma, y también su padrino. Tan en serio como los niños se toman sus juegos; seriedad que los adultos deben respetar. Juegos, que Martín cuenta en vivo al padrino, quien las escucha tan atentamente, desde la altura de su edad, y se identifica tanto con él, que a veces los orienta, como si coprotagonista de los mismos fuera -¿no lo es?- Martín pone su fantasía al servicio de un mundo, que necesita de alguna limpieza. Se propone, en cada una de sus aventuras, salvar el mundo, eso sí, por partes.

Son aventuras de altos vuelos, y no solo por la elevada intención, que las anima, sino también porque requieren de frecuentes vuelos por espacios desconocidos. Vuelos, por lo general, nocturnos, mientras los padres duermen, no vaya a ser que se enteren de que realmente hace lo que cuenta, como por ejemplo estar en dos lugares a la vez. Mientras solo lo cuente, lo más es que los padres le tengan por un niño fantasioso, algo que no es tan malo.

Pero, que vuele alto no significa que Martín pierda de vista el objetivo, que es principal motor de la intrepidez del superhéroe, en el que se autoficciona, con total complacencia del padrino: salvar el mundo a ras de tierra. Sabe muy bien por dónde, y a quiénes, hay que atacar. Conviven en sus aventuras personajes de ficción y personas con nombres propios (no los voy a citar aquí, ni a unos ni a otras, pues ¿qué le dejaría al lector, si se lo digo todo y entro en detalles, como tienden a hacer los críticos profesionales?), y a ellos dirige sus palabras y sus actos. El padrino también tiene algo que ver, todo hay que decirlo, aunque ya no esté en condiciones de volar alto, pero sí con la claridad de juicio crítico suficiente, como para que el ahijado actúe en conveniencia con su objetivo.

Martín es hijo de poeta, y poeta es su padrino. Y poesía hay en “Las aventuras de Martín”, que las cuenta, haciendo gala de hermosos recursos poéticos -encuéntrelos el lector-, entre los que no faltan las metáforas, -fantasías poéticas-, las sorprendentes comparaciones, y un lenguaje, por el que la ficción y realidad se solapan; la inteligencia se aviene con la imaginación; el ahijado se compadece con -no de- el padrino. Desde mi lectura, “Las aventuras de Martín”, es libro recomendable por, entre otros valores literarios, la carga poética, que los informa.

Al principio del libro, el autor, a instancias de Martín, propone un problema para seleccionar a los lectores por su capacidad intelectual, cuya solución se da cuando termina el libro. No hagan caso, no se sientan afectados por la ironía y el humor del autor, que también salpican las páginas del libro. Lean sin complejos, sin condicionamientos. Su inteligencia disfrutará con aventuras, tan fantásticas, como reales, reales por fantásticas. Como si usted fuera un superhéroe. A lo mejor, cae en la cuenta de que lo es. De que no ha dejado de ser niño. Como Martín. ¿o como el padrino?

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.